Política

Entre un extremo y el otro

Dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE) sobre el significado de la palabra autocracia: “Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”. Sinómino de Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador y siguen las firmas en una región, América Latina y el Caribe, en la que regímenes diversos con credenciales democráticas dudosas amagan con defender la multipolaridad, al mejor estilo de Rusia y de China, en desmedro de la unipolaridad, espejo del predominio de Estados Unidos. Entre un extremo y el otro, la tribuna, polarizada, no admite un término medio. Un discurso doméstico para amansar a las fieras, las antiimperialistas, y otro externo para acallar a los acreedores, los imperialistas, en un siglo, el XXI, en el cual izquierdas y derechas confluyen en una maraña de negocios despojados de ideologías. Sonaba mejor hace un ratito, no más, la pertenencia a la izquierda, sinónimo de resistencia y de rebeldía, que a la derecha, emparentada con el nefasto legado de las dictaduras militares y, últimamente, con los gobiernos autocráticos (leer más)

Política

La muerte cruzada como método de supervivencia

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, decidió disolver la Asamblea Nacional antes de vérselas con un juicio político. Quizás haya serenado por un rato los ánimos, pero no resolvió el problema de fondo de las democracias latinoamericanas y caribeñas. Lasso, acusado de haber malversado fondos en un contrato entre la empresa pública de transporte de petróleo, Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec), y la compañía Amazonas Tanker, que le costó al Estado al menos seis millones de dólares, dio un paso al costado. Apeló a un recurso constitucional de nombre apocalíptico, la muerte cruzada. Nunca había sido aplicado. Nada que ver con el autogolpe fallido de su excolega peruano Pedro Castillo, destituido y detenido después de haber intentado disolver el Congreso al estilo Alberto Fujimori. Una crisis sin fin la del Perú. La de Ecuador o la de Lasso después del gobierno de Lenín Moreno, expresidente de Rafael Correa desligado de su liderazgo, exhibe el desmadre de una región signada por la polarización y el desencanto. Lasso gobierna por decreto hasta que se celebren elecciones, algo que (leer más)

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El autoritarismo competitivo

El asalto de los tres poderes de Brasil refleja una crisis. La de la democracia, lastrada en todo el mundo por las dificultades económicas, la caída de las expectativas sociales, la virtual extinción de los partidos políticos tradicionales y la irrupción de líderes autoritarios al frente de coaliciones o movimientos populistas. Un fenómeno que Ignacio Labaqui, consejero académico de CADAL, llama “autoritarismo competitivo” en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. La fisura de Brasil remite a la de Estados Unidos. En ambos casos, con la negación de la derrota en las elecciones de Jair Bolsonaro y de Donald Trump, respectivamente. Tanto uno como el otro conservan mayorías de número de legisladores, lo cual lleva a minorías radicalizadas, como la de los republicanos en la Cámara de Representantes, a imponer la agenda. Labaqui, profesor de Política Latinoamericana y Teoría de las Relaciones Internacionales en la Universidad Católica Argentina (UCA) y de Gobernanza Regional Comparada en el Máster de Estudios Internacionales en la Universidad del CEMA, advierte que las crisis “representan un riesgo para la (leer más)

Otras voces

Anatomía de la desigualdad brasileña

MARAGOGI, Brasil – “Me faltan cien reales para comprarme una bicicleta”, dice Vitória, algo tímida, pero decidida. Habla en voz bajita, con dicción lenta, para que los turistas extranjeros entiendan su idioma y su mensaje. Sobre todo, su mensaje. Su pelo, enredado por el viento, largo y negro, se adivina huérfano de champú. Los ojitos vidriosos, las manos ásperas, sucias de arena, por lo menos. La tez morena y algo cuarteada por el sol abrasador del nordeste brasileño. Pasa el día entero en la playa, con sus diez años mal vividos y una mochila llena de chucherías que intenta vender a cuestas. No sé qué le pesa más. La bicicleta es una meta que le queda lejos. En verdad, no es una meta. Si su realidad fuera otra, podría ser una mentira piadosa. Una mentira blanca que se escapa entre los labios de una criatura de tez negra. Pero su realidad es la que es y la empuja a montar estrategias sin que ella pueda presentar resistencia. No tiene tiempo para elegir; le urge sobrevivir. (leer más)

Actualidad

Otro asalto a la democracia

A dos años y dos días del asalto del Congreso de los Estados Unidos por seguidores de Donald Trump que no aceptaron la derrota en las elecciones de 2020, miles de partidarios de Jair Bolsonaro invadieron y destrozaron las sedes de los tres poderes de Brasil en rechazo al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Una turba descontrolada arribó a la capital en decenas de ómnibus previamente contratados con el fin de deslegitimar la victoria de Lula en la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre, por ajustada que haya sido. Contó con la pasividad de la Policía Militar de Brasilia. Los ataques contra el Congreso, el Palacio de Planalto y el Supremo Tribunal Federal tuvieron como objetivo exigir una intervención militar para echar a Lula, presidente por tercera vez desde el 1 de enero. ¿Fue un conato de golpe de Estado, un acto terrorista o una insurrección? Los facciosos marcharon desde el Cuartel General del Ejército, donde permanecían acampados, a nueve kilómetros de la Plaza de los Tres Poderes, ideada por (leer más)

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Lula, 20 años después

Luiz Inácio Lula da Silva tomó posesión por tercera vez de la presidencia de Brasil en un contexto totalmente diferente del que marcó su primer mandato, en 2003. “La democracia en Brasil estaba en peligro con el gobierno de Bolsonaro, dice el sociólogo Demétrio Magnoli, consejero del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI), en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. El presidente saliente, Jair Bolsonaro, no aceptó la derrota en las elecciones del 30 de octubre y prefirió viajar a Estados Unidos antes de entregarle la banda presidencial. Tampoco estuvo en la ceremonia el vicepresidente saliente, Hamilton Mourao. Fue una transición pacífica después de una campaña en la que hubo asesinatos y episodios de violencia que obligaron a ambos candidatos a usar chalecos antibalas. “El nuevo gobierno se comprometió con una política exterior basada en los intereses y los valores de la Constitución brasileña”, acota Magnoli, columnista de Folha de Sao Paulo y O Globo, y comentarista internacional en Jornal das Dez y Em Pauta, de la red GloboNews. Los seguidores de Bolsonaro (leer más)

Actualidad

La fisura de Brasil

Exactamente 20 años después de su primera investidura, Luiz Inácio Lula da Silva asumió por tercera vez la presidencia de Brasil. De 2003 a 2023, mucha agua corrió bajo el puente en un país cada vez más polarizado. El presidente saliente, Jair Bolsonaro, partió rumbo a Estados Unidos. Nunca reconoció la derrota, al mejor estilo Donald Trump. El vicepresidente, Hamilton Mourao, tampoco participó de la ceremonia. En 1985 ocurrió lo mismo: Joao Figueiredo, el último mandatario de la dictadura militar, se rehusó a colocarle la banda a José Sarney. ¿Berrinches de militares sumidos en la Guerra Fría o falta de respeto a las instituciones de la república? El manual del mal perdedor, del cual puede dar cátedra Cristina Kirchner en Argentina al negarse a transferirle el mando a Mauricio Macri en 2015, incluye la presunción fraude, que no existió, y la equiparación entre dictadores y demócratas. Las sociedades fisuradas, inclusive entre amigos y parientes, necesitan la reconciliación de sus líderes para reconciliarse a sí mismas en lugar de los pataleos improcedentes en beneficio propio. Que (leer más)

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La otra cara del Mundial

Falta casi nada para que ruede la pelota. Todo Mundial de Fútbol tiene un trasfondo político. El de Qatar no es la excepción. Será el primer certamen de esta magnitud en un país de Medio Oriente después de una decisión controvertida de la FIFA en 2010 que levantó ampollas en otros confines por sospechas de soborno. Será también la primera vez que se dispute entre noviembre y diciembre debido a las altas temperaturas de junio y julio. El termómetro no impidió que miles de trabajadores migrantes construyeran los estadios y otras estructuras en condiciones laborales deplorables. “Documentamos numerosos abusos que sufrieron los trabajadores migrantes en Qatar durante la preparación del Mundial, que incluyen falta de pago de los salarios, lesiones e inclusive muertes”, dice Santiago Menna, asistente de investigación de la División de las Américas de Human Rights Watch, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. Miles murieron bajo un sistema laboral llamado kafala por el cual debieron trabajar con temperaturas cercanas a los 50 grados. Provenían en su mayoría de India, Bangladesh (leer más)

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Calma en Brasil después de la tormenta

Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones presidenciales más reñidas de la historia contemporánea de Brasil. Horas después resumió en una frase el clima que se vivía: “¡La democracia está de vuelta!”. La transición, que parecía enturbiada por el silencio del perdedor, Jair Bolsonaro, así como por los bloqueos de carreteras e inclusive los pedidos de intervención militar, pareció a encaminarse ahora en forma normal, observa desde San Pablo el director general de la Fundación Fernando Henrique Cardoso, Sergio Fausto, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. La victoria de Lula en la segunda vuelta por menos de dos puntos había dejado mucha tela para cortar en un país dividido frente a una transición que durará hasta el 1 de enero, cuando se produzca el cambio de gobierno, y un presidente que se disponía a rechazar el resultado con la amenaza de denunciar un fraude al estilo Donald Trump. En Brasil “se jugaba el futuro de la democracia”, dice Fausto, consejero académico de CADAL; codirector del proyecto Plataforma Democrática y la colección (leer más)

Política

El silencio de los votantes

La victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones de Brasil resultó exigua en comparación con los pronósticos que indicaban que podía superar hasta por 20 puntos al presidente, Jair Bolsonaro, y evitar la segunda vuelta. Ganó por un dígito. Algo así como un cinco por ciento. ¿Fallaron las encuestas o callaron los votantes en una sociedad más polarizada que nunca? El dato relevante no surge de los sondeos previos sobre las preferencias electorales, sino de otro. El de la intimidad de los brasileños. Casi la mitad confiesa que en los últimos meses dejó de hablar de política con sus amigos y sus parientes, según Datafolha. El silencio en la intimidad se traduce en respuestas contradictorias o engañosas en las encuestas. Una actitud más frecuente en las mujeres jóvenes, educadas y acomodadas y, entre los dos candidatos, más en los votantes de Lula que en los de Bolsonaro. En la campaña hubo asesinatos y episodios de violencia. Tanto uno como el otro decidieron usar chalecos antibalas en los actos. El miedo a las (leer más)

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“Putin es una amenaza gigantesca”

Los acordes de la guerra vuelven a sonar. Esta vez, en Ucrania, cuyo himno nacional interpreta el violinista y compositor cubano Luis Alberto “Tito” Mariño. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, cumplió con su amenaza de invadir Ucrania, desmentida una y mil veces antes de ordenar los ataques. Europa, al acecho de la versión rusa del TEG, enfrenta la primera ocupación militar de uno de sus países desde la Segunda Guerra Mundial. “Putin es una amenaza gigantesca para el mundo democrático y para el derecho internacional”, dice Eduardo Viola, profesor de relaciones internacionales de la Fundación Getulio Vargas y del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de San Pablo, y consejero académico de CADAL, en Cuarto de Hora. Y agrega: “El riesgo de una guerra mundial y nuclear es altísimo porque Putin es mucho más peligroso que los líderes soviéticos”. Estados Unidos y los otros miembros la OTAN respondieron a la agresión de Putin con una batería de medidas económicas. Sus soldados no ingresarán en Ucrania, país que no integra la alianza atlántica. El (leer más)

Sociedad

La política de los centennials

Que no les incumba la política ni se identifiquen con los políticos no significa que vivan en la Nube de Oort. Los centennials, franja de entre 16 y 24 años de edad, están más preocupados por cuestiones concretas como el cambio climático o los derechos de los animales que por las roscas del poder o el canto de sirena de las campañas. Apoyan la democracia, pero se sienten insatisfechos. No están solos. Zigzaguean entonces entre la apatía (escepticismo sobre las instituciones y baja participación e interés en la política) y la antipatía (apoyo activo a movimientos liberales hostiles a las instituciones pluralistas). Esa tendencia creció en los últimos años merced al surgimiento de una ola populista global de expresiones de izquierda y de derecha, según el informe Juventudes y Democracia en América Latina, de la organización filantrópica Luminate. Continúa en ascenso en Argentina, Brasil, Colombia y México. La apatía pasa a ser antipatía en sociedades en las cuales prima la exclusión social como sistema. Más en varones que en mujeres. El remedio: transmitirles el aporte (leer más)

Actualidad

La democracia pandémica

¿Es culpa de los representantes o de los representados? En esa encerrona está la democracia latinoamericana. Los síntomas de malestar de 2019, con estallidos sociales en diversas latitudes, se vieron agravados por las erráticas gestiones gubernamentales de la pandemia. Cuando tocan elecciones, la ciudadanía tilda de incompetentes a los políticos. Y los políticos, frente a un eventual resultado adverso, sospechan de algún grado de irracionalidad en la ciudadanía. La excusa de los derrotados: casi todos los gobiernos mordieron el polvo en este larguísimo año y tres cuartos de confinamientos, mascarillas y vacunas. ¿Casi todos? No tantos como parece. La oposición más poderosa convive en el seno de las coaliciones, formadas, a veces, por partidos que no comulgan entre sí. Lo cual complica las cosas. Primero hacia dentro: cómo armonizar el discurso. Después hacia fuera: cómo convencer a un electorado no cautivo, presa de las zozobras económicas y, en términos políticos y psicológicos, quemado. Literalmente, quemado. Las elecciones, postergadas en algunos países por la crisis sanitaria, no despiertan el entusiasmo deseado, sino apenas una tímida esperanza (leer más)

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Crisis en cadena

Crisis en cadena y encadenada. La de Argentina, la de Brasil, la del Mercosur y, por si fuera poco, la global, provocada por la pandemia sin fin. La de Argentina, descripta en el libro Más prosperidad. Menos incertidumbre, del economista Ricardo López Murphy, exministro de Defensa y de Economía y excandidato presidencial, guarda relación con el índice de pobreza, del 42 por ciento, justamente “por la falta de prosperidad y los niveles crecientes de incertidumbre”. No se trata de un “libro electoral”, aclara, sino “de un ensayo académico”. López Murphy menciona una “constelación de clientelismo y dependencia”. Eso crea una sociedad en la cual “la rueda ha sido gradual y degradante”. El creciente intervencionismo del Estado “reverdeció con toda energía desde 2002”. “Hay un riesgo de que toda esta cosa desmesurada que estamos viviendo en Argentina vuelva inviables a nuestros vecinos”, dice López Murphy Un escenario cambiante, a los ojos del abogado Julián de Diego, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas: “Bastante simple, pero desafiante para el sector empresario. Todo lo (leer más)

Política

La nueva telenovela de Brasil

Desde la década del cincuenta, la telenovela mantiene en vilo a Brasil. La intercalan con el noticiero. El noticiero, esta vez, estrenó una nueva saga. La de la campaña de 2022, tras la cual Jair Bolsonaro pretende ser reelegido, en lidia con un actor que parecía fuera de reparto: Luiz Inácio Lula da Silva. Lula, dos veces presidente, no zafó de su embrollo por corrupción y blanqueo de dinero, pero Edson Fachin, juez del Tribunal Supremo, anuló cuatro causas en su contra por la falta de competencia de la justicia federal de Curitiba, a cargo de Sérgio Moro, luego ministro de Justicia de Bolsonaro, primero estrella, luego estrellado, y restableció sus derechos políticos. La nueva telenovela supone la revisión de los procesos contra Lula en Brasilia por recibir prebendas a cambio de favores políticos. Otro desfile frente a los tribunales después de haber salido de la cárcel en noviembre de 2019 por un fallo del Tribunal Supremo. La decisión a favor de Lula de uno de los 11 jueces de ese órgano implica la judicialización (leer más)