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Política

Un poco de insatisfacción

La inclinación de los brasileños hacia el líder antisistema refleja, en cierto modo, el descontento regional con el modelo Somos como somos: demócratas insatisfechos, define Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, sorprendida con el consenso negativo en la Argentina. Y estamos como estamos: insatisfechos con la democracia. Mucho más que América latina en su conjunto: nueve de cada 10, contra seis de cada 10 en otros 16 países, desaprobamos, o estamos insatisfechos, con la democracia, pero, a la vez, el 65 por ciento, contra el 56 por ciento en el resto, opta por ella frente a otra alternativa de gobierno. O aventura autoritaria, caracterizada por la mano dura y por la obediencia indebida como en años no tan pretéritos, mientras, presas y presos de la crisis, desconfiamos más que ninguno. De los partidos políticos. Del gobierno de Duhalde. De los bancos. Del Congreso. De la Justicia. De las municipalidades. De las compañías privadas. En ese orden; en este desorden. Desconfiamos hasta de nosotros mismos. Vacilación, tendencia en el fondo, que no comenzó en 2001, con la (leer más)

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Se me olvidó otra vez

La distancia de los Estados Unidos con México ha sido el reflejo de una relación más dura con la región en general Eran cuates. Amigos, en mexicano básico. Cuates, o amigos, ligados por rasgos e intereses comunes, más allá de diferencias puntuales en asuntos puntuales. Hasta que la gota desbordó el vaso: George W. Bush desoyó los pedidos de clemencia de Vicente Fox para su compatriota Javier Suárez Medina, ejecutado el 14 de agosto en Texas por el asesinato de un oficial antinarcóticos de Dallas. Otro pedido soslayado, digamos. Uno más entre los 150 que formaron la llamada fila de la muerte, prólogo de la inyección letal, mientras Bush era gobernador del Estado. Sordo, entonces, a los reclamos del Papa. Sordo, ahora, a los reclamos de Fox. Quien, indignado por la decisión de su cuate de no mediar ante los tribunales, suspendió una visita al rancho de Crawford, Texas. Señal de enojo ante el cerrojo. Rubricó, en cierto modo, la presunción general de sus pares de América latina sobre la muralla levantada desde el 11 (leer más)

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Cosecharás tu siembra

Están todos de acuerdo con los diagnósticos, pero como sucede en las crisis económicas, las soluciones parecen panaceas EN órbita desde 1977, las naves Voyager I y II portan varios mensajes. Alguno que otro, medio confuso. Ambiguo, en apariencia. «Amigos del espacio –dice uno de ellos–. ¿Cómo están? ¿Han comido ya? Si tienen tiempo, vengan a visitarnos.» Vengan, muchachos, pero, consejo sano, no olviden traer el sustento de los racionales: la vianda. En este cascote desprendido del Big Mac (perdón, del Big Bang) hay alimentos más que suficientes para todos, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero 18 de cada 100 terrícolas padecen hambre. Condición, o debilidad, tan humana como el miedo. Definida, o resumida, en las estadísticas hechas al calor del asfalto de Manhattan como aquellos cuyos ingresos provienen de sus cultivos. Si no rinden, no pueden comprar alimentos producidos por otros, deducen. Baja la productividad agrícola, como consecuencia del deterioro del suelo, e invaden bosques, pastizales y humedades, provocando, por necesidad y urgencia, una mayor degradación del medio ambiente en forma (leer más)

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Haz lo que digo, no lo que hago

Casi sin inhibiciones, los Estados Unidos imponen condiciones frente a instancias capaces de perjudicar sus intereses DESPUES del 11 de septiembre, George W. Bush preguntó: “¿Por qué nos odian?” No obtuvo más respuesta que el silencio. Piadoso, en algunos casos. Prudente, en otros. Fraguado, como los escombros de las Torres Gemelas, en rencores, y en reproches, soslayados por las circunstancias. No era momento, ni lugar, para meter baza en la razón, si pudo existir, del atropello contra la razón. Unánime el silencio, pues, frente al duelo de un pueblo laborioso, devoto, optimista, más propenso a la ingenuidad que a la ironía y menos inquieto por el mundo exterior que por la vida extraterrestre. Convencido del mérito de haber nacido, y crecido, en el país más grande, más civilizado, más justo, más democrático y más poderoso del universo y alrededores. Invulnerable, hasta aquella mañana, creía el norteamericano medio que era su país. Más concentrado en los asuntos del condado que en los asuntos estatales y federales. Menos sensible al proteccionismo del acero, los subsidios a la (leer más)

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Es un monstruo grande y pisa fuerte

Creen en Wall Street que la virtual victoria de Lula en Brasil provocaría un descalabro regional, pero nadie sabe cómo evitarlo Esta vez no hubo mano de Dios: volvimos con la frente marchita de Corea-Japón. Pero, consuelo al fin, podemos sentirnos satisfechos. Por la entrega de los muchachos. Y, en cierto modo, por haber hecho escuela en copas anteriores, pregonando la viveza como un arte: Rivaldo se tomó la cara con las manos después de recibir un pelotazo en el costado derecho, debajo de la cintura, del turco Hakan Unsal, de modo de que fuera expulsado. Lo logró. Y Brasil se aseguró la victoria. Dos a uno. Al filo de un partido difícil. Frente a un rival que ya tenía un jugador menos. Táctica y estrategia, sin jogo bonito ni fair play, cada vez más frecuente. Que excede el Mundial. El fútbol mismo. Por más que las simulaciones, o las pantomimas, sean presuntamente castigadas por el FMI. Por la FIFA, digo. Así como los penales inexistentes. Cobrado, en ese caso, por el árbitro indio Anoop (leer más)

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La venganza será terrible

Castro aprovechó un error de Fox con tal de defender su régimen, condenado por despreciar los derechos humanos Ya había convalidado Fidel Castro un encargo, casi una súplica, de Vicente Fox: no discutir la relación bilateral durante la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Financiamiento para el Desarrollo, realizada en Monterrey. Pero el presidente de México, el primero en siete décadas ajeno al parque jurásico del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cometió un exceso. De confianza, tal vez: «¿Te puedo pedir otro favor? –sondeó por teléfono–. Bueno, básicamente, no ataques a los Estados Unidos o al presidente Bush». Obtuvo una respuesta a la altura de las circunstancias: «No tenga la menor duda de que sé cómo decir la verdad con decencia y elegancia». Eran 43 años de unicato de un lado y uno y medio de gestión del otro. Eran sutilezas: el tuteo en Fox, frecuente entre mandatarios, y su reverso en Castro, frecuente entre negociadores. Eran, en definitiva, la astucia y la inexperiencia, grabadas secretamente en La Habana, el 19 (leer más)

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¿Quién me ha robado el mes de abril?

La rara parábola de un golpe de Estado que ha terminado siendo un boomerang, fortaleciendo a un presidente resistido Pensándolo bien, Hugo Chávez tuvo su 17 de octubre. No es Perón, aclaremos. Ni Allende, tampoco, por más que haya ido, derechito y cuesta abajo, hacia un 11 de septiembre. Un golpe de Estado. Como en Chile, en 1973. Que se veía venir en Venezuela, cual amenaza, desde la huelga general del 10 de diciembre. Y que iba a derivar, cuatro meses y un día después, en los arrebatos de un Pinochet. O, sin insignias militares, de un Pinochet light, como supieron llamar a Pedro Carmona durante su breve interinato en el Palacio de Miraflores. Menos de 40 horas en las cuales demostró que, como remedio, era peor que la enfermedad, disolviendo la Asamblea Nacional, suspendiendo la Corte Suprema, desatando una caza de brujas y arrogándose poderes hasta en la liga nacional de béisbol. Rara parábola que, por primera vez desde el 2 de febrero de 1999, dejó a Chávez fuera de juego. O de fuego. (leer más)

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El silencio de los indolentes

Gran duda: ¿hasta qué punto los Estados Unidos estarán involucrados en la virtual guerra contra el narcoterrorismo? Sepulturero y partero a la vez, Andrés Pastrana ha decidido enterrar la criatura que nació tuerta, creció renga y, ciega y paralítica en sucesivas prórrogas, terminó muriendo después de una sorda agonía: la mesa de negociaciones, o el laboratorio de la paz, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Mesa de patas flojas, o laboratorio de ensayos vanos, sobre cuyo mantel floreado el vaso supo estar medio lleno, de un lado, y medio vacío, del otro. O viceversa. Nunca lleno, o vacío, del todo. A medias, finalmente, el experimento fracasó después de 1221 días. O de tres años y monedas. En principio, por la pésima voluntad de Tirofijo y por el excesivo voluntarismo de Pastrana. Turbado en la cornisa del desenlace, en un mundo convulsionado después de los atentados del 11 de septiembre y de la represalia contra el régimen talibán, por los secuestros del senador Jorge Gechem, primero, y de la candidata presidencial Ingrid Betancourt, después. (leer más)

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El horno no está para pretzels

La advertencia data de la era De la Rúa-Cavallo y, en realidad, no ha variado: «Presenten un plan y hablamos» Ingredientes: agua tibia (una taza), agua corriente (cuatro tazas), levadura (un paquete), harina (una taza y media), manteca (dos cucharadas), sal (media cucharadita), azúcar (una cucharada) y bicarbonato de sodio (cinco cucharadas). Preparación: disolver la levadura en agua; agregar harina, manteca, azúcar y sal; batir durante tres minutos (añadir más harina, si es necesario); amasar hasta lograr una pasta elástica; colocarla en un recipiente cubierto hasta que duplique su volumen; dividirla en piezas iguales y, con la palma de la mano, darles forma de bastoncitos; anudarlas como lazos; disponerlas sobre una bandeja de horno previamente engrasada; dejarlas en reposo hasta que dupliquen su volumen; mezclar agua con bicarbonato de sodio en un recipiente de plástico; bañar las piezas con la solución obtenida; disponerlas de nuevo en la bandeja; espolvorearlas con sal; hornearlas durante 10 o 15 minutos. Y ya. Listo. Resultado: el arma que Osama ben Laden y el mullah Omar no imaginaron. Más efectiva (leer más)

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El general Desconcierto y el mayor Sigilo

Resuelta dentro de la democracia, la crisis argentina refleja el peligro que representa la desatención de los problemas sociales Lejos estaba Fernando de la Rúa de pensar que su visita a Asunción, el lunes 15 de mayo de 2000, iba a ser el preludio de un intento de golpe militar. El más cruento y cercano. En la misma semana del encuentro con su par paraguayo, Luis González Macchi, con el cual pretendía recomponer la relación bilateral, maltrecha por el cortocircuito que había ocasionado el asilo de Lino Oviedo en la Argentina, como correlato del asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, y su fuga, en la víspera del final de la gestión de Carlos Menem, después de haberse sometido a primorosas sesiones de lifting y entretejido. Lejos estaba De la Rúa de pensar, también, que sus reflexiones en un almuerzo con empresarios iban a convertirse en un boomerang: «Cuanto más se desatienden los problemas sociales, más graves se vuelven –dijo–. En la Argentina hay problemas sociales, como en toda la región, pero no hay peligro de (leer más)

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Cuando ya me empiece a quedar solo

Vino a echar luz Fidel Castro. De nuevo. Sin él, los participantes del X Encuentro del Foro de San Pablo, realizado en La Habana, se habrían privado del diagnóstico más preciso, y más sagaz, de la crisis argentina: «Es que todavía existe una ficción de que hay un presidente», dijo, irónico. O burlón. Con el tono de aquel que celebra el quebranto ajeno para atenuar, o disimular, el propio. Propio de Castro, digamos. De la rima consonante con la cual, en un discurso de apenas cinco horas y cinco minutos, prodigó sus mejores deseos para la tierra del Che: «¿Hay que soplar? –dijo–. No hay que soplar. Eso se derrumba. Eso no tiene remedio. Es insostenible». Y echó más luz aún. O leña: «Ya el neoliberalismo los había liquidado y la crisis los hizo picadillo». Gracias, Fidel. Un amigo. De esos que siempre están. Sobre todo, en los peores momentos, tendiendo su mano franca y su consejo acertado. Sin interés, como la deuda que Cuba no paga a la Argentina. O, como durante la dictadura (leer más)

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Contame tu condena, decime tu fracaso

El denominado efecto De la Rúa, usado en Brasil para criticar a Lula, corona una crisis que va más allá de lo económico Cerca de un modesto pueblo portuario de Galicia llamado Cariño, a la vera de acantilados de gran porte, deambulan almas en triste procesión. Cuenta la leyenda que, de noche, derraman lágrimas y arrastran cadenas, desconsoladas, esperando que algún mortal se apiade de ellas. En tránsito, o en trámite, entre el purgatorio, delimitado por los mañosos bosques de San Andrés de Teixido, y el Paraíso. Cada alma de Santa Compaña carga un farol. Es el símbolo de una promesa incumplida en vida. De una cuenta pendiente por la cual el alma no podrá liberarse de sus ataduras terrenales hasta que sea saldada. El farol, en principio, quedará en manos del testigo ocasional de su mirada, o de su luz mortecina, de modo de que cumpla, finalmente, con la promesa. Si no, el alma seguirá deambulando, errante en las sombras, y el mortal, a su vez, cargará su propio farol y otro ajeno. Con (leer más)

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Vísteme despacio que llevo prisa

El gobierno norteamericano ha dejado entrever que existe otra prioridad: comprometer a América latina en el Plan Colombia En el Placer del Sacerdote, solaz a la vera del río Támesis, algunos profesores de Oxford toman sol en verano. No hacen otra cosa que conversar amablemente, cabecear siestas o leer diarios. Tiene su gracia, sin embargo: están desnudos. Es una tradición licenciosa. Y silenciosa. Lejos de miradas indiscretas y lejos, también, de mirarse a sí mismos. Cierta tarde, según cuenta Garrett Thomson en el primer capítulo de su libro Flies on the Brain, unas damiselas de Oxford, flor y nata de la sociedad británica, perdieron el rumbo en su bote. Y pasaron lentamente frente al Placer del Sacerdote. “¡Oh, Dios mío!”, exclamaron los profesores. Imagínense: viejos sabios de modales elegantes y verba pausada, reputadísimos, perplejos ahora, al igual que ellas, echando mano de los diarios con tal de cubrirse las partes íntimas. Sólo uno, profesor de filosofía, se cubrió la cara. Superado el trance, con el bote y las risitas de las damiselas en lontananza, los (leer más)

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Juegos de guerra

El gobierno argentino ha ofrecido asistencia a los Estados Unidos, poniéndose un paso delante de sus vecinos Campaña, no guerra. Despliegue, no cruzada. Libertad Duradera, no Justicia Infinita. Relaciones maduras, no carnales. Muy sutil todo. Y lento. Como la agonía del diminuto ejemplar de prisionero hindú, con la cabeza rapada y la mirada vaga y acuosa, de bigote espeso y saliente, absurdamente grande para su cuerpo, que describe George Orwell en El ajusticiamiento: «Las uñas aún estarían creciendo cuando él se hallara sobre la plataforma, cuando estuviera cayendo por el aire con un décimo de segundo de vida por delante». Un relato verídico. Tan verídico como la rara coincidencia del 11 de septiembre, 9/11 en inglés, con el número telefónico que teclean los norteamericanos para las emergencias de todo tipo, 911. Que, sumado (9 + 1 + 1), da 11. Al igual que la forma de las Torres Gemelas mientras estaban erguidas, el número de vuelo del primer avión que embistió contra ellas y la cantidad de letras de New York City, Afghanistan, The Pentagon (leer más)

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Sólo sabemos que no sabemos nada

El sesgo terrorista de los atentados ha llevado a Bush a no distinguir grises en un mundo que ya no será como antes Culebreó la sospecha y, de inmediato, toreó la certeza: Osama ben Laden dejó su huella en los atentados. Como en otras ocasiones: la bomba en el estacionamiento subterráneo de las Torres Gemelas, en 1993; las voladuras de las embajadas norteamericanas en Kenya y en Tanzania, en 1998, y el boquete en el destructor USS Cole en Yemen, en 2000. Una ristra de horrores, reivindicado el fanatismo, o la brutalidad, como el derecho de los malos, de un lado. Una ristra de errores, reivindicada la réplica, o la defensa, como el derecho de los buenos, del otro. Y, en el medio, una ristra de cabos sueltos, entre horrores y errores, reivindicado el derecho de la duda. O del escepticismo. Legítimo frente a las pistas zigzagueantes de una banda terrorista cuyo presunto líder, Mohamed Atta, ingeniero y piloto, de 33 años, nacido en El Cairo, radicado en los Estados Unidos, habría estado vinculado con (leer más)