Sociedad

¿Debe ser obligatoria la vacunación?

Que la vacuna tal, que la vacuna cual, el mundo avanza a diferentes velocidades en el afán, supuestamente generalizado, de frenar la ola de contagios y de muertes por el coronavirus. En algunos países, con exceso de dosis. En otros, con escasez de la segunda. Y en otros, sin la primera ni la siguiente ni, menos aún, el potencial refuerzo de una tercera. La carrera contra la variante Delta, con mayor carga viral que las anteriores, tiene varios obstáculos. Desde el acierto hasta la impericia de los gobiernos y, cartón lleno, la resistencia de aquellos que desconfían de la vacuna o rezongan contra el autoritarismo de sus autoridades. Todo confluye en la madre de todas las dudas: ¿libertad individual o compromiso colectivo? Sólo el 14,7 por ciento de la población mundial recibió las dos dosis de la vacuna tal o cual, según Our World in Data. El 28,5 recibió una. Si en Europa se vacunaron con una dosis 85 de cada 100 personas, en Oceanía la proporción disminuye a 34. En Argentina, poco más de (leer más)

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Tokio 2020, Japón 2021

El ex primer ministro japonés Shinzo Abe puso toda la carne en el asador para ganar la plaza. Tokio terminó siendo la sede de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2020 que, a causa de la pandemia, se realizan sin público ni entusiasmo en 2021. ¿Qué había detrás de ese ímpetu? La necesidad de cederle la posta a su sucesor, Yoshihide Suga, de modo de reencarrilar a la tercera economía del planeta. Cuando ardió la llama olímpica, el 24 de julio, los mismos japoneses creyeron que se trataba de una artimaña política en medio del renovado estado de emergencia a plazo fijo hasta el 22 de agosto. El cuarto en 16 meses. Suga quiso mostrar que su país ha sido capaz de superar las peores tragedias de la era contemporánea. En especial, el devastador terremoto y tsunami de 2011 que provocó el desastre nuclear de Fukushima, con más de 20.000 muertos. El ánimo festivo que había previsto Abe se ve empañado por las burbujas, los protocolos y las restricciones frente a la incertidumbre de los (leer más)

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Tarjeta roja para los jóvenes

A veces, el orden de los factores puede alterar el producto. Y el producto, acaso el resultado, termina siendo devastador: ocho de cada 10 argentinos menores de 25 años ven el futuro con preocupación, miedo y desconfianza, razón por la cual no dudarían en emigrar si tuvieran ocasión, según el relevamiento ¿Qué piensan los jóvenes en la Argentina?, de la consultora Taquion. Tarjeta roja para los jóvenes en un país de inmigrantes que comenzó a ser un imán para los extranjeros en 1880 y, casi un siglo y medio después, irradia kriptonita a sus descendientes. Ese país, en el cual se creó y se recreó la saga de Amores inmigrantes, recopilados por la periodista Diana Arias, la mayoría de los empadronados de la llamada  Generación Millennial “ve que las oportunidades de desarrollo y trabajo se esfuman” y que el futuro “tiene más puntos negativos que positivos”. La frustración parece ser hereditaria. Anida hace desde añares en los mayores. La pandemia vino a agravar la situación: hizo caer los ingresos de más de la mitad de (leer más)

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¿Cómo hizo Vietnam?

Vietnam es un caso atípico. Un capítulo aparte. Tiene casi 97 millones de habitantes. Comparte unos 1.400 kilómetros de frontera con China, cuna del coronavirus, con la cual convive en vilo por la disputa, como otros países de la región, por la soberanía del Mar de China Meridional, rico en hidrocarburos. ¿Cuál es la rareza de este país pequeño y superpoblado? Desde agosto de 2020 cesaron las defunciones por la peste: murieron sólo 37 personas. La curva de contagios quedó estabilizada en menos de 4.000. Son datos oficiales no refutados, sino elogiados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el comienzo de la pandemia, cuando cada país aplicaba su propia fórmula con más expectativas que certezas, el alcalde de Ho Chi Min, antes Saigón, concluyó que disponía de 900 camas de terapia intensiva para cerca de nueve millones de personas. Esa ciudad debe su nombre al precursor de la nación unificada, nacido hace 131 años, el 19 de mayo de 1890. El primer ministro de Vietnam, Nguyen Xuan Phuc, proponía: «Combatir la epidemia (leer más)

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Más solos que la una

En octubre de 2020 hubo más muertes por suicidios que por coronavirus en Japón. Un dato estremecedor. El gobierno incorporó ahora el Ministerio de la Soledad en un país cuyas tasas de natalidad y de envejecimiento aumentan en forma sostenida cada año desde 2010. El número de bebés nacidos en 2019 resultó ser el más bajo desde que comenzaron los registros oficiales, en 1899. Desde 2012 se venden más pañales para adultos que para bebés. Un 28 por ciento de la población tiene más de 65 años. En 2025, según el FMI, “habrá aproximadamente una persona anciana por cada dos personas de edad laboral”. Ese problema, el del envejecimiento de la población frente a la caída de los nacimientos, también afecta, entre otros países, a Estados Unidos, Singapur, Francia y el Reino Unido. La ex primera ministra británica Theresa May resultó ser la pionera en crear a comienzos de 2018 una cartera dedicada a paliar la soledad. Una paradoja en los tiempos de hiperconectividad previos al desmadre provocado por la pandemia de COVID-19. En 2019 (leer más)

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Las dos orillas del rap

En una orilla, de Patria o Muerte a Patria y Vida. En la otra, de la “firmeza y autoridad” del rey emérito Juan Carlos I, ensalzada en el Congreso de los Diputados por su hijo y sucesor, Felipe VI, a cuatro décadas del golpe militar fallido del 23 de febrero de 1981, al bochorno por los  excesos de su padre, exiliado en Emiratos Árabes Unidos. De un lado del Atlántico y del otro, la irritación con tono de rap. El de Cuba, contra la dictadura, garante del régimen. El de España, contra la monarquía, garante de la democracia, por más que discrepe una de las alas del gobierno de Pedro Sánchez, la del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. La historia pasa factura. Y no perdona. El emblema de la revolución cubana de 1959, Patria o Muerte, derrapa en el estribillo del rap interpretado por Maykel Osorbo y El Funky, que viven en la isla, y Yotuel Romero, Gente de Zona y Descemer Bueno, que residen en el exterior: “Se acabó, tu cinco nueve, yo doble dos. (leer más)

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Las curas milagrosas

El miedo no es zonzo. La gente tampoco. No toda, en realidad. Un hombre de Arizona, de sesenta años y monedas, murió el 23 de marzo de 2020 después de seguir al pie de la letra un consejo del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La cura milagrosa del coronavirus, interpretó el hombre, consistía en ingerir un limpiador de peceras que contenía la supuesta sustancia mágica: la cloroquina, aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos para tratar la malaria, el lupus y la artritis reumatoide. El “cambio de juego”, en palabras de Trump, llevó al hombre a la tumba y a su mujer a ser internada de urgencia. Desde ese momento clave, mientras el mundo comenzaba a familiarizarse con los confinamientos y los cierres de fronteras, tanto Trump como otros líderes lanzaron campañas de desinformación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) resume en una sola palabra: infodemia. Politizaron la pandemia con drogas y brebajes no probados por la ciencia. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, promovía la hidroxicloroquina, pariente de la (leer más)

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Pórtense bien

Afortunados los mexicanos, que cultivan “el entendimiento del pasado y la ayuda en la construcción de un mejor futuro”. Tan afortunados que, gracias a Andrés Manuel López Obrador, alias AMLO, han sido glorificados por la Guía Ética para la Transformación de México. Una suerte de Biblia después de haber padecido “el régimen neoliberal y oligárquico que imperó en el país entre los años ochenta del siglo pasado y las dos primeras décadas del siglo XXI”. Ese estigma, dice, “machacó por todos los medios la idea de que la cultura tradicional del pueblo mexicano era sinónimo de atraso y que la modernidad residía en valores como la  competitividad, la rentabilidad, la productividad y el éxito personal en contraposición a la fraternidad y a los intereses colectivos”. Nada de eso, mis cuates (amigos). Pórtense bien. Gracias a la prédica evangélica del gobierno, los mexicanos ya no deberán “acomodarse a los vaivenes de la economía”. En el pasado reciente, “los más altos funcionarios dieron ejemplo de comportamientos corruptos y delictivos y de desprecio por el pueblo y hasta (leer más)

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Lejos de estar cerca

Devi Sridhar, directora de sanidad pública global en la Universidad de Edimburgo, no anda con rodeos: “El mundo ha cambiado radicalmente en los últimos nueve meses. Desde los primeros informes de un pequeño brote de neumonía en la ciudad china de Wuhan, la versión normal de la realidad ya no existe en ningún lugar, por mucho que políticos y pseudocientíficos estafadores traten de convencerles de lo contrario. Si están preguntándose cómo lidiar con esto, sepan que la única certeza para el próximo año es que vienen tiempos de incertidumbre”. Tanta incertidumbre como la provocada por una lotería recurrente. La de la nueva normalidad. ¿Qué es la nueva normalidad? Un analgésico contra la imposibilidad de prever el futuro mientras transitamos un presente aleatorio. La mayoría de los gobiernos procura controlar la pandemia con el menor daño social y económico posible. Sin más resultados que brotes y rebrotes, incluso en países que parecían haberla superado. La solución no depende del Estado, sino de la responsabilidad individual y colectiva de los ciudadanos, dejó dicho el presidente de Uruguay, Luis (leer más)

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La libertad detrás del barbijo

La calidad de la democracia, en duda antes de la pandemia, estaba dividida entre quienes perciben que no resuelve por sí misma sus problemas cotidianos y quienes piensan que amplía la brecha entre representantes y representados. El uso del barbijo, considerado compulsivo, fija un nuevo paradigma: ¿están en juego la democracia y, por extensión, las libertades? La ineficacia de los gobiernos en paliar la crisis sanitaria global, hija dilecta de la impotencia, lleva muchos a lanzarse a las calles sin precaución alguna para ellos ni para los demás en plan de protesta política. En algunos casos, con el guiño de líderes aparentemente inmunes y, también, impunes. La resistencia de algunos líderes a mostrarse en público con el barbijo pasó a ser un modelo primitivo que imitó una caterva de presuntos libertarios El coronavirus sacó lo mejor y lo peor de la humanidad. Lo mejor: la solidaridad. Lo peor: la mezquindad. Ese rasgo, fruto de la inconciencia frente a la posibilidad de enfermarnos y, sin querer o sin saber, contagiar a otros hizo detonar las críticas (leer más)

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La guerra contra las estatuas

El derribo de la estatua Edward Colston, en Bristol, Inglaterra, cobró relieve como parte de las protestas globales por el brutal asesinato de George Floyd en Estados Unidos. ¿Quién era Colston? Un traficante de esclavos que compró, vendió y transportó entre 1672 y 1689 a unos 80.000 africanos en un barco de su propiedad. ¿Merecía la estatua de bronce, erigida en 1895? Su fortuna, cuando murió, pasó a manos de organizaciones benéficas y, por eso, calles y monumentos de la ciudad aún llevan su nombre. No importó el origen del dinero, sino el fin. Lo recuerdan como un filántropo. La estatua de bronce de Colston fue arrancada de cuajo y arrojada al puerto. Idéntico riesgo corren 78 monumentos de personajes históricos considerados racistas en el Reino Unido. La lista, elaborada por el sitio Topple The Racists (Derribar a los racistas), tiene una consigna: parar a Donald Trump. En Estados Unidos, varias efigies de Cristóbal Colón también resultaron dañadas o decapitadas. Otras fueron retiradas, como ocurrió en Buenos Aires, detrás de la Casa de Gobierno, para (leer más)

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La ley y el orden

Cuando Donald Trump aceptó la nominación para la candidatura presidencial, durante la convención de Cleveland, reflotó el lema de la campaña de Richard Nixon. El de la ley y el orden. El asesinato de George Floyd en 2020 y el de Martin Luther King en 1968 no guardan relación entre sí, más allá del color de la piel, pero sacuden tanto a Estados Unidos como a otros países por la falta de vacunas contra dos virus imperecederos, la discriminación racial y la violencia policial, y otro de igual cepa, acaso tan contagioso como el COVID-19, la supremacía blanca. Esa que alienta Trump, como Nixon en su tiempo el de “la mayoría silenciosa”. Era un llamado a la polarización, tan eficaz para algunos líderes como la pobreza para otros. En 2016 había disturbios raciales y masacres policiales. La premisa de la ley y el orden, reiterada por Trump en medio de los disturbios por la muerte de Floyd bajo la rodilla del policía Derek Chauvin, levantó ampollas más allá de sus fronteras. Sobre todo, porque hizo (leer más)

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En cuarentena y recalculando

La Tierra es plana, el Holocausto no existió, las vacunas no sirven y el coronavirus, como dice Jair Bolsonaro, no es más que una gripecita. Con ese criterio, la cuarentena por la pandemia de COVID-19 vendría a ser algo así como un ardid de la izquierda, la derecha o los extraterrestres. Estupideces de ese calibre, como echarles la culpa de la crisis sanitaria global al capitalismo y a su hermano menor, el neoliberalismo, llevan a verla como un plan político que, con las fronteras clausuradas, hizo fermentar el nacionalismo. Gracias a Xi Jinping, entonces, Donald Trump se salió con la suya, más allá del tendal de contagiados y muertos en China y en Estados Unidos. El planeta está en cuarentena y recalculando, con desescaladas a ciegas para evitar más quebrantos. Un paso adelante, dos atrás, como en Corea del Sur y en Alemania por los rebrotes. Soluciones intermedias en una puja, negada por algunos gobiernos, entre la salud y la economía. Un período de ensayo y error, según Tom Inglesby, director del Centro de Seguridad (leer más)

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Dos por tres deja de ser seis

Dos por tres era seis antes de la pandemia. Ese resultado pasó a ser tan impreciso como la cuarentena, que no dura 40 días. Cada gobierno mide el impacto del COVID-19 según su propia tabla de multiplicar. La falta de pruebas de detección lleva a muchos a dudar de las cifras oficiales. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a los fallecidos? Duda recurrente. ¿De personas que murieron por coronavirus o con coronavirus? Si España no registra las bajas en geriátricos y en hogares; Francia sólo incluye las de los hospitales, y el Reino Unido descarta en sus estadísticas las infecciones respiratorias, dos por tres lejos está de ser seis como en 2020 A.C. (antes del Coronavirus). En Estados Unidos, el número de muertos por coronavirus o con coronavirus supera a las 2.977 víctimas de los atentados contra las Torres Gemelas. La duda, apunta el Financial Times, radica en la proporción de muertes respecto de los que efectivamente contrajeron la enfermedad. El 4,7 por ciento, tasa superior a la de la gripe y la neumonía, “no (leer más)

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Los vigías del balcón

¿Cuándo empezó esto? Más importante aún. ¿Cuándo terminará? Perdón. ¿Terminará? Un tercio de la población mundial no sale de su casa mientras sobrevuelan helicópteros y drones. Arrecian los controles. Hay ciudades en pausa. Otras no. En algunos países, la salud prima sobre la economía. En otros, al revés. Espantan las estadísticas. El desahogo nocturno son los aplausos desde el balcón para los médicos, los enfermeros y todos los que, de un modo u otro, están haciendo más llevadera la tragedia. Aplausos matizados en España con hola don Pepito, hola don José y partidas de bingo a los gritos y en Italia con sopranos honrando a Puccini. Desde el balcón ves la cara del vecino que nunca te cruzaste en la esquina y ves, también, la otra cara del drama. La de los que insultan desde las alturas a todos los que van por la calle. No discriminan entre técnicos de laboratorio o cajeras de supermercado. Los insultan, los escupen, les arrojan huevos como si fueran cómplices del coronavirus. Eso pasa en España, como cuenta El (leer más)