Paraguay sigue colorado




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Aquello que parecía ser en Paraguay una victoria por amplio margen del candidato por el inoxidable Partido Colorado, Santiago Peña, más allá del empate técnico que vaticinaban las encuestas, derivó en el reclamo a las autoridades electorales de realizar el cómputo manual de los sufragios y una auditoría del sistema electrónico del segundo más votado, Efraín Alegre, frente a la posibilidad de que haya habido irregularidades.

La denuncia de Alegre fue acompañada por protestas en varios puntos del país del tercero en discordia, Paraguayo “Payo” Cubas, del partido Cruzada Nacional, un candidato díscolo que alentó a la población rebelarse contra un supuesto fraude.

“Peña va a tener que administrar un país dividido”, dice Viviana Benítez, licenciada en Comunicación por la Universidad Nacional de Asunción y editora de la sección Internacionales y columnista del Grupo ABC, de Asunción, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV.

El sucesor de Mario Adbo Benítez desde el 15 de agosto obtuvo el 42,74% de los votos frente al 27,48% de Alegre, de la opositora Concertación para un Nuevo Paraguay.

Gobernará durante los próximos cinco años.

“En Paraguay vamos a tener un presidente elegido y posiblemente uno de facto”, acota Benítez, porque “es Horacio Cartes el que digita la candidatura de Santiago Peña”

La duda se centra en la autonomía de Peña después de haber recibido el apoyo del expresidente Horacio Cartes, acusado por Estados Unidos de corrupción y de mantener vínculos con Hezbollah, considerada una organización terrorista.

“En Paraguay vamos a tener un presidente elegido y posiblemente uno de facto”, acota Benítez, porque “es Horacio Cartes el que digita la candidatura de Santiago Peña”.

El Partido Colorado, en el poder desde 1947, tanto durante períodos civiles como durante la dictadura de Alfredo Stroessner, entre 1954 y 1989, hizo prevalecer su maquinaria.

El presidente Abdo Benítez es hijo del secretario privado de Stroessner.

Solo entre 2008 y 2012, la hegemonía colorada se vio interrumpida por la presidencia del obispo Fernando Lugo, destituido por el Congreso.

Dirección: Gabriel Salvia

Producción: Lisette Kugler



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