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Política

Sur, paredón y después

En la globalización, los capitales, los bienes y las mercancías tienen más libertad de movimiento que las personas En su primer viaje al exterior como presidente de los Estados Unidos, George W. Bush comenzó a recorrer el sendero sinuoso de una gestión marcada por una prioridad: la lucha contra el terrorismo. Ese día, el 16 de febrero de 2001, aún invicto de atentados mientras visitaba a su par de México, Vicente Fox, en su rancho de San Cristóbal, Guanajuato, confesó con el pulgar hacia abajo que, como su padre, detestaba el brócoli, a pesar de las plantaciones del anfitrión de ese vegetal y de coliflor, y ordenó con el pulgar hacia arriba el primer ataque militar de su mandato. Contra Irak, premonitorio del eje del mal. En la agenda de Fox, mimado en el exterior por haber terminado un año antes con la rutina de siete décadas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Los Pinos, figuraba un punto crucial: resolver la situación irregular de millones de mexicanos radicados sin permiso en los Estados Unidos y (leer más)

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Política

Los medios justifican el fin

En el peor momento de Bush y de su equipo, Ahmadinejad se ufana de haber descubierto el embrión de la bomba atómica Si Saddam Hussein hubiese sido tan provocador y peligroso como Mahmoud Ahmadinejad, la comunidad internacional habría apoyado a George W. Bush en una hipotética guerra contra Irán con tanta firmeza como contra el régimen talibán en Afganistán, nido de Al-Qaeda. Escogió mal el objetivo, empero. O, en el léxico de la Guerra Fría, oprimió el botón rojo antes de tiempo. Y, más allá de las razones internas y externas del apuro, convirtió a Irak en la antesala del infierno con argumentos morales, no con premisas terapéuticas. Ni los neoconservadores de su gobierno, alias neocons, aprobaron el resultado: idealista en los fines y realista en los medios, definieron con entusiasmo escaso. En la piel del iraquí de a pie, sometido al yugo de la dictadura depuesta, la inyección de democracia que lograron inocularle bajo presión lejos estuvo de aliviarle el dolor. Le dio alguna que otra esperanza de parecerse a los otros, no de (leer más)

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Política

El cadáver exquisito

El Tribunal de La Haya se ahorró un veredicto sobre derechos humanos que hubiera puesto en tela de juicio a Europa En vida, Slobodan Milosevic padeció los suicidios de su padre (se voló la tapa de los sesos en 1962) y de su madre (se ahorcó una década después). Padeció, también, el suicidio de la Unión Soviética. En el ínterin, aquel hombrecillo gris de la nomenklatura que trepó el palo enjabonado de la Liga Comunista de Belgrado, en donde obtuvo el título de abogado, apuró el suicidio de una nación, Yugoslavia, desgajada en Estados, o en simulacros de Estados, divididos, a su vez, por fronteras más étnicas que políticas. Divididos por fronteras trazadas con el odio que supo contagiar con un discurso nacionalista y provocador con el cual quebró el legado del mariscal Tito, todopoderoso entre 1945 y 1980. Con su muerte, signada como su vida por el fantasma del suicidio como posibilidad casi limítrofe con el envenenamiento, el Tribunal Penal Internacional para los crímenes en la antigua Yugoslavia (TPIY), cerró el caso. Sobre Milosevic, (leer más)

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Política

Acompáñame a estar solo

A pesar del riesgo que entraña, Ahmadinejad usa la misma estrategia que Bush en la defensa de su interés nacional Si los Estados Unidos pretenden ser un imperio, ¿por qué se comportan como un Estado-nación? Es decir, ¿por qué no imponen su voluntad en lugar de buscar el consenso? Quizá porque, desde la voladura de las Torres Gemelas, un ala del gobierno de George W. Bush necesita agotar las instancias diplomáticas mientras la otra amenaza con acciones militares. Con un solo justificativo en ambos casos: evitar atentados terroristas en su territorio. A merced de ese temor, base de las guerras preventivas, ha quedado relegado aquello que, aunque fuera en beneficio propio, promovieron durante un siglo: la democracia, el libre comercio, los derechos humanos, el medio ambiente y el orden multilateral. Por esa inversión, los norteamericanos quieren ser respetados. Más aún: recompensados con adhesiones espontáneas a sus causas. En especial, la lucha contra el terrorismo. En el exterior, empero, la política de Bush se ve atada a factores diversos y, en apariencia, dispersos: la intención de (leer más)

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Política

Malicia contra milicia

El régimen de Ahmadinejad puso en un aprieto a la comunidad internacional con su afán de contar con armas letales Desde la muerte del ayatollah Khomeini, los Estados Unidos dejaron de tener certeza sobre las intenciones de Irán. Las intenciones reales, digo. Varió menos el discurso que el método: a rachas, amenazante; a rachas, conciliador. Fue confuso siempre, de modo de evitar la disuasión como réplica ante la mera sospecha de haber participado, o encubierto, atentados terroristas. O, inclusive, boicots contra procesos cruciales, como las negociaciones de paz en Medio Oriente. Una política exterior errática calibró cada reacción con precisión milimétrica. Y evitó, a veces en el límite, la confrontación. La evitó hasta que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) descubrió que los mullahs procuraban adquirir la capacidad de enriquecer uranio y aislar plutonio, fórmula básica para producir armas nucleares. El razonamiento quiso ser sencillo. Primitivo, tal vez: si Israel logró estar más pertrechado que potencias de mayor porte gracias a ustedes, los Estados Unidos, por qué no yo. Es decir, por qué (leer más)

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Política

Un largo camino a casa

Bush evitó condicionar el retiro de las tropas al calendario, pero cuenta con un plan con miras a las elecciones de 2006 En febrero de 2003, Abu Musab al Zarqawi, lugarteniente en Al-Qaeda, comenzó a hablar en frío de lo ardiente. Hasta entonces, al borde de la guerra sin fin, el único escollo en Irak de la coalición liderada por los Estados Unidos era un tirano que no daba crédito a la posibilidad de que guardara relación con aquello que George W. Bush más detestaba: el terrorismo, inducido, en su caso, por la posesión de armas de destrucción masiva y por los vínculos con Osama ben Laden. Hipótesis, ambas, refutadas por la insoportable levedad de las evidencias que propiciaron la invasión del país, el derrumbe del régimen y el estreno de la insurgencia. Sobre ello no hubo en Bush, ni en su gobierno, medio gramo de arrepentimiento. Sabía que Irak, tras la guerra, iba a convertirse en un santuario del terrorismo y que, de ese modo, más difícil iba a ser el retiro de las (leer más)

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Política

Las fronteras se besan y se ponen ardientes

En la violencia hallaron los hijos y los nietos de los inmigrantes una vía de participación política frente a la exclusión Son líneas delgadas. Imperceptibles. Invisibles, a veces; rojas, otras veces. La acera o la orilla de enfrente pertenece a otro país, responde a otra cultura, habla otro idioma. Los vecindarios conjugan palabras neutras, típicas de la zona. El agua, como la sangre, fluye por las mismas venas, empero. Y sabe igual. Comparten todo y nada, librados a la dictadura del mapa, los colores de las banderas y las estrofas del himno. En las fronteras, mientras la globalización procura disolverlas, afloran muros, rejas y alambradas. Imaginarias, a veces; reales, otras veces. Defensas del territorio que unos creen propio y que los otros sienten ajeno. Sólo en el servicio religioso, del credo que fuere, se sienten hermanos. Y, como tales, el origen deja de ser un mérito. Un mérito fácil, echado a la suerte de haber venido al mundo en Europa o en África, en los Estados Unidos o al sur del río Grande, en el (leer más)

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Sociedad

La casa se reserva el derecho de admisión

La invasión de inmigrantes a Melilla y Ceuta reforzó el temor a la virtual incorporación de Turquía a la Unión Europea En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, concluía Sancho Panza: “Dos linajes hay en el mundo, como decía una abuela mía, que son el tener y el no tener”. Cuatro siglos después, en el lugar de la Mancha, de cuyo nombre tampoco quiero acordarme, el tener y el no tener dependen más de la partida de nacimiento que del afán de superación. El tener y el no tener se resumen, en la Mancha y sus alrededores, en las estadísticas brutales del Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): 2500 millones de personas (el 40 por ciento de la población mundial) apenas subsisten con menos de dos euros diarios, el precio de una Coca-Cola en Madrid o en París. En 18 países, con 460 millones de habitantes, empeoraron las condiciones de vida desde 1990. De ellos, 12 pertenecen al África subsahariana, azotada, también, (leer más)

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Política

Mi suerte necesita de tu suerte

La grave situación en Irak ha favorecido al nuevo gobierno de Irán y al régimen comunista de Corea del Norte Hasta el 30 de enero, George W. Bush no tenía motivos para sentirse satisfecho. Le devolvieron el alma al cuerpo, ese día, las primeras elecciones libres de Irak después de la caída de Saddam Hussein. Por ellas, más de ocho millones de personas desafiaron las amenazas de la insurgencia. Las largas filas para votar, al cabo de la cuales se alzaban dedos manchados de tinta violeta, justificaron, en cierto modo, la decisión de derrocar al régimen a pesar de la falta de evidencias sobre sus vínculos con Osama ben Laden y sobre sus armas de destrucción masiva. A pesar, también, de los reparos de las Naciones Unidas y, sobre todo, de la vieja Europa, representada por Francia y Alemania. Bush quiso capitalizar las elecciones de Irak, despejado el cielo de los anunciados nubarrones de violencia que iban a impedirlas. Eran la confirmación del rumbo: amanecía la democracia en los países árabes. Era un sueño. En (leer más)

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Política

El reformatorio

En un suspiro, el huracán Katrina demandó más dinero que la guerra contra Irak. En un suspiro, también, el huracán Bush arrasó con la mayoría de las reformas en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que pretendía su secretario general, Kofi Annan. En un suspiro, a su vez, el huracán Al-Qaeda cometió la peor masacre en Irak desde que estalló la guerra. En un suspiro, pues, tres huracanes chocaron entre sí. Por ellos, la fiesta inolvidable no pudo ser más que la siesta olvidable. Y las reformas en la mole de Manhattan, cuyo fin suelen ignorar sus vecinos norteamericanos, terminaron siendo, a seis décadas de su fundación, apenas un intento fallido. Un capricho de los países de recursos escasos, quizá. Bush, acosado por el huracán Katrina, se cobró de ese modo el vano afán de legitimar la guerra en el Consejo de Seguridad. Más no pudo hacer Annan, acorralado por el resultado desprolijo del programa Petróleo por Alimentos, diseñado por la ONU para Irak. Lapidarias habían sido las conclusiones del comité independiente de investigaciones, (leer más)

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Política

Bush y, más allá, la inundación

Cuatro años después de los atentados terroristas, EE.UU. recibió un huracán de solidaridad a pesar de sus evasivas No, gracias. En boca de George W. Bush, la respuesta a la oferta espontánea de ayuda externa parecía definitiva. Era peligroso aceptarla, como si de Uganda se tratara. Era peligroso por la amenaza terrorista nunca acallada y, a la vez, algo así como un deshonor. La necesidad, empero, tuvo cara de hereje. El país más poderoso del planeta, al cual recurren todos en casos de urgencia, no pudo preservar su cerrazón. O, acaso, su orgullo. No pudo por un indicio concreto: el vicepresidente Dick Cheney, enviado a la zona del desastre, advirtió que era más popular en Bagdad que en Nueva Orleáns. Sólo recibió insultos para él y recuerdos para Bush. Enterado de ello, Bush cambió de opinión: delegó en terceros, como la alianza atlántica (OTAN), la Cruz Roja y el Ejército de Salvación, así como en soldados y en expertos extranjeros, aquello que, según él, no pudo hacer su gobierno por culpa de la burocracia. La (leer más)

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Política

El peor amigo de mi mejor enemigo

Las sospechas sobre el presidente electo de Irán ponen en un aprieto a Bush, jaqueado por Irak y concentrado en Medio Oriente En perspectiva, Irán iba a ser una bomba de tiempo. Una bomba atómica, en realidad. Sobre todo, porque iba a terminar el gobierno reformista de Mohamed Khatami, más allá de las sospechas por su respaldo al terrorismo y por sus instalaciones nucleares. Eran sospechas más fundadas que el arsenal de armas de destrucción masiva en poder de Irak. Pero faltaba mucho para las elecciones, faltaba menos para las legislativas de los Estados Unidos y faltaba nada para derrocar a Saddam Hussein. Faltaba más, señor presidente: gracias a la guerra, la democracia iba a prender en el mundo árabe como cactus en el desierto. Prendió tímidamente. No en forma abrupta, como pretendía George W. Bush. En el ínterin murió Yasser Arafat, Siria debió terminar de apuro la ocupación militar del Líbano a raíz del asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri e Israel comenzó a retirarse de la Franja de Gaza. No hubo, sin (leer más)

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Política

Corrupción, mentiras y video

La crisis en el gobierno de Lula viene a ser otro eslabón de la cadena de escándalos que sacuden a menudo a la región Por la compra de voluntades, y de votos, cayó un símbolo de la corrupción: Alberto Fujimori. Por ello y, también, por fraude en las elecciones de 2000, después de haber permitido que Vladimiro Montesinos, jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), triangulara fusiles soviéticos importados de Jordania a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); iban a ser para el ejército peruano, en principio. Los vladivideos, en los cuales legisladores y particulares recibían dólares a cambio de favores, terminaron con su gobierno. Y, por cierto, con sus mentiras. ¿Falló la democracia? No. Definitivamente, no. El hallazgo de las cuentas bancarias secretas de Augusto Pinochet en los Estados Unidos demostró que la corrupción no repara en gobiernos civiles o militares, sino en las tentaciones de los hombres. Acrecentadas por las oportunidades que abrieron las reformas, de las cuales Chile ha sido el pionero. Por esas tentaciones, más presas de los afanes de poder (leer más)

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Política

Dime que no

Francia y Holanda, más allá de las banderías políticas, coincidieron en emitir un poderoso mensaje a sus dirigentes Tomen nota, muchachos: la gente habla un idioma y ustedes hablan otro. O un dialecto. Si no, el proceso de ratificación de la Constitución europea hubiera sido un aburrido trámite administrativo de compilación de tratados en lugar de la sangría, y la jauría, en la cual terminó en dos de los seis países fundadores de la Unión: Francia y Holanda. En ambos casos, los costos políticos excedieron ampliamente los beneficios de inventario. Detrás del non francés y del nee holandés afloraron los miedos (en especial, el miedo a la virtual incorporación de un país tan extraño a Europa como Turquía) y, con ellos, los discursos xenófobos de una dirigencia rancia que, en su afán de asustar a la gente con la pérdida de la identidad y de la soberanía, no ha reparado en el presupuesto de violencia. Sobre todo, en un continente marcado desde los atentados de Atocha. En medio siglo de integración, la Unión Europea sufrió (leer más)

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Política

Flash Gordon

Blair ganó las elecciones, pero su ministro de Economía, ratificado en el cargo, paladea la miel de una virtual sucesión Más allá de haber sido desde 1997 el primer ministro británico más joven del siglo XX; de haber superado en permanencia en el 10 de Downing Street a otro laborista, Harold Wilson, y de haber tenido la habilidad o la astucia de preservar el apego y la tolerancia de Bill Clinton, primero, y de George W. Bush, después, Tony Blair ostenta otro récord. Menos estridente, digamos: en 25 años de matrimonio jamás le ha regalado flores a su mujer, Cherie Booth, la abogada católica de Liverpool que, sin haberse metido en política, gana más dinero que él.