La diplomacia electoral

Trump ensayó con Milei un experimento político y económico en comicios de medio término que podría influir en las presidenciales de otros países de la región




Trump y Rubio: invertir capital político para lograr rédito económico | Official White House Photo
Getting your Trinity Audio player ready...

Cuando Donald Trump recibió en el Salón Oval al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, el vicepresidente norteamericano, J. D. Vance, lo reprendió por haber hecho campaña a favor de los demócratas durante los comicios de 2024. El reproche tuvo que ver con una visita a una fábrica de municiones de un Estado electoral clave, Pensilvania, en septiembre, y con una reunión con la entonces candidata demócrata, Kamala Harris, en Washington. La guerra de Rusia contra su país quedó en un segundo plano, supeditada, en realidad, a la buena relación personal del anfitrión con Vladimir Putin.

En esos términos, más cercanos al interés particular que al nacional, Trump respaldó desde el llano en 2022 al primer ministro de Hungría, Viktor Orban, y, de vuelta en la Casa Blanca, a Karol Nawrocki en las presidenciales de Polonia de 2025. Entre afinidades ideológicas y rencillas políticas, la diplomacia electoral consiste en encasillar gobiernos o candidatos, de modo de alentarlos o denigrarlos. Por esas pasaron el presidente de SudáfricaCyril Ramaphosa, acusado sin basa de persecución de blancos, y el canciller de Alemania, Friedrich Merz, incómodo con el tono de Trump cuando fanfarroneó con el desenlace de la Segunda Guerra Mundial.

Sin medir el impacto interno, Trump contenta a su base con guerras arancelarias contra amigos y enemigos mientras, caso Argentina, incursionó en una campaña para elecciones de medio término en rescate de otro de los suyos, Javier Milei. No se trató de salvavidas de Estados Unidos como los arrojados a México en 1982 y 1995; a Brasil en 1998 y 1999, y a Uruguay en 2002, sino de uno personal. De Trump a Milei con el alero de bancos de inversión como el JP Morgan, tras una ayuda inicial del Fondo Monetario Internacional (FMI), a un país tristemente célebre por su prontuario de cesaciones de pago y defaults.

El ensayo, del cual participó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, implicaba reforzar las espaldas de un “aliado regional sistémicamente importante”

Lo inaudito hace un rato pasó a ser moneda corriente: un gobierno hizo campaña por el partido de su preferencia en otro país. El nuevo realismo, versión Trump, basado sobre negociaciones pragmáticas, dejó perplejos a los suyos. “La inusual medida de iniciar un swap de divisas por 20.000 millones de dólares con el Banco Central de Argentina tiene como objetivo estabilizar un peso argentino que se tambalea peligrosamente en medio de las preocupaciones del mercado de que el presidente libertario Javier Milei, un aliado de Trump, pueda ver su agresiva agenda de reformas revisada en las urnas en las elecciones de mitad de período”, procuraron explicar Ishaan Tharoor y Sammy Westfall en The Washington Post.

El rescate quedó subordinado al resultado de las elecciones. Si ganaba el partido de Milei, La Libertad Avanza, iba a continuar, como prometió Trump frente a su par argentino, acaso sorprendido con la exigencia. El ensayo, del cual participó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, implicaba reforzar las espaldas de un “aliado regional sistémicamente importante” y, después del final de dos décadas de hegemonía del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, mejorar la suerte de la tropa de derecha en las presidenciales de Chile, Honduras y Haití en 2025 y de Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil en 2026.

El estreno de la diplomacia electoral en el continente, con letra y música del secretario de Estado, Marco Rubio, dependía del resultado en Argentina., finalmente favorable para ambas partes. “La intervención de Trump puede salvar la suerte política de Milei en el corto plazo, pero la estrategia más amplia del presidente para la región –que parece anclada en sus planes de deportaciones masivas en el país e impulsada por visiones de dominio hemisférico, incluido su controvertido ataque a presuntos narcotraficantes en el Caribe– no está haciendo que América Latina sea atractiva para Estados Unidos”, evalúan Tharoor y Westfall.

El tira y afloja en las negociaciones se ha convertido en una tendencia de las relaciones internacionales, que viran hacia el presidencialismo en desmedro de la diplomacia

El contexto regional ayuda: conviene invertir capital político para lograr rédito económico. Estados Unidos sancionó al presidente de Colombia, Gustavo Petro, un “comunista asesino” para Milei, también afecto a vengarse de sus oponentes electorales, por “haber permitido que florecieran los cárteles de la droga”. Una imputación grave del secretario Bessent, corolario de los cruces entre Petro y Trump por el despliegue militar frente a las costas de Venezuela. Robustecido ahora con el desplazamiento del portaaviones USS Gerald Ford, el mayor del mundo, tras el hundimiento de una decena de lanchas supuestamente cargadas de drogas en el Caribe y el Pacífico.

En Venezuela le atribuyen a Petro, que habría recibido una contribución económica de Nicolás Maduro para su campaña presidencial, y a Luiz Inácio Lula da Silva, sucesor de  Jair Bolsonaro, aliado de Trump, la preservación del régimen, asociado con el narcotráfico por Estados Unidos. El Nobel con cara de mujer para la líder opositora María Corina Machado acrecentó las expectativas de un cambio. Esta vez, a las bravas, al estilo del final de la dictadura panameña de Manuel Noriega, también acusado de narcotráfico, en 1989.

La condena de Bolsonaro por haber intentado impedir la investidura de Lula, réplica de la violencia de los muchachos trumpistas con el asalto al Capitolio antes de la asunción de Joe Biden, tensó la cuerda bilateral con la amenaza de un aumento desproporcionado de aranceles. Otra factura electoral. O una intromisión en los asuntos internos de Brasil en defensa de un socio ideológico. Trump y Lula bajaron ahora los decibeles tras una reunión en la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en Kuala Lumpur, Malasia.

De todos modos, el tira y afloja en las negociaciones se ha convertido en una tendencia de las relaciones internacionales, que viran hacia el presidencialismo en desmedro de la diplomacia. Poco peso han tenido en Estados Unidos los regaños de la oposición demócrata por invertir millones en Argentina, cuyos agricultores de soja compiten con los norteamericanos. La protesta contra los “excesos autoritarios” ganó las calles con 2.700 concentraciones convocadas por el movimiento No Kings. Al final del día, como si nada, Trump se adjudicó otro triunfo político y económico allende sus fronteras. Precedente o presagio del cambio de época.

Jorge Elías



1 Comment

Enlaces y comentarios

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.