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La onda expansiva de la guerra en la Franja de Gaza sacudió Beirut con el atentado en el cual murió el vicepresidente del buró político de Hamas y fundador de las Brigadas al Qassam, su ala militar, Salah al Arouri. En pocas horas, también sacudió Kermán, 820 kilómetros al sudeste de Teherán, con detonaciones que se cobraron más de un centenar de vidas y otros tantos heridos cerca de la tumba del general Qasem Soleimani, comandante de la fuerza de élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, donde se realizaba una ceremonia por el cuarto aniversario de su asesinato en el aeropuerto de Bagdad bajo el asedio de drones de Estados Unidos.
La réplica por la masacre de Hamas en Israel, con rehenes aún en su poder, amenaza con expandirse hacia Medio Oriente. Al menos, hacia Líbano, sin gobierno a pesar de innumerables intentos de formar uno desde la renuncia del presidente Michel Aoun a finales de octubre de 2022, y hacia Irán, cuyo régimen teocrático sufrió el ataque terrorista más mortífero desde su proclamación en 1979. Todas las miradas apuntan hacia Israel, más allá de que no haya reconocido la autoría de ambas embestidas, mientras el gobierno de Benjamin Netanyahu, juzgado por corrupción, dirime puertas adentro una reforma judicial impopular e invalidada por la Corte Suprema.
Netanyahu formó un gobierno de unidad después de la tragedia, pero su gabinete está dominado por ministros de la línea dura al igual que el del Menachem Begin en 1982. La muerte de Al Arouri, cobijado por la milicia libanesa de Hezbollah, denota una venganza. Netanyahu había amenazado liquidarlo antes del fatídico 7 de octubre. La otra muerte, la del general iraní Solemaini, había sido ordenada el 3 de enero de 2020 por el presidente norteamericano Donald Trump, carne y uña con Netanyahu, en respuesta al asalto contra la embajada de Estados Unidos en Irak. La respuesta de Irán, patrocinador de Hamas, de Hezbollah y de los hutíes de Yemen, cuyos ataques contra barcos en el Mar Rojo provocaron el despliegue de naves norteamericanas y las de sus aliados, no podía ser otra: te ataco, me atacas, te ataco…
Si Netanyahu tiene sus problemas domésticos, el régimen iraní también enfrenta los suyos
La dinámica habitual mientras Estados Unidos se desentiende de ambos atentados e Israel, cuyas operaciones contra Irán siempre estuvieron centradas en científicos o militares vinculados con el programa nuclear desechado por Trump, continúa enfrascado en aniquilar a Hamas en la Franja de Gaza. ¿Pudo ser un ataque quirúrgico el de Beirut? Un bombardeo israelí terminó con la vida de Razi Musavi, alto cargo de la fuerza Quds, en Siria. Tropa en la que Soleimani había dejado su sello por sus operaciones clandestinas en el exterior y por su campaña para expulsar a los norteamericanos de Medio Oriente.
Si Netanyahu tiene sus problemas domésticos, el régimen iraní también enfrenta los suyos. La absurda muerte de Mahsa Amini, de 22 años, en 2022, por no llevar debidamente el velo islámico, desencadenó protestas con decenas de muertos que traspasaron las fronteras de Irán. El tiempo logró acallarlas. No a las bombas ocultas en bolsas y activadas por control remoto en las puertas del cementerio en el cual yacen los restos del general Soleimani. Una suerte de mártir en un país persa que, como los árabes, venera a aquellos que dan la vida por una causa. En su caso, la expulsión de los norteamericanos y, como el otro difunto, Al Arouri, la extinción de un Estado. El de Israel.
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