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A menudo los hijos se nos parecen, canta Serrat, pero no siempre nos dan satisfacciones. El primer presidente de izquierda de la historia de Colombia, Gustavo Petro, cumplió su primer año de gobierno envuelto en un escándalo que involucra a su hijo mayor, Nicolás Petro Burgos, el único que ha seguido sus pasos políticos. Petro Burgos, diputado de la Asamblea Departamental del Atlántico, el más rico del Caribe, está en prisión domiciliaria después de haber sido detenido por enriquecimiento ilícito y lavado de activos. La trama involucra a su exesposa, Day Vásquez, también arrestada, y a narcotraficantes. No se trata de un caso excepcional.
Como no todo se resuelve en familia, el presidente Petro enfrenta las sospechas de la Fiscalía General de Colombia sobre el financiamiento ilegal de la campaña de 2022. Está en duda si utilizó dinero de procedencia dudosa y si se excedió en los gastos permitidos. Antes del arresto de su hijo, Armando Benedetti, exjefe de su campaña, exembajador en Venezuela y expresidente del Senado, había insinuado en audios que cobraron estado público en junio que fondos ilícitos pavimentaron el camino hacia la Casa de Nariño. Lo corroboró Petro Burgos con la promesa de colaborar en la pesquisa a cambio de regresar a su casa.
El gobierno del cambio, como insiste en llamarlo Petro, no puede avanzar en el Congreso. La Comisión de Investigación y Acusaciones de la Cámara de Representantes, la única que puede tramitar un proceso de destitución contra un presidente, inició una investigación por los hechos revelados por la Fiscalía a raíz de la confesión de su hijo, fruto de su relación con su primera esposa, Katia Burgos. En esos tiempos, Petro militaba en la guerrilla del M-19 y no podía ser un padre como hubiera querido. Ahora se defiende como gato entre la leña: “Si fuera cierto, este presidente se tendría que ir hoy”.
Hunter Biden obligó a su padre a soslayar acusaciones de corrupción durante la campaña de 2020
Benedetti, depuesto como embajador por Petro, actuó por despecho. No fue nombrado ministro del Interior cuando el cargo quedó vacante en abril después de haber recaudado casi cuatro millones de dólares para la campaña presidencial. El diputado Petro Burgos respondió a idéntico sentimiento. No el suyo, sino el de su exesposa tras haberse enterado de un romance de él con una amiga. Un culebrón en toda regla. El Hombre Marlboro, Santander Lopesierra, extraditado a Estados Unidos por narcotráfico, y Gabriel Hilsaca, hijo de Alfonso, El Turco Hilsaca, procesado por homicidio, le habrían entregado 300.000 dólares para la campaña de su padre, según declaró.
El caso, dentro de los trámites legales, debe pasar por el Consejo Nacional Electoral y la Comisión de Acusaciones del Senado. En esas instancias, así como en la Cámara de Representantes, debió sortear su destitución Ernesto Samper, presidente entre 1994 y 1998. Lo acusaban de haber recibido seis millones de dólares del Cartel de Cali en su campaña presidencial. Resultó absuelto. Un mes después pasó a ser el primer presidente iberoamericano en ejercicio despojado de su visa de Estados Unidos. Que tampoco es el mejor ejemplo.
Hunter Biden obligó a su padre, ahora presidente de Estados Unidos, a soslayar acusaciones de corrupción durante la campaña de 2020 en su pulseada con Donald Trump. El hijo de Biden, exmiembro del consejo de administración de la empresa de gas ucraniana Burisma, se declaró culpable de no pagar impuestos federales en 2017 y 2018, que regularizó posteriormente, y de haber comprado un arma cuando era adicto a las drogas. Un dolor de cabeza frente a una oposición republicana que no vacila en sembrar dudas contra Joe Biden por tráfico de influencias y conflictos de interés mientras aspira a la reelección en 2024.
En Argentina, 146 parientes de gobernadores, vicegobernadores y alcaldes trabajan en el Estado
Nada nuevo bajo el sol. El primogénito de la expresidenta chilena Michelle Bachelet, Sebastián Dávalos, fue absuelto en 2018 de los delitos de negociación incompatible, tráfico de influencias y violación de secreto por negocios después de una investigación de la Corte de Apelaciones de Rancagua. Dos sobrinos de la primera dama de Venezuela, Cilia Flores, esposa del presidente Nicolás Maduro, Efraín Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, fueron condenados por narcotráfico en 2017 en Estados Unidos tras ser detenidos dos años antes en Haití.
En Argentina, 146 parientes de gobernadores, vicegobernadores y alcaldes trabajan en el Estado, según la red nacional de periodistas Ruido. Nepotismo puro y duro. Cada encuentro familiar ha de ser algo así como una reunión de gabinete. El diputado Máximo Kirchner, hijo del difunto expresidente Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner, vicepresidenta desentendida de su propio gobierno, debió dar explicaciones sobre irregularidades en la adjudicación de obras públicas, causas que pesan en los procesos penales contra ella, dueña de una colosal e inexplicable fortuna, y que han sido su obsesión en los casi cuatro años de gestión de su elegido para ser el presidente de la República, Alberto Fernández, más allá de los altísimos índices de inflación y de inseguridad.
Entre hijos, entenados y, quizás, entrenados, Yenifer Paredes, cuñada del expresidente peruano Pedro Castillo, contribuyó a su caída en 2022. La criaron con su mujer como si fuera la hija de ambos, más allá del vano intento de Castillo de cerrar el Congreso al estilo de Alberto Fujimori, razón por la cual está preso. Paredes, hermana de su esposa, está implicada en los delitos de lavado de activos y organización criminal. No hay nada más lindo que la familia unida, cantan Gaby, Miliki y Fofito. Todos los hijos de Fujimori, en la misma prisión que Castillo, han sido acusados, investigados e inclusive condenados por actos de corrupción.
La monumental causa Lava Jato, montada en Brasil para favorecer con la adjudicación de obras públicas a la empresa Odebrecht en varios países, no solo salpicó a presidentes, expresidentes y funcionarios, sino también a sus familias. Los hijos del expresidente panameño Ricardo Martinelli, Ricardo Alberto y Luis Enrique, admitieron haber creado compañías ficticias y abierto cuentas bancarias para recibir sobornos millonarios durante el gobierno de su padre, entre 2009 y 2014.
Todo queda en familia. José Ramón López Beltrán, hijo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, demostró con su lujoso estilo de vida y sus vínculos con empresarios favorecidos con contratos gubernamentales que el relato populista es para la tribuna, no para los íntimos. Traducido: haz lo que digo, no lo que hago. La consigna puertas adentro es no predicar con ejemplo, por más que Petro Burgos haya pasado su infancia lejos de su padre o que Florencia Kirchner, de 33 años, hermana de Máximo, sea la única de la familia no amparada por fueros parlamentarios, que impiden la consumación de penas contra legisladores. Tenía más de 4,6 millones de dólares en cajas de seguridad. El ahorro de varias vidas.
Publicado originalmente en El Debate, de España
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