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Sociedad

Y la orquesta sigue tocando

Gente de toda laya y nacionalidad tiende a creer, como Woody Allen, que tiene más problemas que el resto del mundo Errores cometemos todos. Que tire la primera piedra quien no haya tecleado alguna vez la contraseña del cajero automático en el microondas. ¡No tan fuerte, por favor! La experiencia ayuda a cometer errores nuevos en lugar de repetir los viejos. Es la gracia de los errores: siempre son originales. Pero hay errores y errores. U horrores. Son aquellos por los cuales pueden pagar tanto sus autores como otros que, sin arte ni parte, se ven involucrados en situaciones embarazosas. O desastrosas. Como los pasajeros del Titanic. A esos errores, y sus primas hermanas las omisiones, apuntaba un diplomático norteamericano retirado, frente a un grupo de camaradas en idéntica situación, mientras planteaba un desafío a la buena memoria con una pregunta de sobremesa en un club privado de Washington: «¿Cuál ha sido para ustedes el error o la omisión del año?», inquirió, abriendo el juego. Era una pregunta con trampa. Todos pensaron al principio que (leer más)

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Política

Posdata: lo importante es competir

Ganó el candidato que centró su campaña en criticar todo aquello que se asociara con Washington, como su rival La mitad del país votó por un candidato que, en principio, obtuvo más votos que el otro, pero, curiosamente, perdió. La otra mitad del país votó por un candidato que, en principio, obtuvo más electores que el otro, pero, curiosamente, no pudo cantar victoria de inmediato por un puñado de boletas mañosas y por los tironeos en las cortes. Si hubiera sucedido en otro país, vaya y pase. Pero en los Estados Unidos… Momento. Para ganar hay que arriesgarse a perder. Al Gore ganó más votos, pero George W. Bush ganó más Estados. Es decir, por primera vez en más de un siglo, uno ganó el voto popular y el otro es el presidente electo. Son las reglas del sistema indirecto. Que ambos rubricaron desde que decidieron postularse. Es el correlato del dilema, elevado a la enésima potencia, casi al límite del absurdo, de algo tan sencillo, en apariencia, como sumar dos más dos, y que (leer más)

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Política

Cuándo volverás a ser lo que no fuiste nunca

El dominio de las FARC sobre una porción del país consagra de hecho la existencia de un Estado dentro del Estado Tirofijo está como Carlos Menem: enamorado. En su caso, de una guerrillera a la que duplica en edad. Con ella, Sandra, de 37 años, habrá descorchado aguardiante, o alguna champaña reservada para la ocasión, en Inspección Los Pozos, cerca de San Vicente del Caguán, después de la prórroga que concedió el gobierno de Andrés Pastrana a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sobre las tierras que dominan a su antojo en el sur del país. Maravilloso si Tirofijo, de 70 años, fuera Walt Disney o la Madre Teresa, no el líder guerrillero más veterano del mundo. Hombre de armas llevar, por más que, curiosamente, también empuñe el violín. Que ha ganado más que cualquier otro con su renuencia al diálogo y con su concepción setentista del poder. Pasada de moda, pero efectiva. O lucrativa. Hasta dejó plantado a Pastrana el día que recibió, limpios de presencias tan molestas como soldados y policías, los (leer más)

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Política

Alquilo casa / buena ubicación / apta presidente

Si el Norte fuera el Sur, la crisis electoral norteamericana sería propia de las desprolijidades nuestras de cada día Dios no juega a los dados, según Einstein, pero, en un descuido, dejó caer el cubilete. Y organizó el caos. Al punto que México tiene por primera vez en 71 años un presidente no comprometido con las mañas, y con las artimañas, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y los Estados Unidos tienen por primera vez en 124 años un conflicto de intereses, y de mezquindades, digno de las peores tradiciones latinoamericanas. ¿Contagio mutuo? Pellízquese si no puede creerlo. Minutos después del cierre de las elecciones mexicanas, el 2 de julio, Televisa encabezó la caravana de cadenas de televisión que conmovió al mundo con la victoria de Vicente Fox, o la derrota del PRI, aceptada de inmediato por Ernesto Zedillo. Minutos después del cierre de las elecciones norteamericanas, el 7 de noviembre, Fox (no Vicente) encabezó la caravana de cadenas de televisión que conmovió al mundo con la victoria de George W. Bush, o la derrota de (leer más)

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Política

Por un puñado de votos

Tanto se tensó la cuerda que la decisión está en manos de la instancia que Gore quiso evitar y que Bush supo forzar: los tribunales WEST PALM BEACH, Florida.– John Kennedy llevaba en el bolsillo un número mágico: 118.574, según el biógrafo Richard Reeves. Era la diferencia escasa, anotada en un trozo de papel, con la cual había superado a Richard Nixon en las elecciones de 1960. La primera vez que se vieron, después de haber sofocado sospechas de votos hasta en los cementerios, el presidente electo admitió: “Es difícil saber quién ganó”. Su rival, luego presidente, asintió con la cabeza. Ninguno de ellos completó su mandato. Uno terminó asesinado; el otro terminó corrido por el escándalo Watergate. ¿Sabrán alguna vez Al Gore y George W. Bush quién ganó las últimas elecciones? Nixon entendió  en su momento que los recuentos y las demandas podrían causarle un gran daño al país. “El país no puede permitirse la agonía de una crisis constitucional y, por supuesto, yo no voy a participar en crear una simplemente para convertirme (leer más)

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Política

Presidente por un rato

Haya ganado Bush o haya ganado Gore, el próximo gobierno estará signado por la falta de legitimidad WEST PALM BEACH, Florida.– Pálpitos, o justificaciones, hay por doquier. Hasta en los Estados Unidos. Dicen en Washington, por ejemplo, que el resultado de las elecciones presidenciales suele estar sujeto al último partido de los Redskins, crédito local de fútbol americano. Si ganan el domingo previo, gana el martes el candidato por la Casa Blanca; si pierden, paciencia, gana el candidato por la oposición. Es una leyenda urbana a la cual prestan especial atención los apostadores. ¿Qué pasó el domingo? Perdieron los Redskins por margen escaso: 16-15 contra los Cardinals, de Arizona. ¿Qué pasó el martes? George W. Bush, el candidato por la oposición, habría ganado por margen escaso el voto electoral (es decir, tendría la mayoría de los delegados en el Colegio Electoral si redondea, finalmente, su victoria en Florida), y Al Gore, el candidato por la Casa Blanca, habría ganado, también por margen escaso, el voto popular (es decir, tendría la mayoría de los votos, pero, (leer más)

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Política

Tu pasado me condena

No flirtean con mujeres ni cometen excesos, pero, con una economía robusta, no saben cómo eludir la sombra de Clinton ATLANTA, Georgia.– Comparten algo así como un complejo de inferioridad. Y, a la vez, un orgullo inquebrantable. Quizá más Al Gore que George W. Bush, dispuesto a perder las elecciones, si fuera necesario, con tal de no permitir que Bill Clinton se atribuya la victoria. Fue claro en eso: que haya sido el vicepresidente en los últimos ocho años, y que haya sido leal en los momentos más difíciles, no significa que pretenda vivir bajo la sombra de la bonanza económica. Que considera ajena. Tan ajena, tal vez, como Bush considera la gestión de su padre, derrotado por Clinton en su intento de ser reelegido en 1992. Y como considera, asimismo, la actitud de los congresistas que, sin medir consecuencias, cavaron la fosa más honda en la cual han caído los republicanos desde la renuncia de Richard Nixon. Desprestigiados, ignorados, concentrados en sí mismos mientras la gente, descreída de ellos, veía otro canal durante el (leer más)

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Política

De igual a igual contra uno mismo

Al Gore y George W. Bush, cabeza a cabeza en las encuestas, en realidad, ninguno de los dos convence del todo WASHINGTON.– Promediaban en el Congreso las audiencias por el caso Whitewater, negocio inmobiliario de los Clinton en Arkansas. En una de ellas, convocadas por el ex senador republicano Alfonse D’Amato, el presidente se acercó a otro senador republicano cuyo nombre jamás ha revelado: “¿Piensa realmente que mi mujer y yo hemos hecho algo malo?”, preguntó. Obtuvo una carcajada como primera respuesta. Y, después, una confesión: “Por supuesto que no. Ustedes no han hecho nada malo. Pero ese no es el punto. El punto es que la gente crea que ustedes han hecho algo malo”. Bienvenido a Washington. Bill Clinton comprendió entonces el significado de la máxima de Newt Gingrich, el republicano por el cual los demócratas perdieron en las elecciones de 1994 la mayoría de número en la Cámara de Representantes: la política es la guerra sin sangre. Máxima que, curiosamente, aplican Al Gore y George W. Bush en una campaña por la sucesión (leer más)

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Política

Nos han declarado la guerra

En 1973, la crisis en la región disparó el precio del petróleo e hizo tambalear durante una década las economías occidentales WASHINGTON.– Recriminaciones mutuas es todo lo que comparten Ehud Barak y Yasser Arafat en medio del caos en el que viven, o sobreviven, sus pueblos desde que dejaron aflorar las iras contenidas durante años. Que todo haya comenzado el 28 de septiembre con la provocativa visita del líder del partido derechista Likud, Ariel Sharon, a un sitio sagrado de Jerusalén para judíos y musulmanes, como la Explanada de las Mezquitas, no es más que la punta del ovillo. O, acaso, la chispa que hizo estallar el polvorín mientras la relaciones parecían normalizadas entre las cúpulas. ¿Era un espejismo? El polvorín iba a estallar de todos modos: lo demostró la saña con la cual unos y otros bombardearon y apedrearon, respectivamente, el proceso de paz. Que estaba más avanzado que nunca desde el momento en que Barak accedió a debatir la cesión del sector oriental de Jerusalén (Al Qods, en árabe) a los palestinos. Dos (leer más)

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Política

Barak tiene un plan; Arafat, tampoco

La visita de un líder de la derecha israelí a un sitio sagrado de Jerusalén causó la crisis y demostró cuán frágil es la paz Shimon Peres, premio Nobel de la Paz al igual que Yitzhak Rabin y Yasser Arafat, reparó hace un tiempo en las instrucciones que daba un entrenador de natación a un grupo de chicos que competía en el mar de Galilea: «Si llegan a la mitad y se sienten cansados, no den la vuelta. Gastarán la misma energía en ir a la meta que en regresar a la costa». Es, más o menos, lo que sucede con el proceso de paz de Medio Oriente: Arafat y Ehud Barak han llegado a la mitad, pero, apedreados por otra intifada (agitación), vacilan entre llegar a la meta, braceando y pataleando al mismo tiempo, o regresar a la costa. Nadan contra la corriente, en realidad, sorteando las olas encrespadas de sus respectivas oposiciones domésticas. Que, tratándose de un mar compartido, son tan ajenas como propias. En ello reside la característica principal del conflicto. Arafat (leer más)

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Política

Retroceder, nunca; rendirse, jamás

Cunde el síndrome Fujimori: de mañas y de artimañas procura valerse el dictador serbio con tal de seguir en el poder Perdido por perdido, Slobodan Milosevic no sabe, o no puede, perder. Por más que, ciego en su nacionalismo, en su orgullo y en su demagogia, sea un perdedor nato. En especial, frente a la NATO, siglas en inglés, y en el espejo, de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), después de que ardió Kosovo, en marzo de 1999, al fuego de pasiones sordas, de democracias en coma y de economías rengas que derivaron en espantosas limpiezas étnicas y, como correlato de ellas, en penosas caravanas de refugiados (por los misiles más que por la represión serbia) y en daños colaterales (tan absurdos como la voladura de la embajada china en Belgrado). En los Balcanes, en donde despuntó el siglo XX con su primera guerra mundial, empezó, y terminó, la carrera política de Milosevic. Quebró en 1987, mientras era un burócrata en ascenso de la Liga Comunista de Belgrado, la prohibición de hablar (leer más)

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Política

Cuestión de vida o muerte

China aplica la pena de muerte mientras, al estilo argentino, el principal asesor de Fujimori compra a opositores Ficción: el alcalde de un pueblo de China, acosado por el dilema de la quiebra de una empresa pública, descubre en la cruzada que emprende en aras de salvarla que los dirigentes más conspicuos del partido, sus mejores amigos, su hermano y su mujer están involucrados en un escándalo de corrupción. Fricción: el régimen gubernamental de China, acosado por una purga fenomenal que compromete a casi 200 funcionarios, policías y militares de rango diverso, quiso dar un ejemplo de rigor con la ejecución de Cheng Kejie, ex vicepresidente de la Asamblea Nacional Popular, por haber aceptado sobornos. Rodó, de ese modo, la cabeza de más alta jerarquía desde 1949. Realidad: la visita a China de Fernando de la Rúa, acosado por la certeza de los argentinos de que funcionarios de su gobierno habrían chantajeado a senadores ajenos y propios con tal de obtener el rédito político de la aprobación de una ley tan espinosa para el justicialismo (leer más)

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Política

O sí, o no, ONU, o ni

Clinton, bajo el mismo techo con amigos y enemigos, abogó por reinventar la organización de la que su país es deudor Rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita. Es el caso, a medias, de los Estados Unidos: son los que más tienen y, a la vez, los que menos necesitan. Que tengan, sin embargo, no significa que sean excesivamente generosos. O que dilapiden fortunas en causas ajenas al interés nacional. No adeudarían, por ejemplo, algo así como 1700 millones de dólares a las Naciones Unidas (ONU). La partida está trabada en el Congreso, dominado desde 1995 por la oposición republicana. Excusa por demás democrática de la cual se ha valido Bill Clinton para aplazar una y otra vez la deuda. Estirarla, en realidad. O para soslayar a la ONU, en nombre del interés nacional, después de sus fracasos en Bosnia-Herzegovina, en Ruanda y en Sierra Leona, entre otros. Excusas, asimismo, para pedir una rebaja: los Estados Unidos son el socio que paga la cuota más alta. En teoría mientras sigan (leer más)

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Política

La delgada línea roja

¿A qué apunta la ayuda de Clinton? ¿A erradicar los cultivos ilegales o a propiciar una intervención norteamericana? CARTAGENA DE INDIAS, Colombia.– Guerra del Sur la llaman. A ella irá a parar el grueso de los 1300 millones de dólares que aprobó con dudas el Congreso de los Estados Unidos, temeroso de otro Vietnam, y que redondeó con certezas Bill Clinton. In situ, el miércoles en Colombia, de modo de despejar dudas y de contagiar certezas en aras de erradicar los cultivos de coca y de amapola esparcidos en el territorio del tamaño de Suiza que el gobierno de Andrés Pastrana cedió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con la vana intención de entablar un diálogo de paz en medio de la guerra. Guerra sin fin, digamos. En la cual el desorden de los factores no altera el producto: secuestros, chantajes, persecuciones, mutilaciones, muertes. Y sume en la pobreza a la mitad del país, doblegada por el drama de los desplazados y de los desempleados. De los desamparados, en realidad. Gente que deja (leer más)

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Política

Día de la independencia

El desafío para ambos candidatos es que los Estados Unidos nunca han tenido más prosperidad económica ni menos amenazas externas Al Gore confiesa: “Dicen que soy demasiado serio”. ¿Le suena? George W. Bush, a su vez, confiesa: “Heredamos un buen apellido, no los votos”. No le suena, seguramente. Pues, le suene o no, ambos están librando una batalla contra sí mismos. Contra sus propios temperamentos y contra sus propias historias. Contra sus limitaciones por no ser pioneros. En divanes separados, quizás escuchen: “Elimine la imagen de ese padre dominante, reniegue de su herencia y gane poder por medio de sus méritos”. Fácil, asentirían, pero cómo. Es un dilema. Sobre todo, en un país cuyo presidente, el más desprolijo de la historia, obtuvo, paradójicamente, las mejores notas de la historia después de haber librado una batalla contra sí mismo en la cual supo conjurar con virtudes públicas sus vicios privados. Pesado legado de Bill Clinton, por más que los Estados Unidos nunca hayan tenido más bonanza económica ni menos amenazas externas, que afecta tanto a Gore, (leer más)