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Paraguay sigue colorado

Aquello que parecía ser en Paraguay una victoria por amplio margen del candidato por el inoxidable Partido Colorado, Santiago Peña, más allá del empate técnico que vaticinaban las encuestas, derivó en el reclamo a las autoridades electorales de realizar el cómputo manual de los sufragios y una auditoría del sistema electrónico del segundo más votado, Efraín Alegre, frente a la posibilidad de que haya habido irregularidades. La denuncia de Alegre fue acompañada por protestas en varios puntos del país del tercero en discordia, Paraguayo “Payo” Cubas, del partido Cruzada Nacional, un candidato díscolo que alentó a la población rebelarse contra un supuesto fraude. “Peña va a tener que administrar un país dividido”, dice Viviana Benítez, licenciada en Comunicación por la Universidad Nacional de Asunción y editora de la sección Internacionales y columnista del Grupo ABC, de Asunción, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. El sucesor de Mario Adbo Benítez desde el 15 de agosto obtuvo el 42,74% de los votos frente al 27,48% de Alegre, de la opositora Concertación para un Nuevo (leer más)

Política

En la casa del jefe

Paraguay no buscó una garantía, sino un cambio. Un cambio radical, en principio, después de 61 años de rutina en el poder del partido con el cual comulgaron desde el dictador vitalicio Alfredo Stroessner hasta el presidente saliente, Nicanor Duarte Frutos. Un cambio radical al estilo de México después de 71 años de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de modo de separar aquello que Dios creó y el partido, precisamente, unió: el Estado, el gobierno y las fuerzas armadas.