La rebelión de las banlieues

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Hay heridas que no cicatrizan. En Francia, los hijos y los nietos de los inmigrantes se sienten ciudadanos de segunda. Viven en los suburbios de las grandes ciudades, llamados banlieues, donde “tienen dos veces más probabilidades de ser inmigrantes que el promedio nacional y tres veces más probabilidades de estar desempleados», describe Iona Lefebvre en un artículo publicado por el Institut Montaigne. Esos barrios de bajos ingresos reciben menos financiación estatal que cualquier otro del país. De uno de ellos era Nahel, el muchacho de origen argelino abatido por la policía. Su muerte desató la ira colectiva.

La rebelión de las banlieues, extendida a casi todo el país,tiene un antecedente. El de 2005. Hubo otros, pero ese año dos jóvenes de 15 y 17 años de esos barrios murieron electrocutados mientras escapaban de la policía. Eran sospechosos de un robo que no cometieron. ¿Qué hizo Nahel, de 17 años? Eludió un control de tránsito. El policía que le disparó a quemarropa en el tórax, acusado de homicidio, está detenido. Ambos hechos ocurrieron en la periferia de París y, como hace 18 años, los proyectiles de quienes protestaron apuntaron contra policías, gendarmes y unidades de élite. Incluyeron incendios de vehículos, comercios y mobiliario urbano.

Un tercio de los detenidos son menores de edad de segunda o tercera generación de inmigrantes, según el ministro del Interior de Francia, Gérald Darmanin. La víctima pudo haber sido uno de ellos, concluye el sociólogo francés Fabien Truong, profesor de la Universidad de París-VIII. Un encono político vinculado con la campaña presidencial de 2022. El centro del debate, alentado por la ultraderecha, pasó a ser la inmigración, la integración fallida, el islamismo radical y la delincuencia. Emmanuel Macron fue reelegido, pero la prédica de Marine Le Pen caló hondo: la mayoría de los problemas de Francia proviene de las banlieues.

La crisis de las banlieues no se circunscribe a los límites de Francia. Va más allá

Por eso, patrullas de escuadrones neofascistas salieron a las calles a combatir a quienes protestaban y rompían todo por la muerte de Nahel, muchos de ellos de origen árabe. ¿La consigna? “Francia para los franceses”, por más generaciones que se hayan criado bajo el mismo el mismo sol. Doble labor para las fuerzas del orden: dispersar a ambos bandos, enfrentados entre sí.

Macron carga en sus espaldas las protestas por la reforma de las pensiones, con el aumento de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años, y la cólera de los chalecos amarillos, entre 2018 y 2019, por el aumento de los impuestos sobre los combustibles.

La crisis de las banlieues no se circunscribe a los límites de Francia. Va más allá. Da letra a otros gobiernos europeos, como los de Hungría y de Polonia, para fijarle un límite a la inmigración. Las compañías de seguros se toman la cabeza con las manos. No solo por los daños contra el erario público, sino también contra la propiedad privada. Los destrozos y los saqueos no se saldan con ayudas estatales de emergencia. Los municipios pequeños y medianos de las afueras de París están en crisis.

Señal, a su vez, de la escasa sintonía entre el Palacio del Elíseo y la sociedad civil. Un fenómeno no exclusivo de Francia.