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Política

Madre la miseria, padre el olvido

Fox demuestra voluntad política para resolver el conflicto de Chiapas, tildado de prioritario, pero Marcos desconfía Detrás del pañuelo rosado que cubría la mitad de su nariz diminuta, Paticha era puro ojo color miel, ceja tupida, frente curtida y raya al medio en el pelo oscuro. Sus manos, rugosas de tanto hachar y cargar leña, sostenían con firmeza la soga que separaba a sus hermanos indígenas de los otros. Los blancos. Blancos, asimismo, de la curiosidad: jamás habían visto, cara a pasamontañas, un zapatista en persona. Llovía a cántaros en Oaxaca, sur de México, mientras la caravana arribaba cansinamente en ómnibus destartalados, a eso de las dos de la mañana, a la Plaza de la Danza, un claro entre casas bajas de estilo colonial. Promediaba septiembre de 1997. Y era la primera vez que el ejército de Marcos, el Sub a secas, marchaba desde la enmarañada selva Lacandona, Chiapas, hasta la ciudad de México. Algo así como La Meca, sorda a sus reclamos desde mucho antes de que empezaran los tiros, el 1° de enero (leer más)

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Sociedad

Sapos de otro pozo

Entre 5000 y 10.000 argentinos buscan su destino en España, pero chocan con puertas cerradas por temor a una invasión Empecemos por casa: somos un país de inmigrantes y, sin embargo, no aceptamos a los recién llegados. Vengan de donde vinieren, salvo que sean turistas, banqueros, inversores o cráneos en alguna materia. Desconfiamos de ellos. En especial, si son de los países limítrofes. De los cuales, por omisión y por deformación, nos sentimos más alejados que de España, de Francia, de Italia y de los Estados Unidos. Estamos convencidos, sobre todo en Buenos Aires, de que somos superiores (griegos y romanos desterrados, según Borges) por un mérito tan vago como la pertenencia. Por algo respondemos a un retrato perverso entre nuestros vecinos: son italianos que hablan español, pero se creen británicos que viven en una réplica de París en América latina. No nos quieren, seamos francos. Nosotros tampoco nos queremos, ni queremos a los demás. Ni a los provincianos. A los extranjeros de estatura baja y piel cobriza solemos achacarles la causa de casi todos (leer más)

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Política

Cuando aclara, oscurece

La Argentina incurre inevitablemente en la paradoja del país que tiene todo para prosperar y, sin embargo, no prospera ¿Qué nos sucede, vida, que, últimamente, los kosovares, sobrevivientes de la limpieza étnica de  Slobodan Milosevic y de las bombas de la alianza atlántica (OTAN), son los más optimistas del mundo y nosotros, los argentinos, sobrevivientes, a lo sumo, de una transición presidencial después de una década de Carlos Menem en el poder, vamos cabizbajos entre los más pesimistas? Gallup, autora del estudio comparativo en 68 países, arriesga una respuesta: a fines de 1999, la gente tenía expectativas de cambio por el comienzo inminente de la gestión de Fernando de la Rúa. Expectativas económicas, sobre todo. Era algo así como la escoba nueva que prometía barrer bien. En especial, la corrupción. Quizá como ocurre ahora con los mexicanos, con Vicente Fox como nuevo presidente, después de siete décadas de rutina en el gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Son los más optimistas de América latina a pesar de la desigualdad entre ricos y pobres. Acaso tapada (leer más)

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Política

Cuándo volverás a ser lo que no fuiste nunca

El dominio de las FARC sobre una porción del país consagra de hecho la existencia de un Estado dentro del Estado Tirofijo está como Carlos Menem: enamorado. En su caso, de una guerrillera a la que duplica en edad. Con ella, Sandra, de 37 años, habrá descorchado aguardiante, o alguna champaña reservada para la ocasión, en Inspección Los Pozos, cerca de San Vicente del Caguán, después de la prórroga que concedió el gobierno de Andrés Pastrana a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sobre las tierras que dominan a su antojo en el sur del país. Maravilloso si Tirofijo, de 70 años, fuera Walt Disney o la Madre Teresa, no el líder guerrillero más veterano del mundo. Hombre de armas llevar, por más que, curiosamente, también empuñe el violín. Que ha ganado más que cualquier otro con su renuencia al diálogo y con su concepción setentista del poder. Pasada de moda, pero efectiva. O lucrativa. Hasta dejó plantado a Pastrana el día que recibió, limpios de presencias tan molestas como soldados y policías, los (leer más)

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Economía

Lo atamos con alambre

Cardoso procura que Brasil se consolide como líder de la región, pero sufre reveses que debilitan su aspiración Detrás de la escandalosa revalidación del poder de Fujimori en el Perú hubo gato encerrado, según trascendió. O, al menos, un pacto incumplido con Fernando Henrique Cardoso, su par brasileño, presuntamente acordado poco después de que la sangre llegara al río con el retiro de los observadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en vísperas de las elecciones y, como correlato de ellas, con las sospechas de fraude expresadas con dureza inusual por los Estados Unidos. Señales, o advertencias, que Fujimori pasó por alto. Como también habría pasado por alto el gesto, o el silencio, de la diplomacia brasileña con tal de atenuar el impacto que podrían haber tenido las sanciones que barajaban los Estados Unidos en la OEA. El silencio, siempre más difícil que la palabra, tenía un costo: que Fujimori, a cambio de no ser aislado, emitiera de inmediato señales y gestos en favor de la democracia y de la apertura política en (leer más)

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Política

Durmiendo con el enemigo

Supongamos que un vecino del edificio golpea a la mujer frente a los hijos. Nos consta por el escándalo, en su departamento, y por el carácter de él. Agresivo, generalmente. ¿Qué podemos hacer? Ignorarlo, llamar a la policía o, armados de valor, tocar el timbre. Si vamos solos, quizá todo siga igual y nos ganemos, de puro comedidos, un enemigo que usa el mismo ascensor que nosotros. Si vamos acompañados (por los miembros del consorcio, digamos), quizás el hombre acepte razones y empiece a respetar las normas más elementales de la convivencia. Todo sea con tal de que ella, la mujer, no resulte herida. O más herida aún. Supongamos ahora que el vecino es Fujimori, que el edificio es América latina y que la mujer es la democracia. La mujer puede ser bonita o no tanto, pero no deja de ser mujer. A secas. Así como la democracia, fuerte o no tanto, no deja de ser democracia. A secas, también. En este caso, la mujer, o la democracia, es víctima de los arrebatos de un (leer más)

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Política

Impacto andino

BOGOTÁ.– A la sombra de los Andes, en pueblos dejados a la buena de Dios, aparecen de pronto unos tipos amables, vestidos de civil y desarmados que se detienen a hablar con la gente en sus escasas veredas sanas. Tienen una virtud: saben escuchar. Pero entre pausa y pausa también saben meter sus bocadillos sobre la injusticia social y sobre la necesidad de terminar con la inseguridad (sea delincuencia común, sea abigeato). Están entrenados para ello. La gente, desconfiada al principio, comienza a sentirse contenida. Es, en la mayoría de los casos, la primera vez que unos forasteros que dominan su lengua (compatriotas que no viven en el pueblo) demuestran interés en sus problemas. Van tomando nota, mientras tanto, del estado de las calles y de las obras públicas, si las hay, y evalúan, sobre todo, el proceder de la policía. Del balance de esas pláticas informales surge el presupuesto de la ocupación gradual del pueblo. Será financiada, si cuadra, con el secuestro de un hacendado. Del primero de la zona, en realidad. Tarea fácil (leer más)

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Sociedad

La conjura de los narcos

BOGOTÁ.– Desde que la policía colombiana descubrió en agosto de 1999 que una banda de narcos había sacado del país media tonelada de heroína por medio de una compañía que prestaba servicios terrestres a American Airlines en Miami, algo comenzó a oler mal. O peor que antes. Y no en Dinamarca, precisamente. Era la señal de que los carteles de Cali y de Medellín, últimamente sombreado su infame monopolio por competidores desleales de México, operaban con libertad y alevosía no sólo en Colombia, sino también en uno de los aeropuertos de mayor movimiento, y seguridad, del mundo. Y que, en su afán de remozar de inmediato el sistema de distribución, iban a sustituir en forma paulatina los contenedores por las mulas (pasajeros que transportan pequeñas cantidades). El tráfico hormiga, sin embargo, no alcanza a cumplir con la demanda, cada vez más exigente, del 75 por ciento de la cocaína que se consume en todo el planeta. Made in Colombia. Es decir, cerca de 165 millones de toneladas. Lo cual habla por sí mismo de la (leer más)

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Política

Motines a bordo

Resistencia al cambio siempre hubo. Resistencia y miedo. Que llevaron a Octavio Paz, por ejemplo, a escribir: «Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo». Del miedo al cambio. Sobre todo, en momentos en que no se ve, ni se vislumbra, la luz al final del túnel. Como ahora, tal vez. Destello de ello ha sido la derrota en las elecciones regionales italianas de Massimo D’Alema (en retirada después de haber sido el primer comunista converso que llegó al gobierno) frente al ultraderechista Silvio Berlusconi. Un outsider (forastero de la política), millonario y políticamente incorrecto como Ross Perot, que, a diferencia del norteamericano, supo obtener millones de votos gracias a la decepción de la gente con la partidocracia. Sinónimo de los aparatos que manejan los partidos tradicionales. En Italia, sin embargo, primó más el efecto arrastre de la onda conservadora que surca Europa (es decir, la resistencia al cambio) que una mala gestión de D’Alema. Onda conservadora, o revolución, que comenzó con la victoria en cadena (leer más)

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Sociedad

Devuélvase al remitente

Que Pinochet haya vuelto, o sido devuelto, a Santiago no significa necesariamente una victoria de la que pueda ufanarse a bastón suelto. Es, quizá, la forma más elegante que encontró el gobierno británico, en aprietos desde que recibió el pedido de extradición de la justicia española, de deshacerse de él. O, tal vez, el broche de un acuerdo político cuyas primeras hilachas comenzaron a vislumbrarse en vísperas de las elecciones presidenciales en las que, después de una primera vuelta reñida, Ricardo Lagos, socialista enrolado en la Concertación, coronó la continuidad que rige en Chile desde el final de la dictadura. El triunfo de Lagos, aunque no sea democristiano como Eduardo Frei y Patricio Alwyn, fue como una figurita repetida en los últimos 10 años frente a un candidato por la derecha, Joaquín Lavín, que renunció a mitad de camino a la causa Pinochet por considerarla perdida. No era negocio, al parecer, insistir con el prócer de otra generación. Situación que, como sucedió desde que Pinochet quedó detenido en Londres, el 16 de octubre de 1998, (leer más)

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Política

Como turco en la neblina

Desde que el primer mundo es primer mundo, o desde que el tercero es tercero en discordia, un extranjero pobre no es más que un inmigrante y un extranjero rico no es menos que un turista. Diferencia dolorosa, o maldita discriminación, que el periodista Günter Wallraff padeció en su propio país, la entonces República Federal de Alemania, durante los dos años y monedas que invirtió en hacerse pasar por turco. Quería comprobar si la xenofobia era cierta. Lo comprobó con creces. Tan cierta era que, en verdad, las pasó negras. Como la peluca, el bigote, los lentes de contacto y el maquillaje que usaba de disfraz. Desgraciados los pueblos que necesitan héroes, escribió Bertold Bretch. Pues, Wallraff se convirtió en algo por el estilo, casi en Robin Hood, por reflejar en el libro Cabeza de Turco, best-seller inmediato, el trato desparejo e infame que le deparó la identidad que tomó prestada de un amigo de esa nacionalidad, así como algunas de sus actitudes, entre marzo de 1983 y octubre de 1985. Era Levent Sinirlioglu, o (leer más)

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Política

Dicen que estoy aburrido

O los votantes latinoamericanos están cansados y confundidos, como barrunta Jorge Castañeda, politólogo mexicano. O están desencantados con las políticas neoliberales de los últimos años, como convienen sus colegas James Petras, norteamericano, y Morris Morley, australiano. O, por qué disimularlo, están decididamente aburridos. Lo demostraron las elecciones recientes de la Argentina, México (las primarias del Partido Revolucionario Institucional) y Uruguay (en especial, la segunda vuelta). Quedará más marcado hoy en las presidenciales de Chile, en donde el síndrome Pinochet está vivo y enterrado, y en el plebiscito del miércoles por medio del cual Hugo Chávez pretende legitimar el comienzo de una era nueva (¿acaso imperial?) en Venezuela. La apatía no es mala. Debería ser la consecuencia normal de las sucesivas elecciones que hubo en la región desde el final de las dictaduras menos una, Cuba, aunque haya habido gobiernos democráticos, y los hay, con rasgos autoritarios, caso Alberto Fujimori en Perú. Pero existe en forma paralela un notable desgano entre la gente que Castañeda asocia con la falta de respuesta a las expectativas que han (leer más)

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Política

Crisis de identidad

CIUDAD DE MEXICO.– Diez años después, el filósofo Steven Lukacs podría insistir con una pregunta: «What’s left?». Y, se aceptan apuestas, obtendría hoy respuestas tan dispares como el tamaño de los escombros que deparó el 9 de noviembre de 1989 la caída del Muro de Berlín. Es una pregunta con trampa. Con dos significados. «¿Qué queda?», uno de ellos. «¿Qué es izquierda?», el otro. Tiene doble intención, convengamos. Diez años después, sin embargo, doble sigue siendo la visión del mundo en los polos de poder, por más que sólo China, entre los grandes, pueda seguir llamándose a sí misma comunista a pesar de las reformas de tono capitalista que introdujo en su Constitución. Diez años después, de hecho, europeos y norteamericanos coinciden en encasillar políticos en izquierdas y derechas, superadas, en realidad, por las muertes súbitas de la  Guerra Fría y del imperio soviético como consecuencia del derrumbe del Muro. Será que la globalización tiende a simplificarlo todo. Pero simplifica tanto, a veces, que Fernando de la Rúa, más conservador que otra cosa, se ha (leer más)

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Política

Cortocircuitos globales

Y, de pronto, como otra reencarnación de Hitler, aparece un tal Joerg Haider. Y el mundo, descorazonado, estalla en mil rechazos. Y busca los motivos por los cuales un filonazi, o nazi a secas, gana tanto con tan poco en las elecciones legislativas de Austria. Y concluye que su discurso contra la inmigración, presunta causa del desempleo en Europa, rinde más que la prédica de los partidos tradicionales. Y dale que va. No reparó en un pequeño detalle: Haider, ahora detonante de la amenaza de ruptura de las relaciones de Israel con Austria, apeló en su campaña a dilemas tan concretos como el aburrimiento que provoca el sistema, el nepotismo de los políticos, la falta de certeza sobre el beneficio que reportará a su país la adopción del euro como moneda común de la Unión Europea, y la necesidad de reducir la burocracia estatal y los impuestos. Renovó el nacionalismo. O el nacionalsocialismo, si se quiere, con el antisemitismo implícito como valor agregado. Es la misma retórica que emplearon en su momento otras derechas extremas, (leer más)

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Política

El Cóndor pasa

Vaya coincidencia: el gobierno norteamericano destapa la lata de gusanos (definición de un agente de la CIA sobre los papeles que confirman los lazos entre Washington y Santiago antes, durante y después del brutal golpe de Estado de 1973) a pocas horas de que el presidente de Chile, Eduardo Frei, arranca una tibia promesa de sensibilidad de su par español, José María Aznar, con tal de que Pinochet pueda volver a casa. Frei, con mandato a plazo fijo hasta fin de año, aduce razones humanitarias (un neologismo para la colección de fin de siglo, como limpieza étnica y daños colaterales) en su afán de obtener piedad para el senador vitalicio que ha caído en desgracia, pero Aznar toma prudente distancia del asunto: el juez Baltasar Garzón, no su gobierno, giró el pedido de extradición por crímenes contra ciudadanos españoles en los años de plomo. Y la justicia, mi amigo, es independiente. Es una respuesta de circunstancia. ¿Quién podría negarle compasión a un hombre de 83 años con diabetes, depresión y problemas cardiorrespiratorios, por más que (leer más)