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Rompan todo; pago yo

Legitimado Olmert como primer ministro de Israel, el desafío consiste en neutralizar el poder creciente de Hamas Si de concesiones dolorosas se trataba, Ariel Sharon consumó en agosto de 2005 una de ellas: la restitución a los palestinos de los territorios ocupados durante la guerra de 1967 en la Franja de Gaza y, en menor proporción, en Cisjordania. Si de concesiones dolorosas se trataba, los israelíes rubricaron el plan de desconexión, aprobado por el Knesset (parlamento), con la ratificación de Ehud Olmert al frente de una coalición gubernamental que pretende fijar los límites del país a plazo fijo y en forma unilateral. Si de concesiones dolorosas se trataba, esa decisión selló el debut electoral de Kadima (Adelante), pero, a su vez, echó otra palada sobre la posibilidad de un acuerdo de paz con la otra parte, dominada por Hamas. Si de concesiones dolorosas se trataba, entonces, ¿quién ganó las elecciones de Israel? En principio, la continuidad de la línea Sharon después del retiro de los 8000 colonos judíos como requisito de la hoja de ruta (leer más)

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El cadáver exquisito

El Tribunal de La Haya se ahorró un veredicto sobre derechos humanos que hubiera puesto en tela de juicio a Europa En vida, Slobodan Milosevic padeció los suicidios de su padre (se voló la tapa de los sesos en 1962) y de su madre (se ahorcó una década después). Padeció, también, el suicidio de la Unión Soviética. En el ínterin, aquel hombrecillo gris de la nomenklatura que trepó el palo enjabonado de la Liga Comunista de Belgrado, en donde obtuvo el título de abogado, apuró el suicidio de una nación, Yugoslavia, desgajada en Estados, o en simulacros de Estados, divididos, a su vez, por fronteras más étnicas que políticas. Divididos por fronteras trazadas con el odio que supo contagiar con un discurso nacionalista y provocador con el cual quebró el legado del mariscal Tito, todopoderoso entre 1945 y 1980. Con su muerte, signada como su vida por el fantasma del suicidio como posibilidad casi limítrofe con el envenenamiento, el Tribunal Penal Internacional para los crímenes en la antigua Yugoslavia (TPIY), cerró el caso. Sobre Milosevic, (leer más)

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Acompáñame a estar solo

A pesar del riesgo que entraña, Ahmadinejad usa la misma estrategia que Bush en la defensa de su interés nacional Si los Estados Unidos pretenden ser un imperio, ¿por qué se comportan como un Estado-nación? Es decir, ¿por qué no imponen su voluntad en lugar de buscar el consenso? Quizá porque, desde la voladura de las Torres Gemelas, un ala del gobierno de George W. Bush necesita agotar las instancias diplomáticas mientras la otra amenaza con acciones militares. Con un solo justificativo en ambos casos: evitar atentados terroristas en su territorio. A merced de ese temor, base de las guerras preventivas, ha quedado relegado aquello que, aunque fuera en beneficio propio, promovieron durante un siglo: la democracia, el libre comercio, los derechos humanos, el medio ambiente y el orden multilateral. Por esa inversión, los norteamericanos quieren ser respetados. Más aún: recompensados con adhesiones espontáneas a sus causas. En especial, la lucha contra el terrorismo. En el exterior, empero, la política de Bush se ve atada a factores diversos y, en apariencia, dispersos: la intención de (leer más)

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Atrapados sin salida

En Irak, espejo de Medio Oriente, las elecciones no pudieron frenar las iras sectoriales después de años de puro nacionalismo Medio año después de la implacable campaña de 78 días de ataques aéreos contra las baterías de Slobodan Milosevic, el médico Bernard Kouchner, ministro de Salud de Francia y representante especial de las Naciones Unidas en Kosovo, concluyó que había sido un error la intervención de la alianza atlántica (OTAN) en pos de una virtual reconciliación étnica entre serbios que profesaban el cristianismo ortodoxo y albaneses que abrazaban la religión musulmana. Concluyó el 31 de diciembre de 1999, telón del siglo XX, que había sido un error el fin en sí mismo de los bombardeos: que, de la noche a la mañana, se respetaran mutuamente tras 12 siglos de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Bill Clinton y Tony Blair creían, no obstante ello, que la desintegración de Yugoslavia, emprendida en la década del noventa, era la única fórmula eficaz en defensa de los valores cívicos en los Balcanes, sometidos en forma alternativa a las (leer más)

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Devolución de gentilezas

El escándalo de la parapolítica, por el cual hay detenidos legisladores oficialistas, amenaza con perjudicar a Uribe Abrigaba un sueño: comprarse un camión. Un sueño distante, pensaba. Imposible, tal vez. Efraín González creía que nunca iba a alcanzarlo. Hasta que un día, el viernes 9 de mayo de 2003, supuso que la fortuna había llamado a su puerta. Estaba limpiando la buseta (autobús) que conducía en Bucaramanga, a 379 kilómetros de Bogotá, y en las escaleras halló una billetera; la guardó con disimulo y sin abrirla. En su casa, como un chico después de haber cometido una travesura, volcó el contenido sobre la mesa. Dinero no halló, lo cual resultó frustrante. Halló, empero, una tarjeta de crédito en la que, curiosamente, estaban escritos al dorso los cuatro dígitos de la contraseña. Vencido por la tentación, González esperó que llegara un pariente y corrió con él hacia el cajero automático más cercano. Introdujo la tarjeta y tecleó, presuroso, un número tras otro. Retiró dinero. Buscó otro cajero automático, y otro, y otro… Reunió, en total, 12 (leer más)

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Una fortaleza que nació de la exclusión

Con rencores ancestrales y posiciones de izquierda, el presidente de Bolivia coronó el ciclo de Marcos y Rigoberta Menchú LA PAZ.– Por exceso de diagnósticos y ausencia de terapias, Evo Morales cerró un ciclo. El ciclo de las plegarias no atendidas, o de los gritos desoídos, que inauguró el 1° de enero de 1994 el subcomandante Marcos en las montañas del sur de México. En ese momento, la globalización no detenía su marcha frente a la cruda realidad de tzotziles, tojobales, tzeltales y choles mientras Rigoberta Menchú, campesina de la etnia maya quiché cuyos parientes habían sido torturados y asesinados por militares y escuadrones de la muerte en Guatemala, insistía en su campaña de denuncias de violaciones de los derechos humanos después de haber sido reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1992, quinto centenario del Descubrimiento de América. En un continente dominado, y doblegado, por la desigualdad, la pobreza y la exclusión, Morales halló otra fórmula, emparentada con su rechazo epidérmico a los Estados Unidos, por haber intentado erradicar los cultivos de (leer más)

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Malicia contra milicia

El régimen de Ahmadinejad puso en un aprieto a la comunidad internacional con su afán de contar con armas letales Desde la muerte del ayatollah Khomeini, los Estados Unidos dejaron de tener certeza sobre las intenciones de Irán. Las intenciones reales, digo. Varió menos el discurso que el método: a rachas, amenazante; a rachas, conciliador. Fue confuso siempre, de modo de evitar la disuasión como réplica ante la mera sospecha de haber participado, o encubierto, atentados terroristas. O, inclusive, boicots contra procesos cruciales, como las negociaciones de paz en Medio Oriente. Una política exterior errática calibró cada reacción con precisión milimétrica. Y evitó, a veces en el límite, la confrontación. La evitó hasta que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) descubrió que los mullahs procuraban adquirir la capacidad de enriquecer uranio y aislar plutonio, fórmula básica para producir armas nucleares. El razonamiento quiso ser sencillo. Primitivo, tal vez: si Israel logró estar más pertrechado que potencias de mayor porte gracias a ustedes, los Estados Unidos, por qué no yo. Es decir, por qué (leer más)

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La revolución en motocicleta

El Sub cambió su título militar por un seudónimo civil y emprendió una curiosa gira de seis meses en un año electoral Sin ambición política, Marcos no hubiera sido más que un grito en el desierto, o en la selva, contra la globalización. Fue oportuno: apareció el 1° de enero de 1994 con la fina intención de estropearle la fiesta de Año Nuevo al presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, feliz en Los Pinos por la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, las siglas en inglés) con los gobiernos de los Estados Unidos y de Canadá. Y fue astuto, también: quiso que su reclamo desde Chiapas por los derechos de los indígenas trascendiera fronteras, de modo de protegerse a sí mismo de una eventual represión. En la tierra de El Chavo del Ocho estaba todo fríamente calculado. Oportuno y astuto, pues, Marcos tuvo la virtud del adelantado sin ser Cortés: se valió de la informática antes de que fueran frecuentes los correos electrónicos y del desaliento, en especial entre (leer más)

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Una voz en el teléfono

Blanco de una broma, Morales se alegró de haber hablado con Zapatero, defensor de aquello que criticó en la campaña LA PAZ.– Si Evo Morales estuviera tan comprometido con la causa de Túpac Catari, aquel cacique que se sublevó contra los españoles, sitió la ciudad de La Paz durante 109 días y murió en noviembre de 1781 descuartizado por cuatro caballos que jalaban en direcciones opuestas, ¿se habría sentido feliz de haber recibido un llamado telefónico del presidente del imperio pretérito, José Luis Rodríguez Zapatero, y habría pregonado a los cuatro vientos que iba a ir a Madrid más temprano que tarde? No sabía que era una broma. Su cara denotaba alegría. La misma, tal vez, que Néstor Kirchner después haber hablado en sus primeros meses de gestión, también por teléfono, con George W. Bush; con el real, en su caso, portador de aliento ante la negociación inminente de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional. O la misma, tal vez, que Hugo Chávez y Fidel Castro, convencidos, primero uno, después el otro, de (leer más)

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Yo sólo quiero pegar en la tele

Con el uso excesivo de los medios de comunicación, presidentes y candidatos recrearon un estilo que parecía perimido LA PAZ.– Con éxito relativo, Umberto Eco intentó explicar a un grupo de intelectuales franceses por qué el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, no anunciaba sus decisiones en el Congreso, sino en un programa de televisión. Sus amigos, los intelectuales franceses, no entendían esa extraña manía, así como las actitudes de los italianos en general. Tampoco entendieron finalmente la relación directa que el jefe pretendía establecer con el pueblo en desmedro de sus representantes. En América latina se hubieran vuelto locos. Berlusconi instauró en Italia algo que Eco llamó populismo mediático mientras hablaba con sus amigos, los intelectuales franceses. Un atajo para evitar el Congreso, y su pero frecuente, cada vez que pudiera o que no necesitara consenso para ejecutar tal o cual medida. En América latina, insisto, se hubieran vuelto locos. También procuró aclararles Eco a sus amigos, los intelectuales franceses, que fascismo hubo uno solo en Italia. Que Berlusconi no pensaba uniformar con camisas (leer más)

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El Estado soy yo

Ni Bolívar toleraba la concentración del poder en manos de uno solo, pero Chávez suele omitir esa inoportuna premisa En Luiz Inacio Lula da Silva, más que en Néstor Kirchner, confiaba George W. Bush en que iba a mantener a raya a Hugo Chávez. Que despotricara contra los Estados Unidos, que edulcorara la estampa y figura de Fidel Castro, que se pavoneara con Diego Maradona, que se ufanara de su amistad con un radical iraní como Mahmoud Ahmadinejad o que enseñara como punta de lanza el remozado socialismo latinoamericano no era tanto problema como una eventual expansión de su revolución bolivariana. En la franja andina, sobre todo, dominada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el líder cocalero boliviano Evo Morales, así como por movimientos afines de raíces indígenas en Ecuador y en Perú, contrarios, todos ellos, a los intereses norteamericanos. Y en América Central, expectante de la suerte de Daniel Ortega y su prédica urgente para Nicaragua. Lula, empero, cayó en desgracia por el escándalo de corrupción que afectó a su Partido (leer más)

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Un largo camino a casa

Bush evitó condicionar el retiro de las tropas al calendario, pero cuenta con un plan con miras a las elecciones de 2006 En febrero de 2003, Abu Musab al Zarqawi, lugarteniente en Al-Qaeda, comenzó a hablar en frío de lo ardiente. Hasta entonces, al borde de la guerra sin fin, el único escollo en Irak de la coalición liderada por los Estados Unidos era un tirano que no daba crédito a la posibilidad de que guardara relación con aquello que George W. Bush más detestaba: el terrorismo, inducido, en su caso, por la posesión de armas de destrucción masiva y por los vínculos con Osama ben Laden. Hipótesis, ambas, refutadas por la insoportable levedad de las evidencias que propiciaron la invasión del país, el derrumbe del régimen y el estreno de la insurgencia. Sobre ello no hubo en Bush, ni en su gobierno, medio gramo de arrepentimiento. Sabía que Irak, tras la guerra, iba a convertirse en un santuario del terrorismo y que, de ese modo, más difícil iba a ser el retiro de las (leer más)

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La cumbre de las polémicas

La mayor presencia de España y la irrupción de China navegan en el mar de fondo de las discusiones entre mandatarios Con la decisión de encabezar con los Estados Unidos y Gran Bretaña la cruzada contra el régimen de Saddam Hussein, el ex presidente español José María Aznar rompió con un prejuicio y con un paradigma. Rompió con el estigma de gobernar el país más antinorteamericano de Europa después de Turquía, más allá del recelo cultural de los franceses ante las amenazas imperialistas de Hollywood, McDonald’s y asociados. Rompió Aznar de ese modo con un rencor arraigado entre los suyos por razones más históricas que histéricas: la Guerra Hispano-norteamericana, de 1898, por la cual España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas; el respaldo de los Estados Unidos a Franco después de la Guerra Civil (1936-1939); el Pacto de Madrid, de 1953, por el que se instalaron bases norteamericanas en la península; el escaso entusiasmo de los Estados Unidos por la transición democrática después de la muerte del generalísimo, en 1975, y el apoyo de Ronald (leer más)

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Las fronteras se besan y se ponen ardientes

En la violencia hallaron los hijos y los nietos de los inmigrantes una vía de participación política frente a la exclusión Son líneas delgadas. Imperceptibles. Invisibles, a veces; rojas, otras veces. La acera o la orilla de enfrente pertenece a otro país, responde a otra cultura, habla otro idioma. Los vecindarios conjugan palabras neutras, típicas de la zona. El agua, como la sangre, fluye por las mismas venas, empero. Y sabe igual. Comparten todo y nada, librados a la dictadura del mapa, los colores de las banderas y las estrofas del himno. En las fronteras, mientras la globalización procura disolverlas, afloran muros, rejas y alambradas. Imaginarias, a veces; reales, otras veces. Defensas del territorio que unos creen propio y que los otros sienten ajeno. Sólo en el servicio religioso, del credo que fuere, se sienten hermanos. Y, como tales, el origen deja de ser un mérito. Un mérito fácil, echado a la suerte de haber venido al mundo en Europa o en África, en los Estados Unidos o al sur del río Grande, en el (leer más)

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Cuentos de la selva

La región, en general, no acierta en la fórmula para salir de su propio laberinto, fuente de una frustración galopante MAR DEL PLATA.– Temía que estallara la guerra entre Honduras y El Salvador. Por la radio hondureña había oído que matar salvadoreños como él era hacer patria. Salomón Vides creyó que iba a ser la siguiente víctima. Huyó y, en el apuro, fue dejándolo todo: mujer, hijos, casa. Halló refugio en la selva tupida de Guatemala. En ella, aislado, estuvo desde 1969 hasta 2001. Lo descubrió, apenas vestido con un taparrabos de cortezas y lianas, un grupo de cazadores furtivos. Pensó que había llegado el final. Su final. Supo entonces que la guerra entre Honduras y El Salvador había durado sólo 100 horas. Y que, por ella, había vivido oculto 32 de sus 72 años. Oculto y librado a su suerte, con semillas, palmitos silvestres y pequeñas tortugas como únicos alimentos. De una avioneta estrellada, que encontró después de mucho caminar en zigzag por una frondosa e inquietante vegetación, extrajo un cuchillo y algunos metales. (leer más)