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Nicaragüenses forzados al destierro

La Corte Suprema de Justicia de Nicaragua ordenó el despojo de la nacionalidad y la confiscación de los bienes de 135 críticos del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Fueron desterrados a Guatemala el 5 de septiembre. En 2023, tras ser despojada de su nacionalidad junto con otros 93 nicaragüenses, Azahálea Solís, miembro de la Unidad de Defensa Jurídica y del Movimiento Autónomo de Mujeres de Nicaragua, pasó por ese trance. Dice en Cuarto de Hora, programa de CADAL TV, desde Costa Rica: “Nicaragua se ha convertido en una enorme cárcel para la ciudadanía”. El régimen, a su vez, hizo una controvertida reforma del Código Penal destinada a enjuiciar a opositores, lo que le permitiría imponer cadena perpetua a los condenados por lavado de activos. La aprobó la Asamblea Nacional. Según esa enmienda, las leyes penales nicaragüenses se aplicarían también a delitos cometidos fuera del territorio nacional. Entre ellos se encuentran las amenazas a la integridad nacional, el tráfico de migrantes, las infracciones contra la administración pública, los ciberdelitos y cualquier otro delito perseguible (leer más)

Política

La única guarida de Maduro

La farsa electoral venezolana se pareció a la nicaragüense. Ambos regímenes son primos ideológicos hermanos. La diferencia radica en los tiempos y las formas de cada uno. El régimen de Venezuela amenaza a la líder opositora proscripta, María Corina Machado, y al candidato presidencial, Edmundo González Urrutia, con encarcelarlos por “acciones terroristas” y otros dislates después de los comicios del 28 de julio. En Nicaragua, Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, más expeditivos y descarados, enviaron a prisión a todos los opositores antes de las elecciones del 7 de noviembre de 2021. Tiempos y formas. Uno, el coloso petrolero, maquilló los comicios como si hubieran sido un ejercicio destinado a revalidar la tiranía, más allá de la falta de evidencias del resultado real. El otro, sin nada de particular en el concierto internacional, hizo y deshizo a su antojo, al margen del estupor de propios y extraños por la ausencia de libertades, la violación de los derechos humanos y la censura. La casa matriz, Cuba, bendijo el esperpento revolucionario de supuesta izquierda (leer más)

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El furor y el delirio de Cuba

Jorge Masetti, periodista y cineasta, nació en 1955 en Argentina. Creció en Cuba. En 1964 falleció su padre, Ricardo Masetti, fundador de Prensa Latina. Diez años después, como miembro del Departamento de América de Cuba, inició sus actividades en América Latina. Antes de emprender misiones en Argentina, Nicaragua, Chile, Angola e Italia había sido guerrillero del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en su país natal. “Tuve una infancia feliz”, repone desde París en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV, más allá de que le hubiera gustado ser el hijo de Ricardo, no del Comandante Segundo, carne y uña con el Che Guevara. La carrera revolucionaria de Masetti concluyó en forma abrupta en 1989. Su suegro, el coronel Antonio de la Guardia, fue fusilado junto al general Arnaldo Ochoa, héroe de Angola, y otros dos militares cubanos por un dudoso tráfico de drogas y de marfil que involucraba a Fidel y Raúl Castro. En 1990, Masetti se exilió en Francia, donde publicó tres años después el libro El furor y el delirio. No solo (leer más)

Política

La derrota de los gobiernos

La toma de posesión de Javier Milei en Argentina tras su victoria en el balotaje forma parte de un ciclo. El de las derrotas de los partidos de gobierno en Iberoamérica. Con una excepción: Paraguay, donde el inoxidable Partido Colorado revalidó títulos más allá de que el nuevo presidente, Santiago Peña, no haya sido bendecido por su antecesor, Mario Abdo Benítez. En total, según Latinometrics, el 73% de los oficialismos mordió el polvo en la última década, marcada en su tramo final por la pandemia del malhumor, la guerra de Rusia contra Ucrania y economías que no respondieron a las expectativas de la ciudadanía. La epidemia de sinsabores excluye a regímenes que se codean con el rancio epitafio del autoritarismo, como la Cuba de Miguel Díaz-Canel, la Venezuela de Nicolás Maduro y la Nicaragua de Daniel Ortega. Tres modelos del mismo cuño, más allá de que celebren elecciones. Periódicas y amañadas, inclusive en la isla. El caso peculiar resulta ser Brasil, gobernado de 2003 a 2010 por Luiz Inácio Lula da Silva, luego por Dilma (leer más)

Sociedad

Alarmante baja de la libertad de prensa

El promedio de libertad de prensa y de expresión en América descendió a su escalón más bajo en los últimos cuatro años, reveló la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en su 79ª Asamblea General, realizada en la ciudad de México. Los 22 países auscultados experimentaron por primera vez un descenso por debajo de los 50 puntos en el Índice Chapultepec, medición anual de variables de libertad de prensa y expresión. La región obtuvo su peor calificación desde la primera edición, en 2020: 47,84 puntos sobre 100 posibles. Un llamado de alerta, como indica el informe elaborado por la SIP en alianza con la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), de Caracas, con expertos en libertad de prensa y expresión, metodología y estadística. En un año fueron asesinados tres periodistas en México, dos en Guatemala, uno en Colombia y otro en Haití. Siete, en total. Entre las razones del declive figuran en el informe las frecuentes amenazas a la vida y la seguridad de los periodistas, semillas de la autocensura, así como los arrestos, los secuestros y (leer más)

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La farsa de la narrativa cubana

“Que en Cuba hay un gobierno aceptado por la mayoría es una farsa», suelta Oscar Grandío, politólogo e historiador cubano, durante una entrevista en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. En su discurso frente a la Asamblea general de la ONU, el presidente Miguel Díaz-Canel había condenado las sanciones y embargos de Estados Unidos contra su país, Venezuela y Nicaragua. Grandío, licenciado en Relaciones Políticas Internacionales por el ISRI de Cuba y doctorado en Historia por la Universidad York de Canadá, con una maestría en Estudios de Asia y África en El Colegio de México, dice que la narrativa de Díaz-Canel “pinta a Cuba como un país en el cual los derechos a la educación, a la salud y el acceso directo al poder político por las masas están garantizados. Es una farsa”. Durante su estada en Nueva York, en medio de movilizaciones en su contra en varias ciudades de Estados Unidos y de Canadá, Díaz-Canel presentó en su condición de presidente pro tempore del G77+China, la candidatura de Cuba para el próximo (leer más)

Sociedad

La mano dura en Iberoamérica

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, encarna con su lucha sin cuartel contra las pandillas aquello que, en el ideario popular, representaba el dictador chileno Augusto Pinochet en 1973. Pasó medio siglo. La mano dura, más allá de los excesos, se ha convertido en una moneda de cambio en Iberoamérica. Dos de cada diez jóvenes de 16 a 25 años que no vivieron los años de plomo están de acuerdo y un 13 por ciento de los mayores de 61 años también. Son porcentajes bajos, pero ambas generaciones se dan la mano en la encuesta anual de Latinobarómetro, que ausculta el pulso de la región desde 1995. Bukele, en el gobierno desde 2019, anunció en julio que pretende ser reelegido en 2024. No puede. En teoría. La letra constitucional de su país solo permite la reelección no consecutiva. Dice el informe: “La gran diferencia con la ola de recesión democrática de los años sesenta del siglo XX es que no hay militares. Esta vez, todos los dictadores son primero civiles elegidos en comicios libres (leer más)

Actualidad

Ucrania queda lejos o Putin está cerca

Detrás de los encuentros y de los desencuentros de toda cumbre internacional siempre quedan dudas. Los 27 de la Unión Europea (UE) mantienen una posición más o menos unánime sobre la invasión de Rusia a Ucrania. En otros términos, la guerra no es en Ucrania, sino contra Ucrania. Quizá porque la padecen en carne propia cerca de sus fronteras y asimilen a simple vista el dolor de los refugiados. En la otra orilla del Atlántico, los 33 de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) muestran diferencias. Matices. E, inclusive, visiones opuestas, como las de Nicaragua, Cuba y Venezuela, o sesgadas, como la de Brasil. El régimen de Daniel Ortega bloqueó el comunicado conjunto y quedó fuera de la firma, renuente a condenar los estragos provocados por Vladimir Putin en Ucrania. Que tampoco figuraron finalmente. Alzó la voz el presidente de Chile, Gabriel Boric, ante la posibilidad de que cualquier país podía ser blanco de una agresión similar. En vano. Su par de Colombia, Gustavo Petro, forjado en la guerrilla, admitió que (leer más)

Política

Entre un extremo y el otro

Dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE) sobre el significado de la palabra autocracia: “Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”. Sinómino de Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador y siguen las firmas en una región, América Latina y el Caribe, en la que regímenes diversos con credenciales democráticas dudosas amagan con defender la multipolaridad, al mejor estilo de Rusia y de China, en desmedro de la unipolaridad, espejo del predominio de Estados Unidos. Entre un extremo y el otro, la tribuna, polarizada, no admite un término medio. Un discurso doméstico para amansar a las fieras, las antiimperialistas, y otro externo para acallar a los acreedores, los imperialistas, en un siglo, el XXI, en el cual izquierdas y derechas confluyen en una maraña de negocios despojados de ideologías. Sonaba mejor hace un ratito, no más, la pertenencia a la izquierda, sinónimo de resistencia y de rebeldía, que a la derecha, emparentada con el nefasto legado de las dictaduras militares y, últimamente, con los gobiernos autocráticos (leer más)

Política

El divorcio de las naciones

Si las fronteras son las cicatrices de la historia sobre los mapas, las separaciones territoriales por cuestiones políticas, económicas o raciales reflejan diferencias irreconciliables. Un camino sin retorno que, en países polarizados, pueden llevar a la estupidez de recrear guerras civiles. En Estados Unidos, la representante republicana Marjorie Taylor Greene, enrolada en la derecha radical alentada por el expresidente Donald Trump, propuso un divorcio nacional, textuales palabras, entre Estados rojos (republicanos) y azules (demócratas). Delirante, pero real. Una cosa es el Brexit, del cual muchos británicos se sienten decepcionados, y otra, muy distinta, es el separatismo dentro de los países, como el que se plantea Cataluña de España o Escocia del Reino Unido. La iniciativa de la representante Taylor Greene tiene poco sentido en un país que, a pesar de sus discrepancias internas, marca el pulso del planeta para bien o para mal. La división coyuntural, latente en las cloacas de las redes sociales de medio mundo con improperios contra aquel que no piensa igual, ¿llevaría a los rojos a mudarse de los Estados azules (leer más)

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Las contradicciones de la Celac

El contrapunto entre el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y la mayoría de los mandatarios que participaron de la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en Buenos Aires marca el tono de la disputa en la región sobre tres ejes fundamentales: la democracia, los derechos humanos y las instituciones. “La Celac da la impresión de ser un club de amigos autoritarios”, dice Julio Montero, doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de La Plata y en Teoría Política por la University College London, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. Mientras el Perú y Bolivia arden en protestas, el foro político insistió en poner fin al embargo contra Cuba, rechazar las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela e ignorar deriva autoritaria de Nicaragua. “Estoy sumamente preocupado por la regresión en la democracia y los derechos humanos en la región”, confiesa Montero, consejero académico de CADAL, investigador adjunto del Conicet y profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de San Andrés. En el cónclave, (leer más)

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La erosión del Estado de Derecho

El Estado de Derecho ha declinado en todo el mundo por quinto año consecutivo, según la medición anual del Índice del Estado de Derecho 2022 de World Justice Project (WJP), con sede en Washington. La adherencia al Estado de Derecho cayó un 61  por ciento en los 140 países y jurisdicciones que el WJP ausculta cada año, dice la investigadora senior Natalia Rodríguez en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. ¿Cómo se mide el Estado de Derecho? Con ocho factores: Estos factores se miden por medio de 550 preguntas y variables en encuestas que realizan 3.600 expertos legales en más de 154.000 hogares. Dos tercios de los 140 países en el mundo continuaron disminuyendo sus puntajes en 2022, del mismo modo que en 2021. En América Latina y el Caribe, 21 de los 32 países declinaron su puntuación este año. De esos 21 países, 16 también presentaron un declive en 2021. Entre los mejores puntajes de la región, Uruguay ostenta el primer lugar y ocupa el puesto número 25 en la clasificación mundial, (leer más)

Política

Nicaragua no tiene cura

A los ojos de Daniel Ortega, sus enemigos responden a una conjura orquestada por Estados Unidos, el Vaticano y todo aquel que no comulga con el régimen. En agosto ordenó el arresto del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez; de 11 sacerdotes, y de dos seminaristas sin precisar los cargos. Cinco meses antes había expulsado al nuncio apostólico, Waldemar Sommertag, representante del Papa. Hasta las 18 monjas de Misiones de la Caridad, creada por la Madre Teresa de Calcuta, debieron salir de Nicaragua. El país, polarizado desde los años noventa, no tiene cura. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) ha declarado en desacato permanente a Nicaragua por no respetar sus resoluciones sobre 46 opositores presos por razones políticas. La mayoría está en la opresiva cárcel policial El Chipote, de Managua, desde hace más de un año. Algunos de ellos osaron presentarse en 2021 como candidatos en las presidenciales que ganó sin escollos ni rivales el gobierno de Ortega y de su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo. Lo pagaron caro: fueron arrestados. La farsa electoral (leer más)

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La represión como forma de gobierno

María Teresa Blandón partió el 24 de junio desde el aeropuerto de Managua. Iba a regresar el 1 de julio, pero se enteró en San Salvador que el régimen de Daniel Ortega le había prohibido el ingreso en su propio país. “En Nicaragua, el cierre del espacio cívico es total y la represión se ha instalado como forma de gobierno”, resume Blandón desde su exilio en otro país de América Central durante una entrevista en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. Las últimas noticias de Nicaragua son poco alentadoras. Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, dieron en noviembre un paso más hacia la instauración de un régimen de partido único con la consumación de otra farsa electoral. El Frente Sandinista pasó a controlar las 153 alcaldías del país en elecciones tildadas de fraudulentas al igual que las presidenciales de 2021 en las cuales Ortega mandó encarcelar a todos los candidatos opositores para acceder a su quinto mandato, el cuarto consecutivo. Blandón, socióloga e integrante de la articulación feminista, recuerda que 3.000 (leer más)

Política

Víctima de sí mismo

Desafiante en su papel de víctima, Donald Trump se rehusó a declarar sobre las prácticas empresariales de su compañía en Nueva York poco después de que el FBI emprendiera una redada sin precedente en su mansión con refugio nuclear y club de golf privado de Mar-a-Lago, Palm Beach, Estado de Florida. Lo usual en otras latitudes resulta una rareza en Estados Unidos, no habituado al allanamiento de la propiedad de un expresidente, su domicilio fiscal desde 2019. Trump y los suyos compararon al gobierno de Joe Biden, desmarcado de los procesos judiciales, con el de países rotos del Tercer Mundo. Más precisamente con Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega. La Ley de Registros Presidenciales de 1934 obliga a los expresidentes de Estados Unidos a entregar todo el material relacionado con su gestión. Trump, acusado dos veces de haberse quedado con registros confidenciales, está involucrado en una extensa serie de pesquisas por su conducta personal y política, así como por su desprecio del Estado de Derecho. Lo pinta de cuerpo entero el asalto del Capitolio (leer más)