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Política

Ras… Putin

Vislumbra Antonio Gala: “La corrupción no es cosa de este o aquel partido: corre por la masa de la sangre humana. La democracia y la economía de mercado pueden ir contra ella. Siempre que las instituciones rectoras sean nítidas e intachables. Y los funcionarios, abstemios de ambición. Y los jueces, no venales e independientes. Y la prensa, lo mismo. Y la opinión pública, bien formada y dispuesta a la acusación. Porque el mercado libre no se purifica a sí mismo ni tiene otra libertad que la que se le permita… Es decir, triunfará la corrupción en este nuevo año”. Presagio agorero, si se quiere. En Rusia renunció de golpe Boris Yeltsin, no abstemio de ambición, y asumió también de golpe Vladimir Putin, sediento de ella. ¿Gobierna Putin y manda Yeltsin? Nyet: gobierna y manda Putin, algo así como un Rasputín con más fortuna que el influyente segundón del zar Nicolás II, que blanqueó por decreto, cual perdón de todos los pecados, cuanto escándalo de corrupción salpicó el Kremlin en los últimos ocho años. Era parte (leer más)

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Dicen que estoy aburrido

O los votantes latinoamericanos están cansados y confundidos, como barrunta Jorge Castañeda, politólogo mexicano. O están desencantados con las políticas neoliberales de los últimos años, como convienen sus colegas James Petras, norteamericano, y Morris Morley, australiano. O, por qué disimularlo, están decididamente aburridos. Lo demostraron las elecciones recientes de la Argentina, México (las primarias del Partido Revolucionario Institucional) y Uruguay (en especial, la segunda vuelta). Quedará más marcado hoy en las presidenciales de Chile, en donde el síndrome Pinochet está vivo y enterrado, y en el plebiscito del miércoles por medio del cual Hugo Chávez pretende legitimar el comienzo de una era nueva (¿acaso imperial?) en Venezuela. La apatía no es mala. Debería ser la consecuencia normal de las sucesivas elecciones que hubo en la región desde el final de las dictaduras menos una, Cuba, aunque haya habido gobiernos democráticos, y los hay, con rasgos autoritarios, caso Alberto Fujimori en Perú. Pero existe en forma paralela un notable desgano entre la gente que Castañeda asocia con la falta de respuesta a las expectativas que han (leer más)

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Sombras de la China

Quien gana el combate es fuerte; quien evita el combate, y gana, es poderoso. Sabiduría china. Resumida en una cita de Sun Tzu, autor de El Arte de la Guerra: “Hacer rendir al enemigo sin luchar es la cima de la perfección”. China aún no hizo rendir al enemigo sin luchar ni, muchos menos, alcanzó la cima de la perfección, pero cobró altura de águila con el histórico acuerdo comercial que rubricó con los Estados Unidos. Es algo más que un pacto por el cual se compromete a reducir aranceles y permitir la radicación de empresas de telecomunicaciones y de servicios financieros en sus dominios. Es algo más, también, que el primer peldaño hacia la inscripción del último coloso comunista en el mayor club capitalista, la Organización Mundial de Comercio (OMC). Es un cambio de actitud. Que procura confirmar, a metros de la cima del siglo, el final de una era de absolutismos y de revoluciones. Un reguero de absolutismos (caso Rusia, caso China, principales exportadores) a cambio de otros absolutismos devino en democracias (en (leer más)

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Cumbres borrascosas

Jiang Zemin quería dar una buena impresión. La mejor posible. No fuera que Bill Clinton se llevara una postal distorsionada de China. País respetuoso de las libertades individuales, por cierto. Tanto que el régimen comunista, con tal de no incomodarlo en su primera visita, a mediados del año pasado, detuvo a algunos de los disidentes que intentaban plantearle un asunto tan superfluo como la apertura democrática. Una herida abierta, o una cuenta pendiente, desde la masacre de la plaza Tiananmen, en 1989. Es, más o menos, lo mismo que pretende Fidel Castro, en Cuba, durante la IX Cumbre Iberoamericana: tapar la realidad con un dedo. Es decir, que los disidentes no incomoden a los  mandatarios extranjeros con trivialidades, como la democracia, mientras pronuncian discursos que promueven bostezos y firman documentos que no leen sobre tópicos de tanta envergadura como el efecto de la globalización en la vida moderna. O, acaso, la importancia del agua en la navegación. A tal extremo puede llegar la farsa, en algunos casos, que Castro se comprometió hace unos años, en (leer más)

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Crisis de identidad

CIUDAD DE MEXICO.– Diez años después, el filósofo Steven Lukacs podría insistir con una pregunta: «What’s left?». Y, se aceptan apuestas, obtendría hoy respuestas tan dispares como el tamaño de los escombros que deparó el 9 de noviembre de 1989 la caída del Muro de Berlín. Es una pregunta con trampa. Con dos significados. «¿Qué queda?», uno de ellos. «¿Qué es izquierda?», el otro. Tiene doble intención, convengamos. Diez años después, sin embargo, doble sigue siendo la visión del mundo en los polos de poder, por más que sólo China, entre los grandes, pueda seguir llamándose a sí misma comunista a pesar de las reformas de tono capitalista que introdujo en su Constitución. Diez años después, de hecho, europeos y norteamericanos coinciden en encasillar políticos en izquierdas y derechas, superadas, en realidad, por las muertes súbitas de la  Guerra Fría y del imperio soviético como consecuencia del derrumbe del Muro. Será que la globalización tiende a simplificarlo todo. Pero simplifica tanto, a veces, que Fernando de la Rúa, más conservador que otra cosa, se ha (leer más)

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Cambio de hábitos

Pocas veces titubea Madeleine Albright, la secretaria de Estado norteamericana. En la tarde del 15 de agosto de 1997, a eso de las cinco, no tuvo más remedio. En sus mejillas se había acentuado el rubor. No por el verano de Washington, habitualmente impiadoso, ni por exceso de maquillaje. “¿Estamos seguros de que la traducción es la correcta?”, inquirió. La intérprete, conteniendo la risa, asintió. Jesús Esquivel, mexicano, periodista de la agencia Notimex, le había preguntado al canciller Guido Di Tella si la designación de la Argentina como aliada extra-NATO de los Estados Unidos iba a incrementar las relaciones carnales entre ambos países. “Relaciones carnales”, dijo. La sala de conferencias del Departamento de Estado estalló en carcajadas. Todos, menos Albright, parecían conocer la frase. “Ahora tenemos formas más técnicas de definir nuestras relaciones”, repuso Di Tella, el autor de la ocurrencia que terminó en marca registrada. A Albright le susurró al oído: “Después le explico”. Ella entendió de qué se trataba y, abanicándose con la mano, concluyó: “Es un día caluroso de agosto”. Aún no (leer más)

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Fallos y fallas

SANTIAGO, Chile.– Justicia lenta no es justicia, dicen. Peor aún si es tardía. Pero, a veces, por más tardía que sea no deja de ser oportuna. O, al menos, reparadora de heridas que el tiempo no  logra cicatrizar. Es la contradicción Pinochet. Una prueba piloto a dos voces en favor de los derechos humanos y, a la vez, en desmedro de las soberanías nacionales. Algo parecido ha sido Kosovo, en donde la alianza atlántica (OTAN) intervino sin permiso en defensa de la minoría acosada por los arrebatos nacionalistas de Slobodan Milosevic. También pudo ser Timor Oriental desde el momento en que Indonesia no respetó la independencia que votó su gente. Y puede ser Pakistán, con el arsenal nuclear que ha quedado bajo la cama de un general golpista de intenciones más integristas que íntegras, o Colombia, carcomida por el caos de guerrilla, narcotráfico y paramilitares. De temer todo. O acaso el temor sea consecuencia de una nueva concepción del rompecabezas mundial apenas una década después de la caída del Muro. Sólo queda un saldo: los (leer más)

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Resignación y valor

Fidel Castro irá dentro de poco a Anillaco, según Carlos Menem. Supongamos que un juez norteamericano, por instancias de los representantes de origen cubano del Capitolio, Ileana Ros-Lethinen y Lincoln Díaz-Ballart, exiliados desde pequeños en Florida, pide su detención en la Argentina y su extradición a Washington por violación de los derechos humanos. ¿Cómo reaccionaríamos? Saddam Hussein, según Hugo Chávez, estará el año próximo en la cumbre petrolera que se hará en Caracas. Supongamos que un juez de cualquier país desarrollado pide su detención en Venezuela y su extradición a la ciudad que sea por idéntico motivo o por cosas peores. ¿Cómo reaccionaríamos? Un ex presidente argentino o uno en ejercicio, no necesariamente de facto, puede viajar en cualquier momento a Europa, por ejemplo. Supongamos que un juez francés pide su detención en España y su extradición a París por los crímenes del Proceso que han sido descafeinados por las leyes de obediencia debida y de punto final. Por complicidad, digamos. ¿Cómo reaccionaríamos? Seguramente, la pasión política, el ansia de revancha o el hambre (ya (leer más)

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Colombia: segundos, afuera

Dice un cable reservado del embajador norteamericano en Bogotá: “Estoy completamente en contra del ingreso de personal militar en Colombia. La existencia de planes de contingencia para fuerzas de tierra es dinamita. Representa un peligro para las relaciones entre los Estados Unidos y Colombia”. El cable, firmado por Covey Oliver, data del 26 de agosto de 1965. En ese momento, crispados los nervios en Washington por la expansión del comunismo en América latina desde Cuba, el presidente Lyndon Johnson ordena el desembarco de tropas en República Dominicana y evalúa una eventual intervención en Colombia. Intervención que, finalmente, no se concreta. Pero, con apoyo logístico norteamericano, aviones de la fuerza aérea colombiana pulverizan una sublevación campesina en el sur del país, en donde, con el respaldo financiero e ideológico de Fidel Castro, campean las llamadas repúblicas independientes. Mueren Pedro Brincos, Tarzán, Desquite, Puñaladas, Puente Roto y Sangre Negra, entre otros líderes de un incipiente grupo guerrillero, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que ha nacido en 1964, un año antes, cual réplica al rechazo del (leer más)

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Chávez lo hizo

Hugo Chávez es tan populista como Perón, tan contrario al sistema como Fujimori y tan vanidoso como Menem. Con Perón comparte los gestos y la historia de un militar golpista que llega a la presidencia por las vías constitucionales, luego cambiadas a su antojo. Con Fujimori comparte la fórmula de la disolución del Congreso y de la Corte Suprema con tal de imponer su voluntad. Con Menem, y con los otros, comparte la egolatría. Son las tres fuentes con las cuales pavimentó el camino hacia la abrumadora victoria que obtuvo en las elecciones del domingo para la Asamblea Constituyente, llamada la soberanísima por él. Tan soberanísima que les ahorrará el trabajo a los elegidos: ya tiene redactada la Constitución en ciernes. La consigna de Chávez, abrazada en especial por los pobres, clase de la cual provienen los militares venezolanos, a diferencia de los argentinos y los chilenos, es salir de la crisis económica, terminar con la corrupción y refundar el país como la República Bolivariana, de modo de no esperar una década (dos períodos presidenciales) (leer más)

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Política

Remedio casero

Otra vez, el presidente peruano, Alberto Fujimori, rompió el molde. O, peor aún, usó de nuevo un remedio casero que contradice las recetas magistrales de América latina: en lugar de promover el diálogo con la guerrilla, como intenta su par colombiano, Andrés Pastrana, se calzó el chullo (gorro de lana tejida) y, seguro de que las cámaras de la televisión de Lima iban detrás de él, señaló con el índice, desde el aire, el claro de la selva central de Huancayo en donde iba a caer Oscar Ramírez Durand, Feliciano, cabecilla de Sendero Rojo. Era el líder de la resaca de Sendero Luminoso desde la captura, en septiembe de 1992, de Abimael Guzmán, otro logro que se adjudica Fujimori, pero Feliciano, a diferencia de sus viejos camaradas, rechazó desde el comienzo el plan gubernamental para guerrilleros arrepentidos. La Operación Cerco había dado resultado, como la súbita liberación de los rehenes del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que permanecieron en la residencia del embajador japonés en Lima desde el 17 de diciembre de 1996 hasta el (leer más)

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Política

El Cóndor pasa

Vaya coincidencia: el gobierno norteamericano destapa la lata de gusanos (definición de un agente de la CIA sobre los papeles que confirman los lazos entre Washington y Santiago antes, durante y después del brutal golpe de Estado de 1973) a pocas horas de que el presidente de Chile, Eduardo Frei, arranca una tibia promesa de sensibilidad de su par español, José María Aznar, con tal de que Pinochet pueda volver a casa. Frei, con mandato a plazo fijo hasta fin de año, aduce razones humanitarias (un neologismo para la colección de fin de siglo, como limpieza étnica y daños colaterales) en su afán de obtener piedad para el senador vitalicio que ha caído en desgracia, pero Aznar toma prudente distancia del asunto: el juez Baltasar Garzón, no su gobierno, giró el pedido de extradición por crímenes contra ciudadanos españoles en los años de plomo. Y la justicia, mi amigo, es independiente. Es una respuesta de circunstancia. ¿Quién podría negarle compasión a un hombre de 83 años con diabetes, depresión y problemas cardiorrespiratorios, por más que (leer más)

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Política

El día después

BELGRADO.– En medio del océano, el primer ministro ruso, Yevgueny Primakov, ordenó al piloto que regresara a Moscú. Era el 22 de marzo, dos días antes del comienzo de la cruzada aérea de la alianza atlántica (OTAN) contra el régimen de Slobodan Milosevic. El vicepresidente norteamericano, Al Gore, le había anunciado por teléfono que atacarían Yugoslavia, cerrando toda posibilidad de negociación. A Boris Yeltsin, el jefe de Primakov, nadie le había consultado. Era una novedad y una ofensa a la vez, reducida Rusia a un papel de país de segundo orden, después de haber sido el líder de una porción del mundo, en un escenario en el que tanto los Estados Unidos como sus socios de la OTAN necesitarían en algún momento de la única voz que podía tener eco en Belgrado. De ahí que Yeltsin haya conjurado su malestar con la advertencia sobre el peligro inminente de una tercera guerra mundial y que haya invocado razones económicas, no políticas, para destituir semanas después a Primakov, demasiado popular para su gusto. La vuelta a Moscú (leer más)

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Sociedad

De la otra mejilla ni hablamos

Hace dos milenios, un hombre capaz de poner la otra mejilla por amor al prójimo moría en la cruz. Hace dos siglos, unos hombres fundaban el respeto a los derechos de sus semejantes sobre pilares tan sólidos como la libertad, la igualdad y la fraternidad. Hace dos décadas, el hombre aún no había aprendido a poner la otra mejilla ni a respetar los derechos de sus semejantes. Hace apenas dos días, tampoco. El déficit, tan humano como la contradicción, es algo así como una cruz: provocó desde la cacería étnica que tratan de frenar ahora las fuerzas de la OTAN en Yugoslavia hasta el brutal asesinato a balazos del vicepresidente del Paraguay, Luis María Argaña, y los fantasmas que supo resucitar allende los Andes la detención de Augusto Pinochet en Londres por instancias de la justicia española. En todos los casos, aunque Kosovo, Asunción y Santiago sean vértices lejanos de un triángulo escaleno sin ángulos sanos, la coincidencia es, precisamente, la falta de respeto a los derechos de los otros, comenzando por la vida, y (leer más)