Hasta puedo hacerte mal si me decido
Con la reformulación de la doctrina militar, Bush parece dispuesto a atacar, pero Saddam ha dividido a sus enemigos Vaya contradicción: Saddam Hussein aceptó el regreso sin condiciones de los inspectores a Irak, dividiendo a sus enemigos; George W. Bush, a su vez, anunció una nueva doctrina militar contra el terrorismo con la cual se propone dejar de lado las políticas de disuasión y de contención propias de la Guerra Fría, dividiendo a sus aliados. Más aún después de que, en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones (ONU), Francia, Rusia y China, renuentes a la invasión, vieron con buenos ojos el gesto conciliador, sólo en apariencia, proveniente de las mil y una noches, y caras, de Bagdad. O, acaso, hallaron en él una excusa formidable para evitar obligaciones por compromiso. Entonces, haciendo uso del derecho de veto, se inclinaron por los paños fríos antes que por las represalias calientes. Inhibidas desde el comienzo por las diferencias profundas entre los aliados de Bush, no convencidos, salvo Tony Blair, de la necesidad de (leer más)