Acaso la mira se desvíe de Irak
El peor atentado después de la voladura de las Torres ha sido otro sofocón para Bush, empeñado en derrocar a Saddam Irritado por la hora, Bill Clinton atendió el teléfono. Eran las 7.18 de la mañana. Y tenía planes: iba a celebrar en la nueva casa de Hillary en Nueva York sus 25 años de matrimonio, por tomentosos que hubieran sido, e iba a jugar golf, pasión de presidentes desde Gerald Ford, antes de regresar a Washington. No pudo, sin embargo. Sandy Berger, asesor de Seguridad Nacional, no reparó en la agenda de ese día, 12 de octubre de 2000. Ni pensó en ella mientras comenzaba a desgranar con voz pastosa el espantoso atentado contra el destructor USS Cole, anclado en el puerto de Aden, Yemen, después de haber cumplido con su rutina de controlar los movimientos de las tropas de Irak en el Golfo Pérsico. Diecisiete marinos norteamericanos habían muerto y otros tantos habían resultado heridos. La tragedia, dos años y monedas después de la voladura de las embajadas norteamericanas en Kenya y en (leer más)