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Sociedad

De la otra mejilla ni hablamos

Hace dos milenios, un hombre capaz de poner la otra mejilla por amor al prójimo moría en la cruz. Hace dos siglos, unos hombres fundaban el respeto a los derechos de sus semejantes sobre pilares tan sólidos como la libertad, la igualdad y la fraternidad. Hace dos décadas, el hombre aún no había aprendido a poner la otra mejilla ni a respetar los derechos de sus semejantes. Hace apenas dos días, tampoco. El déficit, tan humano como la contradicción, es algo así como una cruz: provocó desde la cacería étnica que tratan de frenar ahora las fuerzas de la OTAN en Yugoslavia hasta el brutal asesinato a balazos del vicepresidente del Paraguay, Luis María Argaña, y los fantasmas que supo resucitar allende los Andes la detención de Augusto Pinochet en Londres por instancias de la justicia española. En todos los casos, aunque Kosovo, Asunción y Santiago sean vértices lejanos de un triángulo escaleno sin ángulos sanos, la coincidencia es, precisamente, la falta de respeto a los derechos de los otros, comenzando por la vida, y (leer más)