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Política

Alquilo casa / buena ubicación / apta presidente

Si el Norte fuera el Sur, la crisis electoral norteamericana sería propia de las desprolijidades nuestras de cada día Dios no juega a los dados, según Einstein, pero, en un descuido, dejó caer el cubilete. Y organizó el caos. Al punto que México tiene por primera vez en 71 años un presidente no comprometido con las mañas, y con las artimañas, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y los Estados Unidos tienen por primera vez en 124 años un conflicto de intereses, y de mezquindades, digno de las peores tradiciones latinoamericanas. ¿Contagio mutuo? Pellízquese si no puede creerlo. Minutos después del cierre de las elecciones mexicanas, el 2 de julio, Televisa encabezó la caravana de cadenas de televisión que conmovió al mundo con la victoria de Vicente Fox, o la derrota del PRI, aceptada de inmediato por Ernesto Zedillo. Minutos después del cierre de las elecciones norteamericanas, el 7 de noviembre, Fox (no Vicente) encabezó la caravana de cadenas de televisión que conmovió al mundo con la victoria de George W. Bush, o la derrota de (leer más)

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Política

La delgada línea roja

¿A qué apunta la ayuda de Clinton? ¿A erradicar los cultivos ilegales o a propiciar una intervención norteamericana? CARTAGENA DE INDIAS, Colombia.– Guerra del Sur la llaman. A ella irá a parar el grueso de los 1300 millones de dólares que aprobó con dudas el Congreso de los Estados Unidos, temeroso de otro Vietnam, y que redondeó con certezas Bill Clinton. In situ, el miércoles en Colombia, de modo de despejar dudas y de contagiar certezas en aras de erradicar los cultivos de coca y de amapola esparcidos en el territorio del tamaño de Suiza que el gobierno de Andrés Pastrana cedió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con la vana intención de entablar un diálogo de paz en medio de la guerra. Guerra sin fin, digamos. En la cual el desorden de los factores no altera el producto: secuestros, chantajes, persecuciones, mutilaciones, muertes. Y sume en la pobreza a la mitad del país, doblegada por el drama de los desplazados y de los desempleados. De los desamparados, en realidad. Gente que deja (leer más)

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Política

Casémonos vía México, Chile o Paraguay

La gira de Fox por el Cono Sur coincidió con el desafuero de Pinochet y con elecciones en el único país del Mercosur que no visitó ASUNCIÓN.– No sólo por la boca muere el pez. También muere por el puño. O por la letra: “En la vida militar se vive quizá con mayor claridad formal que en otra parte en la permanente dinámica de mandar y obedecer. En la organización militar quien no sepa mandar, no sirve. Y quien no sepa obedecer, tampoco sirve. Por lo demás, y aunque resulta un tanto drástico decirlo así, en la vida la persona que resulta más inútil es aquella que no sabe mandar ni obedecer”. ¿Napoleón? Frío. ¿Maquiavelo? Frío. ¿Bolívar? Más frío aún. Es una perla del pensamiento vivo de Pinochet. De su libro Política, politiquería y demagogia, editado en 1983. Párrafo, frío a secas, trascripto en el veredicto de la Corte de Apelaciones de Santiago por el cual, después de 10 años de impunidad como correlato de 17 de dictadura, ha sido despojado de sus fueros de (leer más)

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Economía

Lo atamos con alambre

Cardoso procura que Brasil se consolide como líder de la región, pero sufre reveses que debilitan su aspiración Detrás de la escandalosa revalidación del poder de Fujimori en el Perú hubo gato encerrado, según trascendió. O, al menos, un pacto incumplido con Fernando Henrique Cardoso, su par brasileño, presuntamente acordado poco después de que la sangre llegara al río con el retiro de los observadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en vísperas de las elecciones y, como correlato de ellas, con las sospechas de fraude expresadas con dureza inusual por los Estados Unidos. Señales, o advertencias, que Fujimori pasó por alto. Como también habría pasado por alto el gesto, o el silencio, de la diplomacia brasileña con tal de atenuar el impacto que podrían haber tenido las sanciones que barajaban los Estados Unidos en la OEA. El silencio, siempre más difícil que la palabra, tenía un costo: que Fujimori, a cambio de no ser aislado, emitiera de inmediato señales y gestos en favor de la democracia y de la apertura política en (leer más)

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Política

Desaforados

Finalmente, la Organización de los Estados Americanos (OEA) demostró que podría pagar parte de sus deudas, originadas por mora de los países miembros, si se abstiene de mandar observadores a los procesos electorales. Es más barato confiar en la palabra de los ganadores, como Fujimori, que gastar dinero y tiempo, o viceversa, en levantar campamento por sospechas de fraude, dejando todo a la buena de Dios, para convalidar, después, las trampas advertidas entre bambalinas. O los observadores observaron mal, o los observados observaron mejor. Es un dilema. Quizás otro habría sido el desenlace en el Perú si los Estados Unidos no hubieran metido sus narices. La amenaza unilateral de sanciones, rechazada por la mayoría en la OEA, sólo despertó nacionalismos. O reparos. Esos que dictan, tanto en México como en Venezuela en vísperas de sus elecciones, que cada uno debe resolver sus asuntos en casa. Sin participación extranjera. Menos aún de los primos del Norte, imperialistas durante las dictaduras, intervencionistas desde Kosovo. Y, sin embargo, admirados por todos. Vaya contradicción. ¿Que podría haber hecho la (leer más)

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Política

Durmiendo con el enemigo

Supongamos que un vecino del edificio golpea a la mujer frente a los hijos. Nos consta por el escándalo, en su departamento, y por el carácter de él. Agresivo, generalmente. ¿Qué podemos hacer? Ignorarlo, llamar a la policía o, armados de valor, tocar el timbre. Si vamos solos, quizá todo siga igual y nos ganemos, de puro comedidos, un enemigo que usa el mismo ascensor que nosotros. Si vamos acompañados (por los miembros del consorcio, digamos), quizás el hombre acepte razones y empiece a respetar las normas más elementales de la convivencia. Todo sea con tal de que ella, la mujer, no resulte herida. O más herida aún. Supongamos ahora que el vecino es Fujimori, que el edificio es América latina y que la mujer es la democracia. La mujer puede ser bonita o no tanto, pero no deja de ser mujer. A secas. Así como la democracia, fuerte o no tanto, no deja de ser democracia. A secas, también. En este caso, la mujer, o la democracia, es víctima de los arrebatos de un (leer más)

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Política

Políticamente incorrecto

ASUNCIÓN.– Fue Peter Romero, cabeza de América latina en el Departamento de Estado, quien definió con mayor crudeza, y certeza, el dilema del Paraguay: comparó al Estado con un buque y al gobierno con un capitán. Y dijo, sin rodeos, que el mejor capitán no puede con el peor buque. Ergo, el mejor gobierno no puede con el peor Estado. Estado que acusó otro golpe, por más que no haya acertado en el mentón, en medio del acoso al que se ve sometido el gobierno de Luis González Macchi por un fantasma como Lino Oviedo que, desde las sombras, mueve a su antojo los hilos del país. Al extremo de llevarlo al borde del caos, como sucedió ahora, entre gallos y medianoche, con un cañonazo perdido que provocó más daños colaterales que un misil teledirigido. No dio en cualquier edificio, sino en el Congreso. Símbolo de un sistema. Del mejor que supimos conseguir. Vapuleado en el Paraguay con rumores frecuentes de golpes y otras desgracias. El gobierno, de hecho, sabía que algo iba a pasar. (leer más)

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Sociedad

La conjura de los narcos

BOGOTÁ.– Desde que la policía colombiana descubrió en agosto de 1999 que una banda de narcos había sacado del país media tonelada de heroína por medio de una compañía que prestaba servicios terrestres a American Airlines en Miami, algo comenzó a oler mal. O peor que antes. Y no en Dinamarca, precisamente. Era la señal de que los carteles de Cali y de Medellín, últimamente sombreado su infame monopolio por competidores desleales de México, operaban con libertad y alevosía no sólo en Colombia, sino también en uno de los aeropuertos de mayor movimiento, y seguridad, del mundo. Y que, en su afán de remozar de inmediato el sistema de distribución, iban a sustituir en forma paulatina los contenedores por las mulas (pasajeros que transportan pequeñas cantidades). El tráfico hormiga, sin embargo, no alcanza a cumplir con la demanda, cada vez más exigente, del 75 por ciento de la cocaína que se consume en todo el planeta. Made in Colombia. Es decir, cerca de 165 millones de toneladas. Lo cual habla por sí mismo de la (leer más)

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Política

Motines a bordo

Resistencia al cambio siempre hubo. Resistencia y miedo. Que llevaron a Octavio Paz, por ejemplo, a escribir: «Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo». Del miedo al cambio. Sobre todo, en momentos en que no se ve, ni se vislumbra, la luz al final del túnel. Como ahora, tal vez. Destello de ello ha sido la derrota en las elecciones regionales italianas de Massimo D’Alema (en retirada después de haber sido el primer comunista converso que llegó al gobierno) frente al ultraderechista Silvio Berlusconi. Un outsider (forastero de la política), millonario y políticamente incorrecto como Ross Perot, que, a diferencia del norteamericano, supo obtener millones de votos gracias a la decepción de la gente con la partidocracia. Sinónimo de los aparatos que manejan los partidos tradicionales. En Italia, sin embargo, primó más el efecto arrastre de la onda conservadora que surca Europa (es decir, la resistencia al cambio) que una mala gestión de D’Alema. Onda conservadora, o revolución, que comenzó con la victoria en cadena (leer más)

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Sociedad

Devuélvase al remitente

Que Pinochet haya vuelto, o sido devuelto, a Santiago no significa necesariamente una victoria de la que pueda ufanarse a bastón suelto. Es, quizá, la forma más elegante que encontró el gobierno británico, en aprietos desde que recibió el pedido de extradición de la justicia española, de deshacerse de él. O, tal vez, el broche de un acuerdo político cuyas primeras hilachas comenzaron a vislumbrarse en vísperas de las elecciones presidenciales en las que, después de una primera vuelta reñida, Ricardo Lagos, socialista enrolado en la Concertación, coronó la continuidad que rige en Chile desde el final de la dictadura. El triunfo de Lagos, aunque no sea democristiano como Eduardo Frei y Patricio Alwyn, fue como una figurita repetida en los últimos 10 años frente a un candidato por la derecha, Joaquín Lavín, que renunció a mitad de camino a la causa Pinochet por considerarla perdida. No era negocio, al parecer, insistir con el prócer de otra generación. Situación que, como sucedió desde que Pinochet quedó detenido en Londres, el 16 de octubre de 1998, (leer más)

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Política

El club de la pelea

En su momento, poco antes del traspaso del poder en la Argentina, Hugo Chávez evaluó el pedido de un amigo, Carlos Menem: que le concediera asilo político a Lino Oviedo, de formación militar como él, de deformación golpista como él, de cuna humilde como él, de horizontes amplios como él. Sin límites, siempre en la cornisa, como él. Muchos rasgos en común. Demasiados. Sobre todo, para un presidente de lengua filosa y léxico necrofílico que estaba embarcado hasta el cuello en una empresa tan delicada como echar la última palada sobre las tumbas de los partidos tradicionales, la Acción Democrática, socialdemócrata, y el Copei, socialcristiano. Son las víctimas, ahora, del monstruo que ellos mismos crearon, al estilo Frankenstein, con cuatro décadas de desgobierno y de corrupción. De ahí que Chávez, pendiente de la reforma constitucional que coronó el miércoles con su victoria abrumadora en un referéndum en el que participó menos de la mitad de la gente, no podía hacerse cargo de un par en desgracia, prófugo de la justica de su país, con el (leer más)

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Política

Dicen que estoy aburrido

O los votantes latinoamericanos están cansados y confundidos, como barrunta Jorge Castañeda, politólogo mexicano. O están desencantados con las políticas neoliberales de los últimos años, como convienen sus colegas James Petras, norteamericano, y Morris Morley, australiano. O, por qué disimularlo, están decididamente aburridos. Lo demostraron las elecciones recientes de la Argentina, México (las primarias del Partido Revolucionario Institucional) y Uruguay (en especial, la segunda vuelta). Quedará más marcado hoy en las presidenciales de Chile, en donde el síndrome Pinochet está vivo y enterrado, y en el plebiscito del miércoles por medio del cual Hugo Chávez pretende legitimar el comienzo de una era nueva (¿acaso imperial?) en Venezuela. La apatía no es mala. Debería ser la consecuencia normal de las sucesivas elecciones que hubo en la región desde el final de las dictaduras menos una, Cuba, aunque haya habido gobiernos democráticos, y los hay, con rasgos autoritarios, caso Alberto Fujimori en Perú. Pero existe en forma paralela un notable desgano entre la gente que Castañeda asocia con la falta de respuesta a las expectativas que han (leer más)

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Política

Cambio de hábitos

Pocas veces titubea Madeleine Albright, la secretaria de Estado norteamericana. En la tarde del 15 de agosto de 1997, a eso de las cinco, no tuvo más remedio. En sus mejillas se había acentuado el rubor. No por el verano de Washington, habitualmente impiadoso, ni por exceso de maquillaje. “¿Estamos seguros de que la traducción es la correcta?”, inquirió. La intérprete, conteniendo la risa, asintió. Jesús Esquivel, mexicano, periodista de la agencia Notimex, le había preguntado al canciller Guido Di Tella si la designación de la Argentina como aliada extra-NATO de los Estados Unidos iba a incrementar las relaciones carnales entre ambos países. “Relaciones carnales”, dijo. La sala de conferencias del Departamento de Estado estalló en carcajadas. Todos, menos Albright, parecían conocer la frase. “Ahora tenemos formas más técnicas de definir nuestras relaciones”, repuso Di Tella, el autor de la ocurrencia que terminó en marca registrada. A Albright le susurró al oído: “Después le explico”. Ella entendió de qué se trataba y, abanicándose con la mano, concluyó: “Es un día caluroso de agosto”. Aún no (leer más)

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Política

Colombia: segundos, afuera

Dice un cable reservado del embajador norteamericano en Bogotá: “Estoy completamente en contra del ingreso de personal militar en Colombia. La existencia de planes de contingencia para fuerzas de tierra es dinamita. Representa un peligro para las relaciones entre los Estados Unidos y Colombia”. El cable, firmado por Covey Oliver, data del 26 de agosto de 1965. En ese momento, crispados los nervios en Washington por la expansión del comunismo en América latina desde Cuba, el presidente Lyndon Johnson ordena el desembarco de tropas en República Dominicana y evalúa una eventual intervención en Colombia. Intervención que, finalmente, no se concreta. Pero, con apoyo logístico norteamericano, aviones de la fuerza aérea colombiana pulverizan una sublevación campesina en el sur del país, en donde, con el respaldo financiero e ideológico de Fidel Castro, campean las llamadas repúblicas independientes. Mueren Pedro Brincos, Tarzán, Desquite, Puñaladas, Puente Roto y Sangre Negra, entre otros líderes de un incipiente grupo guerrillero, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que ha nacido en 1964, un año antes, cual réplica al rechazo del (leer más)

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Política

El Cóndor pasa

Vaya coincidencia: el gobierno norteamericano destapa la lata de gusanos (definición de un agente de la CIA sobre los papeles que confirman los lazos entre Washington y Santiago antes, durante y después del brutal golpe de Estado de 1973) a pocas horas de que el presidente de Chile, Eduardo Frei, arranca una tibia promesa de sensibilidad de su par español, José María Aznar, con tal de que Pinochet pueda volver a casa. Frei, con mandato a plazo fijo hasta fin de año, aduce razones humanitarias (un neologismo para la colección de fin de siglo, como limpieza étnica y daños colaterales) en su afán de obtener piedad para el senador vitalicio que ha caído en desgracia, pero Aznar toma prudente distancia del asunto: el juez Baltasar Garzón, no su gobierno, giró el pedido de extradición por crímenes contra ciudadanos españoles en los años de plomo. Y la justicia, mi amigo, es independiente. Es una respuesta de circunstancia. ¿Quién podría negarle compasión a un hombre de 83 años con diabetes, depresión y problemas cardiorrespiratorios, por más que (leer más)