Getting your Trinity Audio player ready… Honduras sienta un precedente delicado para las frágiles democracias de la región Entonces, después de tanto cabreo, en Honduras no hay sólo un golpe de Estado. Manuel Zelaya resulta ser un turista accidental en Brasil. O, en realidad, en el único enclave brasileño en Tegucigalpa: su embajada. Está de viaje desde el 28 de junio. Lo despide cálidamente ese domingo, a punta de pistola, una copiosa escolta militar. Es tan prolongada su gira por el exterior, iniciada de apuro en Costa Rica, que se ve sorprendido con la elección como presidente de Porfirio Lobo, del opositor Partido Nacional, sucesor de su sucesor de facto, Roberto Micheletti. Lobo, derrotado en 2005, es cinturón negro de taekwondo. Le alcanza para repeler la dañina influencia de Hugo Chávez, aparentemente incapaz de convencerlo como a Zelaya de las ventajas de la revolución bolivariana, el socialismo del siglo XXI, la ducha comunista y la reforma constitucional en clave de reelección. Los Estados Unidos, Panamá, Perú, Costa Rica y Colombia dan por buena la elección; (leer más)
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