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Las dos caras de la Luna

Sin reparar en las afinidades políticas, Lula impulsó el biocombustible y Chávez insistió en apuntalar el anillo energético En Santiago de Chile, mientras Ricardo Lagos aún ejercía la presidencia, Néstor Kirchner farfulló: “Es el anillo energético”. Eramos dos personas con él, de pie en medio de una multitud de comensales. No entendimos la frase. “Es el anillo energético”, repitió, y no dijo nada más durante unos segundos. Había ido a amigarse con su par chileno por la falta de provisión de gas argentino, pero, en principio, ya tenía en mente tender con Hugo Chávez el proyectado gasoducto desde Venezuela hasta la Argentina, Uruguay y, si cuadraba, la Antártida. Evo Morales aún era candidato presidencial; Luiz Inacio Lula da Silva aún no proclamaba la producción de biocombustible. En poco más de dos años, el anillo energético pasó a ser pasión de multitudes. O, en realidad, de esas multitudes que, mientras Kirchner farfullaba su nombre, no perdonaban pescados ni mariscos. En ese lapso, Chávez, Morales y él trazaron un mapa regional que no coincide con la división (leer más)

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Hagamos un trato

Cómo negocian los gobiernos democráticos con grupos insurgentes que no deponen las armas ni se avienen al diálogo En 2002, el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de los Estados Unidos concluyó que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tenían vínculos con el grupo separatista vasco ETA y su símil irlandés IRA. Habían sido capturados en Bogotá, el año anterior, tres miembros del IRA que asesoraban a las FARC en la zona de distensión cedida por el entonces presidente Andrés Pastrana para las negociaciones de paz. Colaboraban con las FARC, también, expertos cubanos e iraníes en terrorismo urbano. En ello había demostrado macabra eficacia ETA, ligada, a su vez, a la mafia rusa por el intercambio de armas por drogas. ¿Importaba que las FARC fueran primas de ETA y el IRA, hermanas de la mafia rusa, cuñadas de los brazos armados de Hamas o Hezbollah, viudas de la revolución bolchevique y padres de la delincuencia común? En ese año, uno después de la voladura de las Torres Gemelas, los congresistas norteamericanos estaban más sensibles (leer más)

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Cómo atarse los cordones con una sola mano

Cada vez hay menos diferencia entre los gobiernos de ambas tendencias, vectores de la vida política durante dos siglos En la Revolución Francesa no había zapatos para ambos pies. Aún no se fabricaban. El zapato derecho era igual al izquierdo. Sin diferencias entre sí. Los pies terminaban domándolos: pasaba a ser uno el derecho y el otro el izquierdo. Con la política ocurrió algo parecido. En la asamblea nacional constituyente de Francia se sentaron a la derecha los partidarios de la monarquía absoluta y a la izquierda los detractores del orden establecido. Hasta entonces no había corrientes de opinión identificadas de ese modo. Tenían, como los zapatos, el molde derecho y debían calzarlo en el pie izquierdo. No existían las hormas, supongo. Dos siglos después, con un zapato para cada pie, la derecha y la izquierda sobreviven más en la forma que en el contenido. En Europa, cuna de ambas vertientes, varios motes sustituyeron los modelos primitivos. En Gran Bretaña, Francia, y Alemania, entre otros países, no pocos candidatos de un polo enriquecen sus programas (leer más)

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La isla de la fantasía

La influencia de los gobiernos de los Estados Unidos, Venezuela, Brasil y España será decisiva en la inminente transición En vísperas de la parada militar del 2 de diciembre en la plaza de la Revolución, la gran incógnita no era la presencia de Fidel Castro. Ya no. Que estuviera poco iba a cambiar la situación. Desde el 31 de julio había delegado el mando en su hermano Raúl. Excepto esporádicas apariciones con el diario oficial Granma de la fecha correspondiente sólo para demostrar que seguía vivo, todo se centraba en el secreto mejor guardado de la isla: su estado de salud, librado a la decisión del destino de mantener el pulgar erguido o inclinarlo hacia abajo. Faltaba después de 47 años. Faltaba y, con su ausencia, abonaba la intriga sobre el desenlace. El desenlace de Cuba, más que el suyo. Febriles comenzaron a ser los contactos reservados con los gobiernos de Hugo Chávez, por un lado, y de George W. Bush, por el otro. Febriles y, en ocasiones, precipitados. Sobre la mesa, aún dominada por (leer más)

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Lo cortés no quita lo evidente

La reelección de Chávez coronó una tendencia traducida en insatisfacción, más que en populismo Lejos de la euforia de unos y de la depresión de otros en Venezuela, el secretario de Estado de Asuntos Exteriores de España, Bernardino León, y el secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental de los Estados Unidos, Thomas Shannon, procuraron establecer en Madrid las bases de una encrucijada: cómo lidiar con el tigre suelto en América latina. Misión, en apariencia, menos compleja para José Luis Rodríguez Zapatero que para George W. Bush. Era viernes; faltaban horas, apenas, para el gesto conciliador hacia los Estados Unidos del presidente provisional de Cuba, Raúl Castro, y para la reelección de Hugo Chávez. Faltaban horas, apenas, para vislumbrar otro escenario. Con los mismos actores, excepto Fidel Castro. Con los mismos actores, pero, a la vez, con algunos cambios. Chávez iba a ganar un nuevo mandato en elecciones limpias, como Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador. Todos ellos, al igual que Luiz Inacio Lula da Silva (leer más)

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La guerra de secesión

En Venezuela, México y Bolivia, las elecciones dejaron al desnudo una realidad: en cada una de ellas conviven dos países CARACAS.– La tierra no resistió. El puente que unía el aeropuerto con la capital se derrumbó. Un viaje de menos de una hora insume desde enero más de tres. A paso de hombre, por una geografía escarpada, dominada por la pobreza. Como el puente roto, reflejo de la sociedad venezolana, Hugo Chávez halló por decantación, después de casi ocho años de gestión, el descontento de una parte de la población. La mitad, tal vez, no necesariamente reflejada en los votos. Esa parte de la población, huérfana de partidos por los desaciertos de la Acción Democrática (AD) y el Copei mientras se alternaban en el Palacio de Miraflores, encontró un candidato: Manuel Rosales. Un candidato de circunstancia. O, acaso, un opositor a secas. Un opositor a secas era también Evo Morales. No vaciló en bloquear las rutas de los sucesivos gobiernos desde el período incompleto de Gonzalo Sánchez de Lozada. Tanto insistió, como Chávez después de (leer más)

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La insoportable levedad de los imperios

Si hay problemas entre vecinos, la solución suele ser sencilla: consiste en levantar un muro, dejar de ver al otro Frente a los afanes nucleares de Kim Jong-Il, China halló la solución: levantó un muro. Santo remedio. Si uno tiene diferencias con un vecino molesto, nada mejor que no verlo. E ignorar qué sucede en sus dominios. Para eso sirven los paredones, finamente decorados en sus extremos con alambres de púas y otros detalles. Para eso y, en el caso de la península asiática, para impedir que los norcoreanos, no contentos con su bomba atómica, vayan a Pekín en busca de comida o menudencias por el estilo. Lo cual no deja de ser una muestra de ingratitud con el Querido Líder: ¿qué plato de arroz sabe mejor que las fisiones de neutrones y protones? De paredones saben los chinos: la Gran Muralla, construida y reconstruida por varias dinastías durante más de un milenio, tenía como fin proteger al imperio de los ataques de nómades provenientes de Mongolia y Manchuria. El muro frente a Corea del (leer más)

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Cómo ser opositor y no morir en el intento

El dilema afecta a América latina, sobre todo por la impronta de Chávez y por el correlato de las elecciones en México BERLÍN.– Poco sabía Gabriela Büssemaker, alcaldesa de Ettlingen, Estado de Baden-Württemberg, del origen remoto de sus visitantes: la Argentina. Sólo acudían a su memoria, mientras departía con diputados por Compromiso para el Cambio, Recrear, la UCR, el ARI y los partidos Demócrata de Mendoza y Renovador de Salta, los reclamos de alemanes furiosos por no haber cobrado los dividendos de los bonos de la deuda pública que habían adquirido antes de la crisis. Ese tema y la curiosidad por la cercanía entre Néstor Kirchner y Hugo Chávez, así como el conflicto con Uruguay por las plantas de celulosa, fueron recurrentes en las reuniones con dirigentes del Partido Liberal Democrático (FDP). Después de la crisis, la Argentina dejó de ser una sucursal de Europa, plasmada, cual síntesis, en la vida y la arquitectura de Buenos Aires. Antes, la pregunta era: ¿cómo nos ven? Ahora, la pregunta es: ¿nos ven? En Alemania, concentrada en su (leer más)

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Recuerdos del futuro

Cambian los candidatos y los partidos, pero no cambia la percepción de las mañas que tantas veces se le criticaron al PRI Le advirtieron cierta vez a Adolfo López Mateos, presidente de México entre 1958 y 1964: “No son pocos, señor, quienes se aprovechan de la generosidad de usted y están hincándole el diente al presupuesto”. No lograron incomodarlo, parece. Sonrió, según el escritor Rafael Loret de Mola. Sonrió y extrajo la cajetilla de Delicados que siempre llevaba consigo. Encendió uno, tranquilo. “Cada mexicano tiene la mano metida en el bolsillo de otro mexicano… ¡y pobre de aquel que rompa la cadena!”, concluyó mientras exhalaba la primera bocanada de humo. ¿Rompió la cadena Vicente Fox, el primer presidente ajeno al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 71 años? Lo prometió, al menos. Desde 2000, los mexicanos vislumbraron un cambio profundo. Tan profundo que iban a sepultar aquello que en 1929 el presidente Plutarco Elías Calles llamó sistema político e iban a concebir una democracia a secas en la cual no fuera necesario, o imprescindible, que un (leer más)

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Livin’ con el corazón en la boca

En vísperas de la nueva ley, las redadas contra fugitivos y pandilleros latinoamericanos crearon pavor entre los ilegales Cada vez que tuvo ocasión, George W. Bush recordó con espíritu cosmopolita que en Midland, Texas, iba a la escuela pública con inmigrantes mexicanos. Entendía el fenómeno circular: eran más cuando crecía la producción y menos cuando crecía el desempleo. Entendía, también, que no se iban de su tierra por gusto, sino por necesidad. En esos años, así como cuando regenteó su pequeña y fallida compañía petrolera, compartió con ellos algo más que vivencias: les dio trabajo. Después, como administrador los Rangers, equipo de béisbol con el cual amasó su fortuna, bromeaba con los jugadores latinoamericanos en spanglish. Por esa rara mezcla de español e inglés, usual en el borde (border, frontera) con México y en ciudades con muchos latinoamericanos, las guerras no deparan pérdidas, ni bajas, ni heridos, sino casualidades (casualties, desgracias), los velatorios no despiertan mensajes de pesar, sino de simpatía (sympathy, compasión o pésame), y las calles son eco de expresiones desconcertantes, como vacunar (leer más)

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Sur, paredón y después

En la globalización, los capitales, los bienes y las mercancías tienen más libertad de movimiento que las personas En su primer viaje al exterior como presidente de los Estados Unidos, George W. Bush comenzó a recorrer el sendero sinuoso de una gestión marcada por una prioridad: la lucha contra el terrorismo. Ese día, el 16 de febrero de 2001, aún invicto de atentados mientras visitaba a su par de México, Vicente Fox, en su rancho de San Cristóbal, Guanajuato, confesó con el pulgar hacia abajo que, como su padre, detestaba el brócoli, a pesar de las plantaciones del anfitrión de ese vegetal y de coliflor, y ordenó con el pulgar hacia arriba el primer ataque militar de su mandato. Contra Irak, premonitorio del eje del mal. En la agenda de Fox, mimado en el exterior por haber terminado un año antes con la rutina de siete décadas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Los Pinos, figuraba un punto crucial: resolver la situación irregular de millones de mexicanos radicados sin permiso en los Estados Unidos y (leer más)

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Se dobla, pero no se rompe

Más allá del acercamiento de Vázquez a Bush, los otros países no renunciaron al bloque por sus acuerdos con los EE.UU. En rigor, Hugo Chávez nunca perdonará a George W. Bush. Sobre todo, desde que denunció que había estado detrás del efímero golpe de Estado de abril de 2002, razón del silencio norteamericano frente a la condena de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y que, en realidad, había pretendido deshacerse de él. Liquidarlo. Frente a ello, el primer embajador de los Estados Unidos en Caracas de la era bolivariana, John Maisto, propuso una fórmula conciliadora: reparen en sus manos, no en su boca; es decir, no juzguen sus palabras, sino sus acciones. Era la única forma de evitar que la confrontación pasara a mayores. El entonces secretario de Estado, Colin Powell, no creía en ello: entendía que la democracia perdía su esencia cuando un líder elegido por el pueblo usaba métodos cercanos a la autocracia. De ahí, su renuencia a aplicar la fórmula de Maisto y su rechazo a admitir la resaca de (leer más)

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Suicidio en defensa propia

Problemas entre los hermanos «mayores» y los «menores» Por apenas un mes de diferencia, Luiz Inacio Lula da Silva no coincidió con Néstor Kirchner en una visita a China. Viajaron en mayo y en junio de 2004, respectivamente. En mayo de ese año viajó a China, también, el presidente de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos. Si Jorge Batlle, aún presidente de Uruguay, hubiera ido, el anfitrión, Ju Hintao, habría tenido una postal completa del Mercosur. Debió armar un rompecabezas, empero. O atender por separado a cada uno de ellos, socios de un club, a veces prenda de hermandad, a veces factor de desunión, con más predicamento en el vecindario que fuera de él. ¿Era una locura que viajaran los cuatro juntos (Batlle incluido) o que, al menos, Brasil y la Argentina, orgullosos en apariencia de una remozada alianza estratégica signada por la presunta afinidad ideológica entre Lula y Kirchner, aterrizaran en el mismo avión en el país que, con su apertura comercial y sus compras de materias primas, iba a ser vital para la recuperación económica (leer más)

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Te solté la rienda

América latina, con Colombia como único foco de conflicto, es la región más inofensiva y menos problemática del planeta  Cada vez que George W. Bush miró a América latina pensó en China. La región por sí misma iba a ser inseparable del destino común con los Estados Unidos. Lo iba a ser hasta que el Siglo de las Américas, anunciado en su primera campaña electoral como anzuelo para los latinos radicados en su país, se hizo escombros con las Torres Gemelas. Desde entonces, la presencia precaria del continente en la agenda norteamericana se debió a su escaso potencial de riesgo. Mientras el eje viraba  de Afganistán a Irak, la competencia asiática en un territorio considerado propio no alcanzó a despertar el interés dormido, o anestesiado, por las guerras preventivas contra el terrorismo. Prioridad tampoco tenía América latina al comienzo de la gestión de Bush. La presencia de China, cual correlato de su bonanza económica y de sus ansias de expansión, creó suspicacias en los Estados Unidos, pero, al menos antes del 11 de septiembre de (leer más)

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Una fortaleza que nació de la exclusión

Con rencores ancestrales y posiciones de izquierda, el presidente de Bolivia coronó el ciclo de Marcos y Rigoberta Menchú LA PAZ.– Por exceso de diagnósticos y ausencia de terapias, Evo Morales cerró un ciclo. El ciclo de las plegarias no atendidas, o de los gritos desoídos, que inauguró el 1° de enero de 1994 el subcomandante Marcos en las montañas del sur de México. En ese momento, la globalización no detenía su marcha frente a la cruda realidad de tzotziles, tojobales, tzeltales y choles mientras Rigoberta Menchú, campesina de la etnia maya quiché cuyos parientes habían sido torturados y asesinados por militares y escuadrones de la muerte en Guatemala, insistía en su campaña de denuncias de violaciones de los derechos humanos después de haber sido reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1992, quinto centenario del Descubrimiento de América. En un continente dominado, y doblegado, por la desigualdad, la pobreza y la exclusión, Morales halló otra fórmula, emparentada con su rechazo epidérmico a los Estados Unidos, por haber intentado erradicar los cultivos de (leer más)