Ni pan ni circo
España no puede valerse ni del seleccionado de fútbol para recuperar el buen humor Desde el imperio romano son diversas las estrategias ensayadas por el poder de turno para contentar al pueblo en tiempos difíciles. En un Mundial de fútbol, único acontecimiento global capaz de concentrar la atención del planeta cada cuatro años, gobiernos no necesariamente autocráticos ni populistas especulan con la posibilidad de aprovechar el momento de distracción para tomarle el pulso al electorado, como en Brasil a cuatro meses de las presidenciales, o para atenuar el impacto de medidas controvertidas, como en España la presentación del polémico plan de reforma laboral en coincidencia con el debut del seleccionado. En España, observa The New York Times, “el ascenso de la roja [por el seleccionado] a la categoría de gran potencia futbolística” bendice el controvertido matrimonio entre el deporte y la política. Es casi de rutina: la dictadura franquista convierte “al Real Madrid en el equipo oficial del régimen, beneficiándose de su éxito tanto a nivel doméstico como internacional durante el largo período de aislamiento (leer más)