Política

El divorcio de las naciones

Si las fronteras son las cicatrices de la historia sobre los mapas, las separaciones territoriales por cuestiones políticas, económicas o raciales reflejan diferencias irreconciliables. Un camino sin retorno que, en países polarizados, pueden llevar a la estupidez de recrear guerras civiles. En Estados Unidos, la representante republicana Marjorie Taylor Greene, enrolada en la derecha radical alentada por el expresidente Donald Trump, propuso un divorcio nacional, textuales palabras, entre Estados rojos (republicanos) y azules (demócratas). Delirante, pero real. Una cosa es el Brexit, del cual muchos británicos se sienten decepcionados, y otra, muy distinta, es el separatismo dentro de los países, como el que se plantea Cataluña de España o Escocia del Reino Unido. La iniciativa de la representante Taylor Greene tiene poco sentido en un país que, a pesar de sus discrepancias internas, marca el pulso del planeta para bien o para mal. La división coyuntural, latente en las cloacas de las redes sociales de medio mundo con improperios contra aquel que no piensa igual, ¿llevaría a los rojos a mudarse de los Estados azules (leer más)

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El autoritarismo competitivo

El asalto de los tres poderes de Brasil refleja una crisis. La de la democracia, lastrada en todo el mundo por las dificultades económicas, la caída de las expectativas sociales, la virtual extinción de los partidos políticos tradicionales y la irrupción de líderes autoritarios al frente de coaliciones o movimientos populistas. Un fenómeno que Ignacio Labaqui, consejero académico de CADAL, llama “autoritarismo competitivo” en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. La fisura de Brasil remite a la de Estados Unidos. En ambos casos, con la negación de la derrota en las elecciones de Jair Bolsonaro y de Donald Trump, respectivamente. Tanto uno como el otro conservan mayorías de número de legisladores, lo cual lleva a minorías radicalizadas, como la de los republicanos en la Cámara de Representantes, a imponer la agenda. Labaqui, profesor de Política Latinoamericana y Teoría de las Relaciones Internacionales en la Universidad Católica Argentina (UCA) y de Gobernanza Regional Comparada en el Máster de Estudios Internacionales en la Universidad del CEMA, advierte que las crisis “representan un riesgo para la (leer más)

Otras voces

Anatomía de la desigualdad brasileña

MARAGOGI, Brasil – “Me faltan cien reales para comprarme una bicicleta”, dice Vitória, algo tímida, pero decidida. Habla en voz bajita, con dicción lenta, para que los turistas extranjeros entiendan su idioma y su mensaje. Sobre todo, su mensaje. Su pelo, enredado por el viento, largo y negro, se adivina huérfano de champú. Los ojitos vidriosos, las manos ásperas, sucias de arena, por lo menos. La tez morena y algo cuarteada por el sol abrasador del nordeste brasileño. Pasa el día entero en la playa, con sus diez años mal vividos y una mochila llena de chucherías que intenta vender a cuestas. No sé qué le pesa más. La bicicleta es una meta que le queda lejos. En verdad, no es una meta. Si su realidad fuera otra, podría ser una mentira piadosa. Una mentira blanca que se escapa entre los labios de una criatura de tez negra. Pero su realidad es la que es y la empuja a montar estrategias sin que ella pueda presentar resistencia. No tiene tiempo para elegir; le urge sobrevivir. (leer más)

Actualidad

Otro asalto a la democracia

A dos años y dos días del asalto del Congreso de los Estados Unidos por seguidores de Donald Trump que no aceptaron la derrota en las elecciones de 2020, miles de partidarios de Jair Bolsonaro invadieron y destrozaron las sedes de los tres poderes de Brasil en rechazo al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Una turba descontrolada arribó a la capital en decenas de ómnibus previamente contratados con el fin de deslegitimar la victoria de Lula en la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre, por ajustada que haya sido. Contó con la pasividad de la Policía Militar de Brasilia. Los ataques contra el Congreso, el Palacio de Planalto y el Supremo Tribunal Federal tuvieron como objetivo exigir una intervención militar para echar a Lula, presidente por tercera vez desde el 1 de enero. ¿Fue un conato de golpe de Estado, un acto terrorista o una insurrección? Los facciosos marcharon desde el Cuartel General del Ejército, donde permanecían acampados, a nueve kilómetros de la Plaza de los Tres Poderes, ideada por (leer más)

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Lula, 20 años después

Luiz Inácio Lula da Silva tomó posesión por tercera vez de la presidencia de Brasil en un contexto totalmente diferente del que marcó su primer mandato, en 2003. “La democracia en Brasil estaba en peligro con el gobierno de Bolsonaro, dice el sociólogo Demétrio Magnoli, consejero del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI), en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. El presidente saliente, Jair Bolsonaro, no aceptó la derrota en las elecciones del 30 de octubre y prefirió viajar a Estados Unidos antes de entregarle la banda presidencial. Tampoco estuvo en la ceremonia el vicepresidente saliente, Hamilton Mourao. Fue una transición pacífica después de una campaña en la que hubo asesinatos y episodios de violencia que obligaron a ambos candidatos a usar chalecos antibalas. “El nuevo gobierno se comprometió con una política exterior basada en los intereses y los valores de la Constitución brasileña”, acota Magnoli, columnista de Folha de Sao Paulo y O Globo, y comentarista internacional en Jornal das Dez y Em Pauta, de la red GloboNews. Los seguidores de Bolsonaro (leer más)

Actualidad

La fisura de Brasil

Exactamente 20 años después de su primera investidura, Luiz Inácio Lula da Silva asumió por tercera vez la presidencia de Brasil. De 2003 a 2023, mucha agua corrió bajo el puente en un país cada vez más polarizado. El presidente saliente, Jair Bolsonaro, partió rumbo a Estados Unidos. Nunca reconoció la derrota, al mejor estilo Donald Trump. El vicepresidente, Hamilton Mourao, tampoco participó de la ceremonia. En 1985 ocurrió lo mismo: Joao Figueiredo, el último mandatario de la dictadura militar, se rehusó a colocarle la banda a José Sarney. ¿Berrinches de militares sumidos en la Guerra Fría o falta de respeto a las instituciones de la república? El manual del mal perdedor, del cual puede dar cátedra Cristina Kirchner en Argentina al negarse a transferirle el mando a Mauricio Macri en 2015, incluye la presunción fraude, que no existió, y la equiparación entre dictadores y demócratas. Las sociedades fisuradas, inclusive entre amigos y parientes, necesitan la reconciliación de sus líderes para reconciliarse a sí mismas en lugar de los pataleos improcedentes en beneficio propio. Que (leer más)

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Calma en Brasil después de la tormenta

Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones presidenciales más reñidas de la historia contemporánea de Brasil. Horas después resumió en una frase el clima que se vivía: “¡La democracia está de vuelta!”. La transición, que parecía enturbiada por el silencio del perdedor, Jair Bolsonaro, así como por los bloqueos de carreteras e inclusive los pedidos de intervención militar, pareció a encaminarse ahora en forma normal, observa desde San Pablo el director general de la Fundación Fernando Henrique Cardoso, Sergio Fausto, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. La victoria de Lula en la segunda vuelta por menos de dos puntos había dejado mucha tela para cortar en un país dividido frente a una transición que durará hasta el 1 de enero, cuando se produzca el cambio de gobierno, y un presidente que se disponía a rechazar el resultado con la amenaza de denunciar un fraude al estilo Donald Trump. En Brasil “se jugaba el futuro de la democracia”, dice Fausto, consejero académico de CADAL; codirector del proyecto Plataforma Democrática y la colección (leer más)

Política

Cómo destruir un país

Si la ceguera ideológica es peor que la biológica, la última camada de autócratas no debe esforzarse mucho para crear un rebaño de fanáticos. Lo demuestran Donald Trump, Jair Bolsonaro y Viktor Orbán, de lado derecho del mostrador, y Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Andrés Manuel López Obrador, del izquierdo. No son necesariamente figuras carismáticas capaces de provocar un fenomenal cambio social, como postulaba Max Weber con aquello que denominó “rutina del carisma”, sino líderes capaces de convencer o de comprar a buena parte del electorado con discursos contra las elites, aunque pertenezcan a ellas. Ece Temelkuran, periodista turca exiliada en Croacia, describe en su libro Cómo perder un país, la estrategia del presidente de su país, Recep Tayip Erdogan, para convertir el intento de golpe de Estado del 15 de julio de 2016 en su mayor capital político. Seis años después, Erdogan propicia el diálogo entre Rusia y Ucrania, negocia con la anuencia de la ONU la salida de barcos cargados de granos por el minado Mar Negro y subordina el ingreso en la (leer más)

Catalejo

¿Qué te hace feliz?

La familia, los amigos, la salud, la estabilidad laboral y la tranquilidad económica, entendida como llegar a fin de mes, determinan la satisfacción de las personas. Esos factores hacen que la gente sea feliz. Lo otro, empezando por la política, pasa a ser secundario. Algo que ocurre fuera de casa, como el solazo en el verano o la nieve en el invierno. Un estudio del Pew Research Center, para el cual fueron consultados casi 19.000 adultos de 17 economías avanzadas, revela no sólo eso, sino también la lejanía de aquello que mantiene en vilo a las cúpulas del poder, cada vez más divorciadas de las necesidades de la población. Un sondeo anterior, realizado en 34 países, revelaba que más de la mitad de los ciudadanos en el mundo no está satisfecha con el funcionamiento de la democracia. Los motivos: frustración con la clase política e inestabilidad económica. El monopolio de la virtud consiste en estos tiempos en apartarse de los partidos tradicionales, desangelados en casi todas las latitudes, y transitar por el centro o abrazar (leer más)

Sociedad

Bla, bla, bla

La crisis sanitaria eclipsó la emergencia climática en 2020. Comprensible. Hasta cierto punto. Un año después, con repetición de incendios, sequías, inundaciones, huracanes y olas de calor sin precedente, la cumbre mundial sobre el cambio climático COP26 o Conferencia de las Partes arroja un resultado provisional magro. “Bla, bla, bla”, a los ojos de la activista sueca Greta Thunberg. Dos contradicciones. La primera: en un par de días aterrizaron en Glasgow, Escocia, unos 400 aviones. Dejaron una huella de 13.000 toneladas de dióxido de carbono entre desplazamientos aéreos y terrestres. La segunda: los faltazos del país más contaminante del planeta, China, y de Rusia. El grito de Greta, “bla, bla, bla”, anticipa el fracaso de dos semanas de sesiones, entre el 31 de octubre y 12 de noviembre, a cinco años y once meses de la firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático. La ONU consiguió el 12 de diciembre de 2015 el compromiso de 195 naciones para detener el aumento de la temperatura mundial merced a la eliminación progresiva de los gases (leer más)

Actualidad

La democracia pandémica

¿Es culpa de los representantes o de los representados? En esa encerrona está la democracia latinoamericana. Los síntomas de malestar de 2019, con estallidos sociales en diversas latitudes, se vieron agravados por las erráticas gestiones gubernamentales de la pandemia. Cuando tocan elecciones, la ciudadanía tilda de incompetentes a los políticos. Y los políticos, frente a un eventual resultado adverso, sospechan de algún grado de irracionalidad en la ciudadanía. La excusa de los derrotados: casi todos los gobiernos mordieron el polvo en este larguísimo año y tres cuartos de confinamientos, mascarillas y vacunas. ¿Casi todos? No tantos como parece. La oposición más poderosa convive en el seno de las coaliciones, formadas, a veces, por partidos que no comulgan entre sí. Lo cual complica las cosas. Primero hacia dentro: cómo armonizar el discurso. Después hacia fuera: cómo convencer a un electorado no cautivo, presa de las zozobras económicas y, en términos políticos y psicológicos, quemado. Literalmente, quemado. Las elecciones, postergadas en algunos países por la crisis sanitaria, no despiertan el entusiasmo deseado, sino apenas una tímida esperanza (leer más)

Actualidad

Los precipicios andinos

El coronavirus no sabe de derechas o izquierdas ni respeta clases sociales. Pega por igual donde quiera que sea en el costado más sensible de las sociedades, sazonado por el hartazgo. La fatiga pandémica, prima hermana de la fatiga democrática, tiene efectos colaterales: el voto inesperado, como la victoria del banquero Guillermo Lasso en las presidenciales de Ecuador, y el voto no menos sorpresivo por un maestro rural que desafía el statu quo del Perú, Pedro Castillo, con ideario bolivariano, militancia sindical y, al final de su modesta campaña a caballo, la sombra de Sendero Luminoso a sus espaldas. Dos países limítrofes, al filo de los precipicios andinos, que estuvieron brevemente guerra en 1995, Ecuador y el Perú, emprendieron caminos opuestos 26 años después. Lasso ganó la segunda vuelta de Ecuador contra todos los pronósticos después de haber perdido la primera por amplio margen frente al delfín del expresidente Rafael Correa, Andrés Arauz. Castillo, desconocido en Lima, casi no figuraba en la lotería de 18 candidatos tras el quinquenio tortuoso de presidentes depuestos que estrenó (leer más)

Política

La nueva telenovela de Brasil

Desde la década del cincuenta, la telenovela mantiene en vilo a Brasil. La intercalan con el noticiero. El noticiero, esta vez, estrenó una nueva saga. La de la campaña de 2022, tras la cual Jair Bolsonaro pretende ser reelegido, en lidia con un actor que parecía fuera de reparto: Luiz Inácio Lula da Silva. Lula, dos veces presidente, no zafó de su embrollo por corrupción y blanqueo de dinero, pero Edson Fachin, juez del Tribunal Supremo, anuló cuatro causas en su contra por la falta de competencia de la justicia federal de Curitiba, a cargo de Sérgio Moro, luego ministro de Justicia de Bolsonaro, primero estrella, luego estrellado, y restableció sus derechos políticos. La nueva telenovela supone la revisión de los procesos contra Lula en Brasilia por recibir prebendas a cambio de favores políticos. Otro desfile frente a los tribunales después de haber salido de la cárcel en noviembre de 2019 por un fallo del Tribunal Supremo. La decisión a favor de Lula de uno de los 11 jueces de ese órgano implica la judicialización (leer más)

Sociedad

Las curas milagrosas

El miedo no es zonzo. La gente tampoco. No toda, en realidad. Un hombre de Arizona, de sesenta años y monedas, murió el 23 de marzo de 2020 después de seguir al pie de la letra un consejo del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La cura milagrosa del coronavirus, interpretó el hombre, consistía en ingerir un limpiador de peceras que contenía la supuesta sustancia mágica: la cloroquina, aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos para tratar la malaria, el lupus y la artritis reumatoide. El “cambio de juego”, en palabras de Trump, llevó al hombre a la tumba y a su mujer a ser internada de urgencia. Desde ese momento clave, mientras el mundo comenzaba a familiarizarse con los confinamientos y los cierres de fronteras, tanto Trump como otros líderes lanzaron campañas de desinformación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) resume en una sola palabra: infodemia. Politizaron la pandemia con drogas y brebajes no probados por la ciencia. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, promovía la hidroxicloroquina, pariente de la (leer más)

Economía

La burbuja de la desigualdad

En 2020 se perdieron cuatro veces más empleos en el mundo que durante la crisis financiera global de 2008. Lacónico, el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el impacto de la pandemia en el mercado laboral pronostica “una recuperación lenta, desigual e incierta, a menos que los progresos iniciales se respalden con políticas de recuperación centradas en las personas”. Esos progresos iniciales, los previstos tímidamente para mediados de 2021, se ven agravados por una baja generalizada de las horas de trabajo y de los ingresos. En un solo año se esfumaron 255 millones de puestos de trabajo. El virus de la desigualdad, como se titula otro estudio, el de la organización no gubernamental Oxfam, ahonda el abismo ente un extremo y el otro de las sociedades. La chispa desencadenó la ola de protestas distantes y no coordinadas previas a la expansión del coronavirus. En 2019, el planeta vivía sumido en estallidos relacionados con la polarización de los países, la uberización de la política y el renacimiento de los nacionalismos mientras crecía la (leer más)