Demasiado tarde para lágrimas
La Unión Europea y los Estados Unidos debatieron quién daba menos para combatir la pobreza MONTERREY, México.– Cierta vez, cuentan, un hombre de buen pasar llevó a su hijo a las afueras de la ciudad, de modo de mostrarle, y de demostrarle, cómo vivían los campesinos. Pasaron el día en casa de una familia humilde. Y el chico, maravillado, advirtió que los pobres eran, en realidad, millonarios. En tiempo compartido en lugar de agendas completas, en lagunas en lugar de piscinas, en estrellas en lugar de faroles y en horizonte en lugar de paredones. En tantas cosas que la lección terminó siendo para el padre, agradecido, y sorprendido, por su propia riqueza. Que, hasta ese momento, consideraba algo natural. Tan natural, quizá, como la desigualdad en un mundo que, obligado por las circunstancias, debió organizar una cumbre presidencial de nombre pomposo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Financiación para el Desarrollo, con tal de que los dos grandes bloques, la Unión Europa y los Estados Unidos, debatieran quién da menos asistencia a los (leer más)