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Política

Cartón lleno

Moderación y valor gobiernan el Cono Sur. En especial, después de la ajustadísima victoria de Ricardo Lagos en Chile. Un socialista remozado. Quizá más afecto a la tercera vía que promueven Bill Clinton y Tony Blair que sus inminentes pares de la Argentina, Fernando de la Rúa, y de Uruguay, Jorge Batlle. Quizá más a la izquierda que sus antecesores Eduardo Frei y Patricio Aylwin, democristianos. Quizá menos a la derecha que su rival, Joaquín Lavín, bendecido por Pinochet. Quizás en el mismo centro en el que confluye la mayoría de los presidentes de América latina, menos Fidel Castro, por razones prácticas, no necesariamente ideológicas. La moderación de Lagos, no exenta de valor, está en sintonía con los perfiles de De la Rúa y de Battle. Cual respuesta, más que todo, a una demanda coincidente en los tres países: la defensa de la sociedad establecida, aunque imperfecta e injusta, de modo de evitar audacias, o vueltas de tuerca, que puedan alterar las reglas de juego. Eso no dice; eso no se hace; eso no se (leer más)

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Política

La paz sea conmigo

De Bill Clinton no hay árabe que se fíe: lo consideran un aliado incondicional del primer ministro de Israel, Ehud Barak. Pero no por ello deja de ser el padre, tutor o encargado del proceso de paz en el Medio Oriente. Un proceso signado por cambios de actitud, no de fondo, en el cual los unos y los otros lidian más con sus problemas internos que con la cerrazón que suelen encontrar del otro lado de la mesa. Será demasiado optimista Itamar Rabinovich, el jefe israelí de las negociaciones de paz con Siria durante el gobierno de Yitzhak Rabin: “Pueden negociar, pueden pelear (directa o indirectamente) y pueden hacer ambas cosas al mismo tiempo, pero no pueden, y no lo harán, ignorarse”, concluye en su libro La antesala de la paz. O será demasiado pesimista Edward W. Saïd, palestino, profesor de la Universidad de Columbia: “Ni  siquiera el talento de Jonathan Swift y Evelyn Waugh podría haber inventado algo más estúpido y condenado al fracaso que el actual gigante de la paz –dice–. Indudablemente avanzará, (leer más)

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Política

Ras… Putin

Vislumbra Antonio Gala: “La corrupción no es cosa de este o aquel partido: corre por la masa de la sangre humana. La democracia y la economía de mercado pueden ir contra ella. Siempre que las instituciones rectoras sean nítidas e intachables. Y los funcionarios, abstemios de ambición. Y los jueces, no venales e independientes. Y la prensa, lo mismo. Y la opinión pública, bien formada y dispuesta a la acusación. Porque el mercado libre no se purifica a sí mismo ni tiene otra libertad que la que se le permita… Es decir, triunfará la corrupción en este nuevo año”. Presagio agorero, si se quiere. En Rusia renunció de golpe Boris Yeltsin, no abstemio de ambición, y asumió también de golpe Vladimir Putin, sediento de ella. ¿Gobierna Putin y manda Yeltsin? Nyet: gobierna y manda Putin, algo así como un Rasputín con más fortuna que el influyente segundón del zar Nicolás II, que blanqueó por decreto, cual perdón de todos los pecados, cuanto escándalo de corrupción salpicó el Kremlin en los últimos ocho años. Era parte (leer más)

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1 + 1 = 3

Con premeditación y alevosía, el bug (bicho) del milenio metió la cola en las computadoras del  Perú. E hizo estragos: alteró, acaso definitivamente, las matemáticas convencionales. Tanto que desde el lunes 27 de diciembre, fecha clave no sólo por haber sido la víspera del último Día de los Inocentes en los años que empezaban con 19, uno más uno ha dejado de ser dos. Es, ahora, tres. Ni la tecnología japonesa, a la cual recurre habitualmente Alberto Fujimori en honor a sus mayores, ha podido evitar el llamado efecto Y2K. Capaz de sumir a los peruanos, chip to chip, en el insondable túnel del tiempo. Y de tratar de convencerlos de que su presidente no transita por el segundo mandato de cinco años, tope que establece la Constitución cuya reforma impulsó él mismo en 1993, sino por el primero. Lógica menemista, convengamos. Es decir, 2000 menos 1990 no es diez, sino cinco. Lo cual confirma que Winston Smith, el sufrido protagonista de la novela 1984, de George Orwell, no era más que un ignorante por (leer más)