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Joe Biden decidió ser candidato a la reelección en 2024. Le cabe el derecho, sobre todo después de la remontada de los demócratas en las elecciones de medio término de 2022. Esa media victoria a mitad de camino, algo así como un referéndum, desinfló por un rato la ambición de Donald Trump dentro de las filas republicanas por la irrupción como precandidato presidencial del gobernador de Florida, Ron DeSantis. En el léxico de Trump, Sleepy Joe pasó a ser Crooked Joe. Traducido: de dormilón, como llamaba a Biden en las presidenciales de 2020, pasó a ser torcido, el apodo despectivo aplicado a Hillary Clinton en las de 2016.
Los problemas legales no amilanan a Trump en su cruzada por volver a la Casa Blanca a pesar de los disturbios del 6 de enero de 2021, cuando los suyos, los muchachos trumpistas, quisieron impedir la certificación de la victoria de Biden con el vergonzoso ataque contra el Congreso. Trump tampoco ahorra epítetos contra DeSantis. Lo llama DeSanctimonious y DeSanctus. O contra otro eventual rival de su propio partido, Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey: “El descuidado… Tiene una bocaza, eso es todo lo que tiene”. ¿Qué ofrece Trump, excepto el resentimiento por haber perdido la reelección a pesar de sus pataleos?
En Estados Unidos, la esperanza de vida promedia los 76 años y monedas. Era de 79, pero cayó en los últimos años debido, principalmente, a la pandemia de coronavirus. La edad de Biden siembra dudas. Tiene 80 años. De ser candidato y ganar la reelección, tendrá 82 y culminará su mandato a los 86. Siete de cada 10 personas creen que debería retirarse cuando concluya el actual mandato, según una encuesta de NBC News. Trump no es mucho menor. Está por cumplir 77 años el 14 de junio. De ser candidato y reincidir, tendrá 82 cuando concluya su gestión.
Dato curioso: el mismo porcentaje, entre los votantes republicanos, apoyaría su candidatura. El sondeo coincidió con la lectura de cargos contra Trump en Nueva York por falsificación de registros comerciales para ocultar información perjudicial en un caso de dinero secreto. También coincidió con el examen de los fiscales y los jurados de Atlanta y Washington de su presunta interferencia en los resultados de las elecciones de Georgia en 2020, su papel en el ataque contra el Congreso al año siguiente y el hallazgo de documentos clasificados en su residencia de Mar-a-Lago, Florida, en 2022. El 46 por ciento de los republicanos votaría por Trump en las primarias republicanas mientras el 31 por ciento se inclinaría por DeSantis.
El índice de aprobación de Biden, el presidente más viejo de la historia, cayó del 40 por ciento durante la mayor parte de su gestión al 37 por ciento en abril, según Gallup
¿Qué pesa más entonces en un escenario de marcada polarización? ¿La edad de Biden, vinculada con sus frecuentes lapsus, o la conducta de Trump? El índice de aprobación de Biden, el presidente más viejo de la historia, cayó del 40 por ciento durante la mayor parte de su gestión al 37 por ciento en abril, según Gallup. La aprueba el 83 por ciento de los demócratas, el 31 por ciento de los independientes y apenas el cuatro por ciento de los republicanos. Pesa la filiación partidaria, más allá del candidato en sí. Siete de los 11 presidentes elegidos después de la Segunda Guerra Mundial obtuvieron calificaciones bajas en el noveno trimestre en el cargo.
En las filas demócratas solo anunciaron sus candidaturas Robert Kennedy Jr., cuyo principal activo es el apellido de su padre, senador por Nueva York, fiscal general de Estados Unidos y candidato presidencial, asesinado en 1968, y de su tío, el presidente John Kennedy, asesinado cinco años antes, y Marianne Williamson, autora de libros de autoayuda. Ninguno le hace sombra a Biden, acompañado nuevamente en la fórmula por la vicepresidenta Kamala Harris, de escasa popularidad.
La imagen de Biden roza el suelo por la inflación, la delincuencia, la presión migratoria y, punto crucial del declive, la caótica retirada de Afganistán. Su eslogan de campaña, Let’s Finish the Job (Terminemos el trabajo), utilizado en el último discurso del Estado de la Unión, en febrero, choca con el de Trump, Make America First Again (Hagamos que América vuelva a ser grande) o MAGA. Juegos de palabras de políticas diametralmente opuestas. Biden ve a Trump como un peligro para la democracia. Trump ve a Biden como un inepto. Casi un duelo personal con música de wéstern o con puños apretados si, finalmente, suben al ring.
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