
Operación Perejil
El incidente en el despoblado islote, que obligó al gobierno de Aznar a movilizar sus tropas, recordó una vieja disputa Érase una isla. Un islote. Un pedrusco despoblado y minúsculo, invisible en los mapas. Roca firme de ingrato nombre español: Perejil. Ni como verdura u hortaliza tiene gracia, salvo que, picada, gane alcurnia con un poco de ajo. Puro condimento sobre el cual cargaron de pronto marroquíes okupas. De ahí la primera reacción: «Hay moros en la costa». ¿Cuántos? No muchos, seguramente: la invasión coincidía con la boda del rey Mohamed VI con Salma Benani, ausente con aviso, como indica la tradición, hasta el final de la fiesta. Es decir, varios días después. Alarmado, sin embargo, el gobierno de José María Aznar, remozado con nuevos ministros, tomó sus recaudos. Y ordenó el rápido despliegue de tropas de elite del Ejército de Tierra en cinco helicópteros: en tres iban 28 bravos soldados con aspecto de marines mientras los otros dos patrullaban la zona. Resguardados, a su vez, por buques artillados y, tal vez, por submarinos nucleares. (leer más)