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Doce días en doce horas

Cada uno reclamó la victoria después de los 12 días de fuego cruzado. Un resultado incierto, en realidad. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se declaró ganador, así como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mediador a bombazos. Su par de Irán, Masud Pezeshkian, arropado por el ayatolá Alí Khamenei, se dio un baño de masas en la Plaza de la Revolución, de Teherán, con un coro convocado por el Consejo de Coordinación de Propaganda que gritaba: “Sin concesiones, sin rendición en la batalla contra Estados Unidos”, “Muerte a Estados Unidos” y “Muerte al Israel, asesino de niños”. La guerra quedó en pausa. Estados Unidos había atacado las plantas nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán con bombas capaces de penetrar 18 metros de hormigón o 61 metros de tierra antes de explotar. Irán replicó con una descarga de misiles contra la mayor base norteamericana en Medio Oriente, ubicada en Qatar. Una respuesta simbólica. Les avisó en forma previa a Trump, agradecido por el gesto, y a la monarquía de los Al Thani. El (leer más)

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Teléfono para los iraníes

Israel e Irán se encuentran en uno de los momentos más álgidos de su historia. ¿Siempre fue así? No. La Operación León Ascendente, lanzada por el primer ministro Benjamin Netanyahu, obtuvo como respuesta la orden del ayatolá Alí Khamenei de izar la bandera roja en la mezquita Jamkaran, de la ciudad sagrada de Qom. Un símbolo chiita. Implica entereza y venganza por la sangre derramada en forma injusta. La réplica contra el territorio israelí recreó la escalada entre ambos países de abril y octubre de 2024. Una lucha sin fin por la preeminencia en el eternamente caldeado Medio Oriente. ¿La excusa de Israel? El enriquecimiento de uranio, simiente de la bomba atómica. Especialmente, en Natanz e Isfahán, entre otras ciudades. Distante primero de Netanyahu, conciliador después, Donald Trump instó a Irán a negociar “antes de que no quede nada”. En su primer mandato abandonó el acuerdo firmado en 2015 por Estados Unidos durante la presidencia de Barack Obama y otras seis potencias que limitaba el programa nuclear iraní. Un golpazo, en 2018, tanto para la (leer más)

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El último baluarte de la política

En tiempos de polarización y autocracias murió el último baluarte de la política frente a la antipolítica. Murió José Mujica, alias Pepe, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015. Tenía 89 años. Había sido diagnosticado a finales de abril de 2024 con un cáncer en el esófago y desde entonces fue hospitalizado varias veces debido al impacto del tratamiento. Su gobierno se destacó por una agenda social que incluyó el respaldo al matrimonio entre personas del mismo sexo, la legalización del aborto y la creación del primer mercado nacional para la marihuana legal. En 2020, el año de la pandemia, Mujica y el expresidente Julio María Sanguinetti, su enemigo íntimo,  renunciaron a sus bancas en el Senado. Sellaron con un emotivo abrazo sus ciclos políticos. Un ejemplo de tolerancia y respeto que trascendió fronteras. Este es el capítulo titulado La imaginación al poder de mi libro El Poder en el Bolsillo: Ese sábado de marzo de 2007, Mujica vacila un instante. De pie, frente a él, en la estancia presidencial de Anchorena, George W. Bush (leer más)

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Filtración en el tejado

La red de mensajería Signal, similar a WhatsApp y Telegram, tiene un cifrado de extremo a extremo. Eso significa que solo el remitente y el destinatario pueden leer los mensajes. Son confidenciales. Excepto que alguien, en un descuido, incluya en un grupo a un periodista. Por error, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, sumó a Jeffrey Goldberg, editor jefe de The Atlantic Magazine, que, en silencio, recopiló los pormenores de un ataque de Estados Unidos contra los rebeldes hutíes en Saná, la capital de Yemen. No solo eso. Dejó al descubierto la inquina de Trump y compañía hacia Europa. Por el bombardeo hubo una treintena de muertos a mediados de marzo. El primero de varios, agradecidos por el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Fue una acción “decisiva” contra “la piratería, la violencia y el terrorismo”, según Donald Trump. De la planificación, vía Signal, participaron el vicepresidente J. D. Vance; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; el secretario de Estado, Marco Rubio; la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard; la (leer más)

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Los dueños de la baraja

El método Trump de política internacional tuvo su primer capítulo el 28 de febrero de 2025. Fecha clave. Pasará a la historia como el estreno de la reprimenda en el Salón Oval del presidente y del vicepresidente de Estados Unidos a un mandatario extranjero en guerra y en inferioridad de condiciones, Volodimir Zelensky. Esas discusiones se daban antes en privado, jamás frente a las cámaras, por respeto al visitante y los anfitriones. Donald Trump y su ladero, J. D. Vance, se faltaron el respeto a sí mismos al humillar con premeditación y alevosía a una víctima de Vladimir Putin. Teóricamente, rival de Trump, así como el dictador chino Xi Jinping. En este mundo al revés, con instituciones en declive y autócratas en alza, Trump demoró apenas cinco semanas en cortar de cuajo las alianzas tradicionales de Estados Unidos con democracias afines y verse en el espejo de Putin, el zar del siglo XXI. El poder de los malos modales significa que cualquier contacto de un mandatario extranjero con el gobierno norteamericano corre el riesgo de (leer más)

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La Riviera de Medio Oriente

Cual efecto espejo de Estados Unidos, Argentina se retira de la Organización Mundial de la Salud (OMS) e Israel abandona el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (UNHRC). En un caso, en represalia por “el encierro más largo de la historia de la humanidad”, dictado durante la pandemia por el expresidente Alberto Fernández, antecesor de Javier Milei, no por la OMS. En el otro, según el gobierno de Benjamin Netanyahu, “porque el UNHRC ha protegido tradicionalmente a los abusadores de derechos humanos al permitirles esconderse del escrutinio, demonizando en su lugar a la única democracia de Medio Oriente: Israel«. Detrás de esas decisiones, tomadas en primera instancia por Donald Trump cual copia corregida y aumentada de su mandato anterior, puede haber razones atendibles, como la influencia política en ambos organismos. Lo cual no se soluciona en la tribuna, sino en el terreno. Se trata de un fárrago de decisiones que, de seguirle el tren, sellaría a cal y canto las fronteras, infestadas de “delincuentes extranjeros”, y abriría la posibilidad de apropiarse de un territorio (leer más)

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La crisis de los rehenes

Durante su investidura, Ronald Reagan, republicano, tenía un as bajo la manga: la liberación de los 66 ciudadanos y diplomáticos norteamericanos que habían estado secuestrados durante 444 días en la embajada de Estados Unidos en Teherán. La moneda de cambio de los llamados discípulos del imán, estudiantes enrolados en la Revolución Islámica, era la entrega del depuesto sha Mohammed Reza Pahlavi para que fuera juzgado en Irán. No ocurrió. Transcurría el 20 de enero de 1981, fecha crucial por el desenlace de una crisis, la de los rehenes, que había comenzado el 4 de noviembre de 1979, durante el gobierno de Jimmy Carter, demócrata. Mientras Carter volaba de regreso a su casa en Georgia, después de haber fracasado con sanciones económicas contra el régimen del ayatolá Khomeini, Reagan ingresaba con el pie derecho en la Casa Blanca. Había resuelto, como presidente electo, un asunto delicado. Tan delicado, quizá, como el desenlace del centenar de rehenes de Hamas desde la masacre del 7 de octubre de 2023 en Israel. En este caso, otro republicano, Donald Trump, (leer más)

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Toda política es local

Nahuel Gallo, cabo primero de la Gendarmería Nacional Argentina, está detenido en Venezuela desde el 8 de diciembre porque, según el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de ese país, Diosdado Cabello, “venía a cumplir una misión”. Nada menos que, acaso al estilo Rambo, liberar a los seis opositores refugiados desde el 26 de marzo en la embajada argentina en Caracas, sin agua ni luz y bajo el asedio de francotiradores. Uno de ellos, Fernando Martínez Mottola, negociador del expresidente encargado Juan Guaidó, decidió volver a su casa. Insólito: tardó nueve meses en admitir sus diferencias con los otros cinco. En esa madeja, el régimen de Nicolás Maduro y el gobierno de Javier Milei confrontan en las redes sociales con acusaciones y réplicas de todo calibre. Cabello emprende la embestida desde su programa de televisión, Con el mazo dando. La ministra del Interior de Argentina, Patricia Bullrich, responde con un tono parecido al de las peleas de barrio. Para empeorar las cosas, la vicepresidenta Victoria Villarroel, enfrentada con Milei, tuiteó: «Lo que está ocurriendo (leer más)

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El rol de Rusia y China en Medio Oriente

A poco de comenzar la escalada militar en Medio Oriente, con casi 200 misiles balísticos lanzados por Irán contra Israel e interceptados por el sistema defensivo Cúpula de Hierro, el régimen de Vladimir Putin condenó «firmemente» la ofensiva terrestre del Estado judío en Líbano. El Ministerio de Exteriores de Rusia abogó por el retiro de las tropas israelíes del territorio libanés. En ese caso, Putin debería hacer lo mismo con las suyas en Ucrania, donde ha violado el derecho internacional. Rusia y China han tenido históricamente buena sintonía con la causa palestina. Tras la masacre terrorista del 7 de octubre de 2023 se ofrecieron como mediadores. Toda guerra es política y económica. Ni la Franja de Gaza ni Cisjordania, las dos cabeceras palestinas enfrentadas entre sí, tienen petróleo u otros recursos. El atractivo para Rusia y China, en su afán de crear un nuevo orden mundial, consiste en desacreditar el papel de Occidente. La tensión llevó al gobierno de Estados Unidos a marcar una sutil diferencia entre las represalias de Israel contra Hamas y Hezbollah, (leer más)

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La resurrección demócrata

Kamala Harris aplicó una máxima napoleónica durante el debate con Donald Trump: «Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error». Le siguió la corriente y, con cejas arqueadas, suspiros, mano en el mentón, sonrisas condescendientes, miradas compasivas y gestos desdeñosos, mantuvo el pulso frente a las cámaras, pendientes de su compostura y de los berrinches de su adversario. Ciertamente, la vicepresidenta borró el desempeño penoso de Joe Biden en el primer mano a mano con el expresidente, más empeñado en insistir en el supuesto fraude electoral de 2020 que en calibrar la estrategia de 2024. Con Biden era más fácil para Trump, aprovechándose de sus olvidos y de sus confusiones. Los años y los daños no perdonan. Harris, en principio, remontó una cuesta. Cuatro de cada 10 votantes de los Estados vacilantes, llamados Swing States, sabían poco o nada de la primera mujer en la historia que ejerce la vicepresidencia de Estados Unidos. Se retrató a sí misma como la primera mujer negra de ascendencia india que ocupó el cargo de fiscal en (leer más)

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Kamala eclipsa a Trump

En solo tres lunas o 72 horas, los astros inclinaron la balanza hacia Kamala Harris. En ese lapso, la vicepresidenta de Estados Unidos alcanzó la mayoría de más de 3.800 delegados demócratas para ser candidata a presidenta, recaudó una fortuna para su campaña y, cual broche, quebró por dos puntos la paridad entre Joe Biden y Donald Trump en un sondeo de Reuters/Ipsos. La máquina comenzó a funcionar a partir de la decisión de Biden de tirar la toalla.  “¡Hemos lanzado una línea de nuevos productos de Kamala Harris!”, decía un correo electrónico del Comité Nacional Demócrata. Ofrecía a precios módicos y en tiempo récord, a 107 días de las presidenciales del 5 de noviembre, desde camisetas, gorros, tazas y otros bártulos hasta protectores de pantallas de celulares sin costo con la inscripción Harris for President. Si Trump tuvo su apogeo con la desgracia con suerte que implicó el intento de asesinato en Pensilvania y su coronación como candidato durante la Convención Nacional Republicana, Harris paladeó la gloria después de defender a capa y espada (leer más)

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Cambio de guardia

En su peor momento, los conservadores británicos emprenden la retirada. ¿Están en vías de extinción, como señalaba el periódico afín The Telegraph tras publicar una encuesta en la cual vaticinaba la victoria de los laboristas un mes antes del 4 de julio? Los británicos, atados a la decepción con el Brexit, vuelven a tener un primer ministro laborista, Keir Starmer, de 61 años, más cercano a la centroizquierda moderada de Tony Blair y Gordon Brown que a la izquierda radical de Jeremy Corbyn, expulsado del partido. En los últimos 14 años, David Cameron, Theresa May, Boris Johnson, Elizabeth Truss y Rishi Sunak, todos tories (conservadores), se sucedieron en el cargo. El cambio de guardia no responde al divorcio a través del Canal de la Mancha desde el 1 de enero de 2021, del cual la mayoría de los británicos pasó página, sino a sus consecuencias. Si el Reino Unido hubiera permanecido en la Unión Europea, la economía no caería un 4 % a largo plazo, como estima la Oficina para Responsabilidad Presupuestaria (OBR, sus siglas (leer más)

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El desconcierto ideológico

La derecha alternativa, mentora de Donald Trump y del Brexit, entre otras falencias dignas de Matrix, no es liberal. Esa nueva derecha, como la llama el presidente de Argentina, Javier Milei, puede estar de acuerdo con la derecha moderada de liberales y conservadores en la importancia de preservar las virtudes en sociedades libres y civilizadas o en contener la marea colectivista de las izquierdas, pero está lejos de coincidir en el papel del individuo, de la comunidad y del Estado, esgrime Lorenzo Bernaldo de Quirós, académico asociado del Cato Institute. Si hubiera un diálogo socrático entre liberales y conservadores, no coincidirían en las causas ni en las soluciones del desmadre global. Liberales y libertarios, como se identifica la nueva derecha, permanecieron bajo el mismo alero durante la Guerra Fría. No pudieron asomarse mientras el comunismo soviético acechaba como un francotirador en un mundo dividido en dos. Eran una suerte de coalición que necesitaba una razón para cobrar o recobrar el aliento y la identidad. “Este tipo de conservadurismo defendía el deber del hombre de buscar (leer más)

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Milei sigue haciendo amigos

Lejos de rectificarse después de encender la mecha en Madrid, el presidente argentino, Javier Milei, se jactó de haberse mofado de su par de España, Pedro Sánchez, parte de la “calaña de gente atornillada al poder”, y de su esposa, Begoña Gómez, tachada de “corrupta”. Sin medias tintas, Milei arremetió contra ellos durante un acto del partido de ultraderecha Vox. En la tribuna aplaudían a rabiar el anfitrión, Santiago Abascal; la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni; el de Hungría, Viktor Orbán, y la líder de la Agrupación Nacional de Francia, Marine Le Pen. Cartón lleno si hubieran estado Donald Trump y Jair Bolsonaro. El stand up de Milei en España coincidió con las vísperas de los cruciales comicios para el Parlamento Europeo, que se celebrarán del 6 al 9 de junio en los 27 países miembros. ¿Casualidad? Dato no menor si se tiene en cuenta que, según las encuestas, los partidos de ultraderecha con su discurso contra la inmigración mejorarán su resultado de 2019 y tendrán incidencia en la elección de la presidencia de (leer más)

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El GPS de Armenia avisa: recalculando

En un mundo en blanco y negro, el GPS de Armenia trina: recalculando. Está más cerca de la Unión Europea y de la OTAN que de Rusia. Lo dejó entrever con suma prudencia el canciller de ese país, Ararat Mirzoyan, durante una breve visita a Buenos Aires. La aproximación a Occidente, se apresuró a aclarar, no guarda relación con la de Ucrania, envuelta en una guerra sin fin contra Rusia, sino con la reivindicación de un territorio avasallado, Nagorno Karabaj, a expensas de Azerbaiyán. Miles de residentes de etnia armenia debieron huir mientras una misión de paz rusa miraba al costado. Eso ocurrió en septiembre de 2023 en un enclave del Cáucaso Sur en disputa tras la desintegración de la Unión Soviética. En los papeles, la República de Artsaj, como la llaman los armenios, forma parte de Azerbaiyán, pero se trata de un Estado independiente de facto. Más de 100.000 personas debieron refugiarse en Armenia después de la guerra. Quedan 10 o 15. “En Nagorno Karabaj hubo una limpieza étnica”, concluyó Mirzoyan. Una pieza del (leer más)