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Política

Hasta puedo hacerte mal si me decido

Con la reformulación de la doctrina militar, Bush parece dispuesto a atacar, pero Saddam ha dividido a sus enemigos Vaya contradicción: Saddam Hussein aceptó el regreso sin condiciones de los inspectores a Irak, dividiendo a sus enemigos; George W. Bush, a su vez, anunció una nueva doctrina militar contra el terrorismo con la cual se propone dejar de lado las políticas de disuasión y de contención propias de la Guerra Fría, dividiendo a sus aliados. Más aún después de que, en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones (ONU), Francia, Rusia y China, renuentes a la invasión, vieron con buenos ojos el gesto conciliador, sólo en apariencia, proveniente de las mil y una noches, y caras, de Bagdad. O, acaso, hallaron en él una excusa formidable para evitar obligaciones por compromiso. Entonces, haciendo uso del derecho de veto, se inclinaron por los paños fríos antes que por las represalias calientes. Inhibidas desde el comienzo por las diferencias profundas entre los aliados de Bush, no convencidos, salvo Tony Blair, de la necesidad de (leer más)

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Hollywood en texano

En el aniversario de los atentados, Bush ha insistido en su cruzada contra Irak sin dejar espacio para la neutralidad En la película Wag the dog! (Mentiras que matan, su extraña traducción), Conrad Brean (Robert de Niro), asesor de la Casa Blanca, contrata a un productor de Hollywood, Stanley Motss (Dustin Hoffman), con tal de inventar una guerra contra Albania y, de ese modo, aventar las sospechas del romance del presidente con una muchacha de la edad de su hija. Están a punto de ser ventiladas por The Washington Post, el diario del Watergate. La sátira, adaptación más oportuna que atrapante del best-seller American hero (Héroe americano), de Larry Beinhart, recrea el abrazo fugaz de Bill Clinton con Monica Lewinsky, rescatado de los archivos de CNN y repetido, en su momento, como los impactos de los aviones contra las Torres Gemelas. Material de descarte, o descartado, que cobró de pronto inusitada importancia documental. En su afán de justificar una guerra que no existe, Motss filma en su estudio la azarosa huida de una mujer de (leer más)

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Se me olvidó otra vez

La distancia de los Estados Unidos con México ha sido el reflejo de una relación más dura con la región en general Eran cuates. Amigos, en mexicano básico. Cuates, o amigos, ligados por rasgos e intereses comunes, más allá de diferencias puntuales en asuntos puntuales. Hasta que la gota desbordó el vaso: George W. Bush desoyó los pedidos de clemencia de Vicente Fox para su compatriota Javier Suárez Medina, ejecutado el 14 de agosto en Texas por el asesinato de un oficial antinarcóticos de Dallas. Otro pedido soslayado, digamos. Uno más entre los 150 que formaron la llamada fila de la muerte, prólogo de la inyección letal, mientras Bush era gobernador del Estado. Sordo, entonces, a los reclamos del Papa. Sordo, ahora, a los reclamos de Fox. Quien, indignado por la decisión de su cuate de no mediar ante los tribunales, suspendió una visita al rancho de Crawford, Texas. Señal de enojo ante el cerrojo. Rubricó, en cierto modo, la presunción general de sus pares de América latina sobre la muralla levantada desde el 11 (leer más)

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Cosecharás tu siembra

Están todos de acuerdo con los diagnósticos, pero como sucede en las crisis económicas, las soluciones parecen panaceas EN órbita desde 1977, las naves Voyager I y II portan varios mensajes. Alguno que otro, medio confuso. Ambiguo, en apariencia. «Amigos del espacio –dice uno de ellos–. ¿Cómo están? ¿Han comido ya? Si tienen tiempo, vengan a visitarnos.» Vengan, muchachos, pero, consejo sano, no olviden traer el sustento de los racionales: la vianda. En este cascote desprendido del Big Mac (perdón, del Big Bang) hay alimentos más que suficientes para todos, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero 18 de cada 100 terrícolas padecen hambre. Condición, o debilidad, tan humana como el miedo. Definida, o resumida, en las estadísticas hechas al calor del asfalto de Manhattan como aquellos cuyos ingresos provienen de sus cultivos. Si no rinden, no pueden comprar alimentos producidos por otros, deducen. Baja la productividad agrícola, como consecuencia del deterioro del suelo, e invaden bosques, pastizales y humedades, provocando, por necesidad y urgencia, una mayor degradación del medio ambiente en forma (leer más)