De igual a igual contra uno mismo
Al Gore y George W. Bush, cabeza a cabeza en las encuestas, en realidad, ninguno de los dos convence del todo WASHINGTON.– Promediaban en el Congreso las audiencias por el caso Whitewater, negocio inmobiliario de los Clinton en Arkansas. En una de ellas, convocadas por el ex senador republicano Alfonse D’Amato, el presidente se acercó a otro senador republicano cuyo nombre jamás ha revelado: “¿Piensa realmente que mi mujer y yo hemos hecho algo malo?”, preguntó. Obtuvo una carcajada como primera respuesta. Y, después, una confesión: “Por supuesto que no. Ustedes no han hecho nada malo. Pero ese no es el punto. El punto es que la gente crea que ustedes han hecho algo malo”. Bienvenido a Washington. Bill Clinton comprendió entonces el significado de la máxima de Newt Gingrich, el republicano por el cual los demócratas perdieron en las elecciones de 1994 la mayoría de número en la Cámara de Representantes: la política es la guerra sin sangre. Máxima que, curiosamente, aplican Al Gore y George W. Bush en una campaña por la sucesión (leer más)