Generaciones en duda

La preferencia de los jóvenes por candidatos disruptivos en lugar de abrevar en los de siempre transmite un claro mensaje a la clase política tradicional




La insoportable levedad del ser, óleo pastel de Martín Dinatale, 2023
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Le adjudican a Winston Churchill una frase que, al parecer, nunca pronunció: “Si no eres liberal a los 25 años, no tienes corazón. Si no eres conservador a los 35, no tienes cerebro”. Churchill era conservador a los 15 y liberal a los 35, según Paul Addison, profesor de la Universidad de Edimburgo. Esa frase, en términos latinoamericanos y europeos, pasó a ser: “Si no eres de izquierda a los 20 años, no tienes corazón. Si no eres de derechas a los 40, no tienes cerebro”. O eres “un imbécil” y cosas peores. Síntesis de otra época. Lo demuestra la preferencia de los jóvenes por candidatos disruptivos en lugar de abrevar en los de siempre.

La victoria de Javier Milei en las presidenciales de Argentina confirma la regla. Lo exhibía el diario español El Mundo después del balotaje: “Un gran nicho de las personas que eligió al ultraliberal en las urnas son los jóvenes, algunos de ellos los famosos millennials. Esta generación ha visto en primera persona cómo su país se fue derrumbando económica y socialmente con el pasar de los años. Y para ellos el culpable es el gobierno de turno: el kirchnerismo, un movimiento que gobernó en 16 de los últimos 20 años de la historia argentina”.

¿Quiénes son los millennials? Aquellos que nacieron entre 1980 y 1996. Esa generación, de 27 a 43 años de edad, aspira trabajar 30 horas por semana y cobrar salarios razonables, pero, a diferencia de las anteriores, está conectada todo el tiempo. Es más narcisista. Opta por gastar dinero en lo que quiere, no en lo que necesita. La mayoría confía más en los emprendimientos personales que en el crecimiento dentro de una compañía. Dos de cada cinco no consiguen empleo u ocupan puestos esporádicos, cobran poco y no pueden salir a flote, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En una tienda de teléfonos celulares, los mayores persiguen a los chicos de 20, antes liberales o izquierdistas, para saber cómo funcionan las redes sociales

El boleto de ida a la clase media quedó relegado por la coyuntura. En Estados Unidos, el gran pasatiempo después del béisbol son las batallas generacionales, observa Alana Moceri, analista de relaciones internacionales, escritora y profesora de la IE School of Global and Public Affairs. Al extremo de estereotiparlas: “La desfasada Generación Silenciosa; los egoístas baby boomers; los cínicos y apáticos miembros de la Generación X; los consentidos y perezosos millennials, y los adictos a la tecnología de la Generación Z”, encasillados como cínicos, interesados en sí mismos y poco confiables.

¿Pertenece esa mirada solo a los nacidos a partir de 2000 o, acaso, sus predecesores terminaron imitándolos? En una tienda de teléfonos celulares, los mayores persiguen a los chicos de 20, antes liberales o izquierdistas, para saber cómo funcionan las redes sociales. Podrían ser sus abuelos. El nuevo líder de la tribu, el cachorro, sustituyó al sabio y, como ocurre en las elecciones, antepone su visión actualizada sobre la tecnología. Merece respeto. No por llevar la contraria, sino por apostar a una nueva realidad, más allá de que, a los ojos de los veteranos, conservadores o de derechas, viva al día y no piense como ellos.

Entre los norteamericanos, los baby boomers confiaron en John F. Kennedy, los de la Generación X (nombre atribuido a Douglas Coupland por su novela homónima) en Bill Clinton y los millennials en Barack Obama. ¿Importa la edad de los candidatos? Kennedy tenía 43 años, uno más que Theodore Roosevelt, el más joven de la historia, cuando ganó las elecciones; Clinton, 46, y Obama, 47. Joe Biden fue el mayor en asumir la presidencia. Tenía 78 años y, con 81 hasta el 20 de noviembre, busca ser reelegido en 2024. En 2020 contó con el apoyo de los millennials y de la Generación Z, también llamada de Cristal, ahora decepcionados con su gestión.

Motivos más que suficientes, sobre todo entre los más jóvenes, para pasar página de los fracasos de sus mayores, encapsuladas en el statu quo político

En las primarias demócratas de ese año había arrancado en punta un político aún mayor que Biden, el senador Bernie Sanders. La edad no parece jugar un papel preponderante, así como los antecedentes. Esas mismas camadas podrían inclinarse en las presidenciales de 2024 por Donald Trump, de 78 años desde el 14 de junio, si resulta ganador en las primarias republicanas a pesar del embrollo judicial en el cual está envuelto y del berrinche que montaron los suyos, los muchachos trumpistas, cuando quisieron impedir con el ataque al Capitolio la certificación de la victoria de Biden.

El economista británico Homi Kharas señala en su libro The Rise of the Global Middle Class (El ascenso de la clase media global) que casi la mitad de la población mundial pertenece a la clase media gracias al sueño americano; la reconstrucción europea después de la Segunda Guerra Mundial; el milagro económico de Japón y de otros países asiáticos; el rejuvenecimiento de China en la era Xi Jinping y la revolución del software en India. Una ensalada sin el condimento esencial: la libertad, en declive en 165 países desde 2017, según la medición del Cato Institute, de Estados Unidos, y del Fraser Institute, de Canadá.

Anne Case y su marido, Angus Deaton, economistas de la Universidad de Princeton, documentaron la otra cara de las generaciones más jóvenes. La de muertes por desesperación, como las denominan, por suicidios, drogas y alcohol. Los japoneses acuñaron una palabra específica, karoshi, sinónimo de fallecimiento por exceso de trabajo. En China campea la campaña de tang ping. Consisteentumbarse en el piso para protestar contra las expectativas 996 de los empleadores. Traducido: trabajar de 9 AM a 9 PM durante 6 días por semana. India, más allá de su desarrollo tecnológico, figura en el puesto número 126 entre los 137 países auscultados por el Informe Mundial sobre la Felicidad 2023.

Dice Kharas: “¿Qué está mal? La satisfacción de la clase media se basa en dos pilares. El primero es la idea de que el trabajo duro y la iniciativa propia conducirán a la prosperidad. El segundo es que, gracias a esa prosperidad, los hijos de familias de clase media disfrutarán de más oportunidades para una buena vida. Ambos pilares tiemblan. El primero se ve amenazado por los efectos del cambio tecnológico en el empleo. Los cimientos del segundo están viéndose socavados por el cambio climático, la contaminación y la destrucción de la naturaleza”.

Motivos más que suficientes, sobre todo entre los más jóvenes, para pasar página de los fracasos de sus mayores, encapsuladas en el statu quo político y en la prerrogativa de insistir en el mismo modelo hasta que alguien dé en la tecla. ¿Cuándo? La vida son dos días. En esos dos días, piensan, prefiero viajar, quizás escaparme de esta realidad, antes de caer en la utopía de la familia constituida, la casa propia, el coche, algún que otro ahorro y las vacaciones anuales. Quedaron fuera de época, como los liberales y los izquierdistas a los 25 y los conservadores y de derechas a los 35.

Jorge Elías

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