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Cada vez que me toca entrevistar a mandatarios y exmandatarios me reservo una pregunta final: “Seré curioso, ¿qué lleva en los bolsillos?”. No me importa. Solo quiero saber cuán conectados están con los suyos. Lo expongo en el libro El Poder en el Bolsillo: intimidades y manías de los que gobiernan. Son más de 50 testimonios en primera persona y de primera mano. ¿Dinero? Nunca pagan. ¿Tarjetas bancarias? No necesitan ¿Documentos de identidad? Nadie osaría pedírselos. ¿Llaves? Las puertas se abren mágicamente frente a sus narices. ¿Gafas? Siempre habrá alguien dispuesto a alcanzárselas, así como un pañuelo o una pastilla de menta. ¿Licencia de conducir? Asunto del chofer.
La mayoría no lleva nada. Presidentes, primeros ministros y otros pocos son los únicos seres del planeta que, como reyes y mendigos, pueden ir por la vida con los bolsillos y los bolsos vacíos. O casi. En ello reside el poder: en cargar cada vez menos cosas o simplemente nada sin temor a no tener a mano aquello que precisen en cualquier momento y lugar. Con el transcurso de los años y de los daños, ese privilegio se ha degradado. Ya no encandila quien va por la vida despojado de todo lo que carga el resto de los mortales. Un signo del desencanto con la política tradicional.
En clave política, el presidente electo de Argentina, Javier Milei, sale del molde. Siempre carga carpetas, cual profesor universitario; el teléfono móvil, cual presentador de televisión, o el estuche de las gafas, cual ciudadano de a pie. “Nadie poderoso lleva cosas en la mano”, observa el periodista argentino Carlos Pagni. Y agrega: “Basta mirar al resto de los políticos. Cuando más ascienden en el escalafón, menos cosas en la mano. Pasa a tener a uno que le lleva los lentes, otro que le lleva la valija y un último que le lleva el cuaderno”. Cierto y, a medida que se desentienden de aquello que todos cargamos diariamente, van alejándose del mundo real.
El poder no convierte a todos los políticos en corruptos, sino a muchos en hipócritas
Milei, en términos escenográficos, adquirió para el festejo de la victoria en el balotaje frente a Sergio Massa un logo parecido al de la Casa Blanca en los tiempos de Donald Trump, su alter ego, reformado por Joe Biden. La fachada de la Casa Rosada con más pormenores arquitectónicos, como columnas y ventanas en blanco sobre azul marino, asomaba a sus espaldas. Eso de llevar efectos personales en los bolsillos, empezando por el dinero, se remonta a los tiempos en que el hogar era una cueva o la sombra del árbol más cercano. Poderosos no eran aquellos que iban con los bolsillos a punto de estallar, sino una minoría que llevaba poco o nada en ellos.
El poder no convierte a todos los políticos en corruptos, sino a muchos en hipócritas. En Argentina se multiplican las denuncias, pero ningún imputado acusa recibo de sus tropelías. Lo dejó dicho Albert Einstein: “No guardes en la cabeza lo que te quepa en un bolsillo”, pero, agrego, no olvides llevar en la billetera la foto de un bebé o de un perro por si la pierdes. En su primera reunión con el presidente saliente, Alberto Fernández, desaparecido en acción hasta ese momento, Milei aplicó el mudra hakini. Significa, en el mundo yoga, apoyar las puntas de los dedos unas sobre otras para enfocarse en una situación determinada. En su caso, la transición.
De Trump, en campaña para ser el candidato republicano a la presidencia en 2024, Milei recibió un mensaje categórico: «Make Argentina great again”, émulo de su eslogan, “Make America great again (Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande otra vez)”. Bienvenido al club. Mientras uno busca venganza por la derrota en 2020 y radicaliza su discurso con consignas contra el socialismo emparentando con los demócratas de Biden, Milei modera sus ínfulas contra la casta y abreva en ella para formar su gobierno con los votos prestados por el Pro del expresidente Mauricio Macri, socio del casi difunto Juntos por el Cambio. Entornos diferentes; ideologías afines.
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así es pero nuestro gran desafío es reconocernos de la manera que menos nos gusta, al fin nuestros gobiernos no es lo que merecemos como es el refrán, es mucho peor es el que se nos parece por eso siempre es mejor apuntar el dedo moralista al otro. Y lo peor es que cuando se van los bolsillos que estaban vacíos al llegar se van llenos
https://eleconomista.com.ar/politica/las-manos-milei-n68836
https://www.eldia.com/nota/2023-11-30-2-28-30-las-manos-de-milei-opinion
https://www.youtube.com/watch?v=3aOZQF7CGpE
https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2023/12/18/la-politica-de-los-bolsillos-563453.html