Alarmante baja de la libertad de prensa

América obtuvo su peor promedio desde que se hace el Índice Chapultepec, revisión anual de la que participan expertos en libertad de prensa y expresión, metodología y estadística




Un llamado de alerta en la Asamblea General de la SIP
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El promedio de libertad de prensa y de expresión en América descendió a su escalón más bajo en los últimos cuatro años, reveló la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en su 79ª Asamblea General, realizada en la ciudad de México.

Los 22 países auscultados experimentaron por primera vez un descenso por debajo de los 50 puntos en el Índice Chapultepec, medición anual de variables de libertad de prensa y expresión. La región obtuvo su peor calificación desde la primera edición, en 2020: 47,84 puntos sobre 100 posibles. Un llamado de alerta, como indica el informe elaborado por la SIP en alianza con la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), de Caracas, con expertos en libertad de prensa y expresión, metodología y estadística.

En un año fueron asesinados tres periodistas en México, dos en Guatemala, uno en Colombia y otro en Haití. Siete, en total. Entre las razones del declive figuran en el informe las frecuentes amenazas a la vida y la seguridad de los periodistas, semillas de la autocensura, así como los arrestos, los secuestros y los exilios. Eso va en detrimento de la democracia y del ejercicio de uno de los derechos ciudadanos fundamentales: la libertad de prensa y de expresión.

La erosión de esos derechos en Cuba, Venezuela y Nicaragua se ve agravada por el deterioro en Honduras, El Salvador, Bolivia y Guatemala. Ha habido caídas importantes en Costa Rica, Colombia, Perú, Argentina, Paraguay y Ecuador. También empeoraron Jamaica, Uruguay, Panamá, Estados Unidos y Canadá. Solo República Dominicana sacó la cabeza del agua.

«En nada ayuda la estigmatización del periodismo como si fuera el responsable de esos problemas»

Así como el expresidente norteamericano Donald Trump impuso la retórica contra la prensa y dejó abierta la puerta para dictar leyes por difamación contra los medios de comunicación, su sucesor demócrata, Joe Biden, prefiere ofrecer discursos por televisión antes que responder preguntas de los periodistas.

Esa actitud despectiva hacia la prensa tiende a ser contagiosa con arengas hostiles de políticos de otras latitudes, como los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; de Colombia, Gustavo Petro, y del Perú, Dina Boluarte.

En Argentina, la relación con la prensa del candidato presidencial Javier Milei, de ultraderecha, creó “preocupación en organizaciones de libertad de prensa” por “más de una veintena de agresiones y actitudes intimidantes contra periodistas, desde insultos hasta demandas judiciales” y por su promesa, en caso de ganar las elecciones, de eliminar “la publicidad oficial, confundiendo la pauta pública con un subsidio, lo que choca con la posición de la Corte Suprema de Justicia, que la reconoce como un mecanismo que contribuye al acceso a la información y a la libertad de expresión”, señala la SIP en sus conclusiones.

Dice el informe, titulado El peligro de la autocensura, “la intolerancia, expresada en agresiones de todo grupo y factor contra el periodismo, divide aún más a un país con una independencia de poderes en discusión y con una brújula desnortada en medio de la acentuada crisis económica y los casos frecuentes de inseguridad y de corrupción. En nada ayuda la estigmatización del periodismo como si fuera el responsable de esos problemas. Dilemas, en realidad”. Como ocurre en otros países de la región. Lamentable. Y alarmante.

Jorge Elías

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