Cómo atarse los cordones con una sola mano
Cada vez hay menos diferencia entre los gobiernos de ambas tendencias, vectores de la vida política durante dos siglos En la Revolución Francesa no había zapatos para ambos pies. Aún no se fabricaban. El zapato derecho era igual al izquierdo. Sin diferencias entre sí. Los pies terminaban domándolos: pasaba a ser uno el derecho y el otro el izquierdo. Con la política ocurrió algo parecido. En la asamblea nacional constituyente de Francia se sentaron a la derecha los partidarios de la monarquía absoluta y a la izquierda los detractores del orden establecido. Hasta entonces no había corrientes de opinión identificadas de ese modo. Tenían, como los zapatos, el molde derecho y debían calzarlo en el pie izquierdo. No existían las hormas, supongo. Dos siglos después, con un zapato para cada pie, la derecha y la izquierda sobreviven más en la forma que en el contenido. En Europa, cuna de ambas vertientes, varios motes sustituyeron los modelos primitivos. En Gran Bretaña, Francia, y Alemania, entre otros países, no pocos candidatos de un polo enriquecen sus programas (leer más)