Sociedad

La mano dura en Iberoamérica

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, encarna con su lucha sin cuartel contra las pandillas aquello que, en el ideario popular, representaba el dictador chileno Augusto Pinochet en 1973. Pasó medio siglo. La mano dura, más allá de los excesos, se ha convertido en una moneda de cambio en Iberoamérica. Dos de cada diez jóvenes de 16 a 25 años que no vivieron los años de plomo están de acuerdo y un 13 por ciento de los mayores de 61 años también. Son porcentajes bajos, pero ambas generaciones se dan la mano en la encuesta anual de Latinobarómetro, que ausculta el pulso de la región desde 1995. Bukele, en el gobierno desde 2019, anunció en julio que pretende ser reelegido en 2024. No puede. En teoría. La letra constitucional de su país solo permite la reelección no consecutiva. Dice el informe: “La gran diferencia con la ola de recesión democrática de los años sesenta del siglo XX es que no hay militares. Esta vez, todos los dictadores son primero civiles elegidos en comicios libres (leer más)

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La rebelión de las banlieues

Hay heridas que no cicatrizan. En Francia, los hijos y los nietos de los inmigrantes se sienten ciudadanos de segunda. Viven en los suburbios de las grandes ciudades, llamados banlieues, donde “tienen dos veces más probabilidades de ser inmigrantes que el promedio nacional y tres veces más probabilidades de estar desempleados», describe Iona Lefebvre en un artículo publicado por el Institut Montaigne. Esos barrios de bajos ingresos reciben menos financiación estatal que cualquier otro del país. De uno de ellos era Nahel, el muchacho de origen argelino abatido por la policía. Su muerte desató la ira colectiva. La rebelión de las banlieues, extendida a casi todo el país,tiene un antecedente. El de 2005. Hubo otros, pero ese año dos jóvenes de 15 y 17 años de esos barrios murieron electrocutados mientras escapaban de la policía. Eran sospechosos de un robo que no cometieron. ¿Qué hizo Nahel, de 17 años? Eludió un control de tránsito. El policía que le disparó a quemarropa en el tórax, acusado de homicidio, está detenido. Ambos hechos ocurrieron en la periferia (leer más)

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El colectivo LGBT+ aboga por la inclusión

Más de la mitad de los argentinos, brasileños, colombianos y mexicanos piensa en mayor o menor medida que la comunidad LGBT+ debería tener más representación en la política, según una encuesta de la fundación global Luminate realizada por el Instituto Ipsos. El trabajo, sobre la base de 4.400 consultas en los cuatro países, responde a la premisa de “garantizar que las personas históricamente subrepresentadas tengan acceso a la información, a los derechos y al poder para influenciar las decisiones que impactan en la sociedad”. La difusión del sondeo coincide con el Mes del Orgullo LGBT+. Coincide, a su vez, con un momento muy particular de las democracias de la región, entreveradas en polarizaciones y extremismos que avasallan los derechos humanos. La exclusión afecta a las mujeres, los negros y otros grupos demográficos. En el caso de la comunidad LGBT+, si bien ha habido progresos últimamente en cuanto a su aceptación con fallos favorables en los tribunales y normas dictadas por los congresos, sus miembros suelen ser víctimas de violencia simbólica y física. «El 63% concuerda (leer más)

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El apagón anímico

El segundo año de la pandemia fue más difícil que el primero, según el índice anual de Gallup sobre las vivencias positivas y negativas de las personas. En 2021, dice, el mundo se convirtió en un lugar un poco más triste y la gente se mostró más preocupada y estresada que en 2020. Al año siguiente, más allá la liberación de algunas restricciones como los confinamientos, la situación empeoró. El síndrome de burnout (literalmente quemado) no perdona. El 42 por ciento de las personas con empleos de escritorio se sienten agotadas, dice un sondeo de Future Forum realizado en Estados Unidos, el Reino Unido, Japón, Australia, Alemania y Francia. ¿Estamos todos quemados? En Argentina, sin ir más lejos, prospera la insatisfacción. La preocupación, la incertidumbre, el miedo y la desconfianza encabezan la tabla de las perspectivas sobre el futuro en el informe mensual de Taquion. El título no deja lugar a dudas en vísperas de las elecciones primarias y generales: El año de la desconfianza. Va en línea con otras encuestas que también reflejan la (leer más)

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La deriva política de Haití

Cuando el primer ministro en funciones de Haití, Ariel Henry, regresó a Puerto Príncipe desde Buenos Aires, donde participó de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el panorama era aún más desolador que cuando había partido. Policías vestidos de civil atacaron su casa como correlato de una protesta por la muerte de varios de los suyos a manos de las pandillas, dueñas y señoras de un país que perdió la última institución elegida democráticamente: el Senado. Diez senadores concluyeron sus mandatos en enero. Como no hay elecciones desde octubre de 2019, el interinato de Henry se convirtió en una suerte de dictadura de facto sin un solo senador ni un solo diputado y sin certeza sobre la posibilidad de que los haitianos concurran a las urnas. Desde el crimen en julio de 2021 del presidente Jovenel Moïse, que gobernaba a golpes de decretos, Henry tomó las riendas del país. Había sido designado por Moïse, asesinado dos días después. Al no haber legisladores, el Congreso no pudo confirmarlo constitucionalmente. La última (leer más)

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El salvador de El Salvador

Después de nueve meses en estado de excepción, El Salvador cree que encontró al salvador. El presidente Nayib Bukele aplica la mano dura contra las pandillas con la bendición de la ciudadanía. Una catapulta para entusiasmarse con su reelección en 2024 mientras bajan los índices del delito, pero crece la falta de garantías de los derechos humanos. El precio, demasiado alto, supone un deterioro de la democracia mientras el autoritarismo gana terreno.  En menos de un año hubo 1.000 casos graves de violaciones y abusos y la muerte de al menos 90 personas bajo custodia del Estado salvadoreño. Un sondeo de LPG Datos, del diario La Prensa Gráfica, de San Salvador, dice que el 87,8 por ciento de los salvadoreños aprueba los tres años y medio de gestión de Bukele y que el 89,5 por ciento está de acuerdo con el combate de policías y militares contra las pandillas más allá de los métodos. Otro, hecho por la ONG Fundaungo, recoge cifras similares: el 89,8 por ciento se siente conforme con el estado de excepción, (leer más)

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Cuando el río no suena

En un pueblo de Extremadura, España, de apenas 600 habitantes, cerca de Portugal, la economía gira alrededor del arroz. Imposible cultivarlo sin agua. La sequía acecha por tercer año consecutivo, el peor desde que comenzaron los registros en 1964. Raúl e Inés, matrimonio de mediana edad, me dicen que procuran sobrellevar la falta de lluvias con los olivos y otras plantaciones. Trabajan la tierra de la mañana a la noche. Sin respiro. Suplican por un milagro de la Virgen de Guadalupe, patrona del lugar. Un milagro que se traduce en agua para su par de hectáreas. Un milagro que espante la secuela más alarmante de un sol que raja la tierra: los robos en el campo de sus propios vecinos. Cambio climático a la vista. Una realidad que no pudo atenuar la cumbre del clima COP27, realizada en Sharm el Sheij, Egipto, con los bemoles de un fondo común para los daños y las pérdidas. Las naciones ricas que emiten más gases de efecto invernadero deberían aportar recursos para costear los quebrantos de los países (leer más)

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Seremos 8.000 millones en noviembre

La ONU le puso fecha: 15 de noviembre. Si acierta el informe Perspectivas de la Población Mundial, ese día nacerá el ciudadano número 8.000 millones. En 1950 éramos 2.600 millones. De 5.000 millones en 1987 pasamos a ser 6.000 millones en 1999 y 7.000 millones en 2011. ¿En qué contexto seremos 8.000 millones, con una peste en curso y una guerra en particular, la de Ucrania, que está provocando la peor crisis alimentaria en décadas mientras sube el precio de la energía, trepa la inflación y crece el desencanto con puntos cruciales como el colapso de Sri Lanka, el asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe y las implosiones de gobiernos europeos. En 2023, India superará a China en la cantidad de habitantes. Estimada, en número redondos, en 1.400 millones. Lejos están Estados Unidos, con 337 millones; Indonesia, con 275 millones; Pakistán, con 234 millones, y Nigeria, con 216 millones. Más lejos aún, en perspectiva, se encuentran los 27 miembros de la Unión Europea, cuya tasa de muertes fue mayor que la de nacimientos (leer más)

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El cuchillo va a la derecha

Tres latigazos en una semana: la Corte Suprema de Estados Unidos dejó de reconocer el aborto como una prerrogativa constitucional, revocó la ley de Nueva York que restringía el derecho de portar armas y, en un país que se vanagloria de ser laico desde su fundación, acortó la separación entre la Iglesia y el Estado al permitir que fondos públicos sean utilizados para mantener escuelas religiosas. Las sentencias del máximo tribunal, dominado por la mayoría conservadora heredada del gobierno de Donald Trump, despertaron indignación y aplausos por partes iguales. Señal de una polarización que excede el ámbito judicial. Trump tuvo la extraordinaria posibilidad de nombrar a tres jueces afines a los ideales republicanos: Amy Coney Barrett en 2020, Brett Kavanaugh en 2018 y Neil Gorsuch en 2017. Dejó un campo minado con seis magistrados conservadores y tres liberales, designados por demócratas. Los muchachos trumpistas siguen fieles a su legado, más allá de que un comité de la Cámara de Representantes haya demostrado que conspiró contra su propio vicepresidente, Mike Pence, en su afán de anular (leer más)

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El miedo a la libertad

En varios países, las coaliciones de gobierno y de oposición se han deglutido a los partidos tradicionales. La ausencia del bipartidismo, animada en ocasiones por algún tercer partido en discordia, ha creado un vacío que las coaliciones de gobierno y de oposición insisten en llenar con periodistas y medios de comunicación por miedo. Por miedo a la libertad, como supo llamarlo Erich Fromm. Esa confusión de roles avivó la añeja obsesión de encasillarlos en la izquierda, la derecha o la conspiración, según sus intereses, sin reparar en que un gobierno sin periodistas que van contra la corriente, metáfora del afán totalitario, termina siendo pernicioso para la sociedad. Thomas Jefferson, tercer presidente de Estados Unidos entre 1801 y 1809, prefería periódicos sin un gobierno antes que un gobierno sin periódicos. No defendía los mentados “intereses mediáticos”, sino un pilar de la democracia. Durante la dura campaña tras la cual ganó las elecciones, a comienzos del siglo XIX, los periódicos ventilaron sus enredos con una esclava mulata. Tuvo con ella un hijo que no reconoció. “Deploro el (leer más)

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La política de los centennials

Que no les incumba la política ni se identifiquen con los políticos no significa que vivan en la Nube de Oort. Los centennials, franja de entre 16 y 24 años de edad, están más preocupados por cuestiones concretas como el cambio climático o los derechos de los animales que por las roscas del poder o el canto de sirena de las campañas. Apoyan la democracia, pero se sienten insatisfechos. No están solos. Zigzaguean entonces entre la apatía (escepticismo sobre las instituciones y baja participación e interés en la política) y la antipatía (apoyo activo a movimientos liberales hostiles a las instituciones pluralistas). Esa tendencia creció en los últimos años merced al surgimiento de una ola populista global de expresiones de izquierda y de derecha, según el informe Juventudes y Democracia en América Latina, de la organización filantrópica Luminate. Continúa en ascenso en Argentina, Brasil, Colombia y México. La apatía pasa a ser antipatía en sociedades en las cuales prima la exclusión social como sistema. Más en varones que en mujeres. El remedio: transmitirles el aporte (leer más)

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La peste con otro nombre

Lo había advertido en enero de 2021 el Centro de Análisis y Prospectiva de la Guardia Civil de España: cada vez habrá más pandemias y alguna podría ser “devastadora”. La peste cambia de nombre, no de fisonomía. Que se llame variante Delta u Ómicron, de modo de no confundir las letras que correspondían, Nu con new (nuevo, en inglés) por su parecido fonético y Xi con el apellido del presidente de China, Xi Jinping, usual en su país, no modifica nada. El alfabeto griego sirve para no estigmatizar al presunto país de origen. En este caso, Sudáfrica. Una forma de evitar afrentas como la de Donald Trump con su latiguillo sobre el “virus de China”. Cuando surge una nueva variante, el mundo vive una suerte de déjà vu. Un mundo signado por la desigualdad que, frente al peligro, cierra fronteras como si tratara de tapiar un campo. La peste con otro nombre, sin ánimo de «ofender a cualquier grupo cultural, social, nacional, regional, profesional o étnico», revela los límites de la Organización Mundial de la (leer más)

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Bla, bla, bla

La crisis sanitaria eclipsó la emergencia climática en 2020. Comprensible. Hasta cierto punto. Un año después, con repetición de incendios, sequías, inundaciones, huracanes y olas de calor sin precedente, la cumbre mundial sobre el cambio climático COP26 o Conferencia de las Partes arroja un resultado provisional magro. “Bla, bla, bla”, a los ojos de la activista sueca Greta Thunberg. Dos contradicciones. La primera: en un par de días aterrizaron en Glasgow, Escocia, unos 400 aviones. Dejaron una huella de 13.000 toneladas de dióxido de carbono entre desplazamientos aéreos y terrestres. La segunda: los faltazos del país más contaminante del planeta, China, y de Rusia. El grito de Greta, “bla, bla, bla”, anticipa el fracaso de dos semanas de sesiones, entre el 31 de octubre y 12 de noviembre, a cinco años y once meses de la firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático. La ONU consiguió el 12 de diciembre de 2015 el compromiso de 195 naciones para detener el aumento de la temperatura mundial merced a la eliminación progresiva de los gases (leer más)

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La pandemia del malhumor

Los frascos de las vacunas tienen tres palabras dramáticas: fecha de vencimiento. Y seis números aún más dramáticos: 08.2021. En la ciudad holandesa de Leiden, alerta The Washington Post, “90 pequeñas cajas blancas que contienen miles de dólares de la vacuna AstraZeneca” están a punto de caducar. ¿Por qué no son enviadas a otros países? Porque, por razones legales y logísticas, los Países Bajos no pueden donarlas. En Israel, agrega el Post, 80.000 dosis de Pfizer-BioNTech vencieron en julio. Polonia eliminó 73.000 de varios fabricantes. Mientras Argentina y otros países esperan la segunda dosis de Sputnik, Eslovaquia devolvió 160.000 a Rusia. El sobrante de unos contrasta con la emergencia de los otros. Sólo Carolina del Norte, Estados Unidos, dispone de 800.000 dosis con fecha de vencimiento inminente mientras apenas el 2,2 por ciento de la población de África había recibido la primera dosis a finales de julio. En África expiraron el 9 de agosto 469.868 dosis de varias marcas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Liberia perdió 27.000. Malawi, 20.000. No se trata (leer más)

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¿Debe ser obligatoria la vacunación?

Que la vacuna tal, que la vacuna cual, el mundo avanza a diferentes velocidades en el afán, supuestamente generalizado, de frenar la ola de contagios y de muertes por el coronavirus. En algunos países, con exceso de dosis. En otros, con escasez de la segunda. Y en otros, sin la primera ni la siguiente ni, menos aún, el potencial refuerzo de una tercera. La carrera contra la variante Delta, con mayor carga viral que las anteriores, tiene varios obstáculos. Desde el acierto hasta la impericia de los gobiernos y, cartón lleno, la resistencia de aquellos que desconfían de la vacuna o rezongan contra el autoritarismo de sus autoridades. Todo confluye en la madre de todas las dudas: ¿libertad individual o compromiso colectivo? Sólo el 14,7 por ciento de la población mundial recibió las dos dosis de la vacuna tal o cual, según Our World in Data. El 28,5 recibió una. Si en Europa se vacunaron con una dosis 85 de cada 100 personas, en Oceanía la proporción disminuye a 34. En Argentina, poco más de (leer más)