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Política

Sin lugar para los débiles

La crisis a tres bandas por la muerte de Raúl Reyes robusteció a los presidentes Entonces, como el capataz de una obra en construcción (¿o de teatro?), Hugo Chávez exclamó: “Señor ministro de Defensa: muévame 10 batallones hacia la frontera con Colombia. ¡De inmediato!”. Eufórico, el compañero Fidel se precipitó en el andamio: “Se escuchan con fuerza en el sur de nuestro continente las trompetas de la guerra”. El albañil del “chavismo a la ecuatoriana”, Rafael Correa, aceptó las razones de Álvaro Uribe, primero, y rebatió sus disculpas, después. Colocó el último ladrillo el camarada Daniel Ortega con la ruptura de las relaciones diplomáticas de Nicaragua con Colombia. Era una disputa bilateral por la muerte de Raúl Reyes y otros alias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), abatidos en suelo ecuatoriano. Ortega no quiso ser indiferente con Correa. Menos aún Chávez, compinche de ambos: halló la oportunidad de resarcirse del áspero final de su papel de mediador para la liberación de secuestrados por las FARC, dispuesto por Uribe. Lo hizo con un pomposo (leer más)

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Setenta veces siete

Kosovo independiente es una buena carta electoral para Putin Cuando terminó la guerra de Kosovo, los soldados rusos arribaron a la provincia serbia antes que los tanques de la alianza atlántica (OTAN). Era lógico: los militares norteamericanos y europeos no habían puesto un pie en el terreno durante la represalia aérea contra el régimen de Slobodan Milosevic. Era lógico y era, también, una demostración de poder. Los bombardeos duraron 78 días. Entre el 24 de marzo y el 9 de junio de 1999 hubo 5000 víctimas de un solo lado, el serbio, y ninguna del otro. Con la ayuda de Boris Yeltsin, entonces presidente de Rusia, Milosevic sorteó la regla Galtieri: no cayó de inmediato por la derrota, sino un año y medio después. En ese lapso, los serbios no recibieron de su gobierno una admisión sobre el desenlace de la guerra. Sólo supieron que Kosovo, ocupada por 16.000 efectivos de la fuerza multinacional de paz (KFOR), adquiría el estatus de protectorado. En él, el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), considerado terrorista, narcotraficante y (leer más)

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Política

Hasta siempre, comandante

Entre líneas, la renuncia de Fidel deja entrever que, en realidad, no se va del todo En las vísperas, Fidel reveló algo que, aunque fuera público y notorio, nunca había salido de su boca ni de su puño y letra: su “crítico” y “precario” estado de salud. Con esas palabras, el diagnóstico no pudo ser más preciso: la fragilidad del cuerpo doblegó, finalmente, la vitalidad del poder. En la posdata de su recado dejó dicho, sin embargo, que las dolencias intestinales por la cuales delegó en su hermano Raúl el mando, o parte de él, no lograron apartarlo por completo de la rutina en la que invirtió 49 de sus 81 años: ser Cuba. En los 568 días que transcurrieron entre el 31 de julio de 2006 y el 19 de febrero de 2008, el más pragmático y menos ideológico de los Castro esbozó con cierta timidez aquello que el otro, postrado sin retorno, jamás se hubiera atrevido a emprender: una virtual apertura. Tras la desintegración de la Unión Soviética, más solo que la una (leer más)

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Entradas agotadas

El gran debate político en la Unión Europea es cómo controlar la inmigración En 2006, el ex canciller británico Jack Straw mostró inquietud por el uso del nijab  (velo que oculta la cabeza y parte del rostro de las mujeres musulmanas). No mostró inquietud por el hábito en sí, sujeto a discusión en colegios y universidades de Europa, sino por la contrariedad que supone entablar un diálogo más o menos razonable con una persona a la cual uno apenas puede adivinarle las facciones y verle los ojos. El ejemplo, banal, casi frívolo, entrañaba un asunto de mayor relevancia: el contraste entre encerrarse en uno mismo o confiar en los demás. En realidad, la ventaja de vivir en una comunidad en lugar de vivir en un gueto. El uso del nijab, prohibido en los institutos educativos de Francia y en algunos de Bélgica por su aparente carácter religioso, no es un precepto del Corán, sino una elección de cada mujer o, en ocasiones, un capricho del marido. En una sociedad como la británica, dominada por lógicos (leer más)

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Política

El día que me quieras

Las elecciones primarias despertaron una súbita ola de simpatía por los EE.UU. En los tempranos sesenta, los mexicanos concluyeron que los Estados Unidos tenían por primera vez un presidente parecido a ellos: John F. Kennedy era católico; profesaba su misma fe. No hubo desde entonces otro con el cual compartieran rasgos en común, más allá de la cuñada mexicana de George W. Bush (Columba, esposa de su hermano Jeb, ex gobernador de Florida). Con Bill Clinton tuvieron un romance: soslayó a la oposición republicana del Capitolio para rescatar al país de la embriaguez financiera provocada por el efecto tequila en 1994. Aquel gesto, así como su política migratoria, debería ser capitalizado por su mujer, Hillary, entre los mexicanos que, nacionalizados norteamericanos, votan en las primarias demócratas. Lo capitalizó en California y otros Estados con población hispana. Pero, si de identificación se trata, los mexicanos advierten en su adversario, Barack Obama, un atributo más cercano: tiene la piel de color canela, como la venerada Virgen de Guadalupe. ¿Para qué te voy a decir que no, si (leer más)

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Política

Juego de poder

Como en una película, el mismo plan conduce a los mismos errores en Afganistán Con inusitada rapidez, los hombres de George W. Bush concluyeron, tras la voladura de las Torres Gemelas, que Osama ben Laden era el principal sospechoso. No hubo duda: de inmediato pusieron precio a su cabeza. ¿Por qué estaban tan seguros de que el líder de Al-Qaeda y no otro había ejecutado el peor atentado en la historia de los Estados Unidos? Porque había sido uno de los mujahidines (luchadores) que, con armas e instrucción suministradas por el servicio de inteligencia militar de Paquistán (ISI) por medio de la CIA y agencias de otros países, expulsaron al régimen soviético de Afganistán en 1987, dos años antes del final de la Guerra Fría. En el llamado Vietnam soviético murieron más de un millón de personas, en su mayoría afganos. La resistencia afgana, nutrida por fundamentalistas de países islámicos que se unieron a ella, recibió apoyo de los Estados Unidos y otros países, canalizado, o disimulado, a través del régimen militar de Paquistán, encabezado (leer más)

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Política

Tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos

Más allá de la coyuntura, el éxito o el fracaso de América latina está íntimamente ligado a la suerte de su vecino del Norte Un ciego estaba sentado en la vereda. Sobre sus rodillas tenía una gorra. A un costado, un cartel escrito con tiza decía: “Ayúdeme, por favor, soy ciego”. Daba pena. Un publicista se acercó a él, escribió algo en el cartel y, sin mediar palabra, se marchó. Horas después, la gorra rebosaba en dinero. El publicista regresó. Lo reconoció el ciego por sus pasos. Le preguntó qué había escrito en el cartel. “El mismo mensaje, pero con otras palabras”, respondió el publicista. El cartel decía ahora: “Estamos en primavera y no puedo verla”. La modificación del mensaje, cual moraleja, supone la necesidad de cambiar de estrategia si algo no sale como uno se lo propone. Desde que declararon la guerra contra Irak, los Estados Unidos perdieron la visión de ese país y del mundo: pudo disminuir la violencia entre chiítas y sunnitas gracias al incremento del contingente militar, pero lejos quedaron las (leer más)

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Política

Noticia de un secuestro

En una encrucijada se encuentra Uribe desde que Sarkozy promovió la campaña por la liberación de Ingrid Betancourt En un país imaginario llamado Tecala, un hábil y audaz negociador de rescates (Russell Crowe) regatea con el mediador de la guerrilla para lograr la liberación de un ingeniero norteamericano secuestrado (David Morse), de cuya esposa (Meg Ryan) termina enamorándose. El desenlace de la película Prueba de vida, con tiros y bombas, demuestra el fracaso de su gestión. Más allá del guión, Tecala pretende ser Colombia, pero las autoridades de Ecuador, en cuya selva se rodó, pidieron a los realizadores que cambiaran el nombre del país, de modo de evitarse contratiempos con su vecino. El fenómeno del secuestro comenzó en los setenta en Colombia. En esos años, además de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otros grupos menores, operaba el Movimiento 19 de Abril (M-19). El conflicto, una guerra, llevó al país a tener el mayor índice de secuestros del mundo. Y llevó a la gente, a su vez, (leer más)

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Política

En casa manda él, pero ella toma las decisiones

Si bien la imagen del líder masculino está intacta, se supone que las mujeres no son propensas a caer en la corrupción Le pregunté a Mary McAleese, presidenta de Irlanda, por qué no llevaba cartera como la mayoría de las mujeres: “Siempre llevo a mi marido –respondió con naturalidad–. Martin lleva el dinero, las llaves y todo eso que una suele cargar en la cartera. Yo prefiero llevar solamente a mi marido”. Era broma, pero hablaba en serio. Martin estaba sentado a su lado, impertérrito, sonriente, orgulloso de su papel de primer caballero (o cónyuge de la primera mandataria). En su país, desangrado durante años por la ira del IRA, que una mujer fuera presidenta no era novedoso: Mary Robinson, su antecesora, había sido la primera. Lo del género es relativo, en realidad. No era extraño que Martin llevara en sus bolsillos los artículos de primera necesidad de su mujer. Poder y dinero nunca dejaron de ser asuntos masculinos. En España, con una vicepresidenta primera del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y un (leer más)

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Política

Dos pájaros de un tiro

Chávez se distanció de España y cortó con Colombia, pero, de pronto, apareció la prueba de vida de Ingrid Betancourt En palabras del Ralf Dahrendorf, “no puede sorprender si muchos llegan a la conclusión de que la democracia significa precios altos, desocupación elevada, bajos ingresos para la mayoría y ganancias especulativas para unos pocos. ¿Para qué ir a votar si éste es el resultado? De hecho, ¿para qué aceptar la democracia?”. No pintó de este modo el eminente filósofo, filólogo y sociólogo alemán, nacionalizado británico, un fresco contemporáneo y original de América latina, enajenada muchas veces por el desánimo y el escepticismo, sino uno de Europa del Este después de la caída del Muro de Berlín y de la desintegración de la Unión Soviética. En esa vasta región, el final de la nomeklatura y de la Guerra Fría inauguró una nueva era. El cambio, propiciado por la doble estrategia de Gorbachov de glasnost (apertura) y perestroika (reforma), pretendió engendrar una revolución. El desafío, empero, era cómo domesticar el poder, no cómo eliminarlo. No hubo entonces (leer más)

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Política

No soy monedita de oro pa’ caerles bien a todos

Las diferencias entre el rey y Chávez resumieron las dificultades que tienen España y la región para vincularse entre sí Al son de una ranchera, Hugo Chávez insinuó apenas arribó a Santiago, Chile, sede de la XVII Cumbre Iberoamericana, que algo tramaba: “No soy monedita de oro / pa’ caerles bien a todos; / así nací y así soy, / si no me quieren, ni modo”, desafinó. Iba a ser la primera gota de una lluvia de agravios e indiscreciones que pretendió que fueran divertidos, pero que, en realidad, no causaron gracia a nadie. En Venezuela, la inminente reforma constitucional, pasaporte para su reelección indefinida y otras delicias del socialismo del siglo XXI, había dejado un tendal de heridos entre estudiantes universitarios que se lanzaron a rechazarla en las calles. Lejos de reparar en ello, cada vez más encerrado en su laberinto, Chávez creyó que el foro iberoamericano era algo así como una reunión de consorcio. Le dijo a su par brasileño: “Lula, ahora que eres un magnate petrolero, ¿por qué no te animas con (leer más)

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Política

Nosotros, que nos queremos tanto

Nunca hubo mejores condiciones para la integración regional y, a la vez, nunca hubo tantos enconos capaces de trabarla Dos amigos observan a una mujer. Dice uno: “Tú la ves descansando sobre el brazo de aquel hombre. Sólo que ayer descansaba así sobre el mío”. Replica el otro: “Y mañana se posará sobre el mío”. Dice uno: “Mírala sentada junto a él. Fue sólo ayer que se sentaba junto a mí”. Replica el otro: “Mañana se sentará a mi lado”. Y así, mientras la mujer bebe de la copa de su pareja, contempla su rostro y susurra a sus oídos, uno memora el pasado y el otro vislumbra el futuro con ella. Hasta que uno concluye que esa mujer es extraña. Replica entonces el otro: “Ella es como la vida, poseída por todos los hombres; y como la muerte, conquista a todos los hombres; y como la eternidad, envuelve a todos los hombres”. ¿Es América latina como la mujer descripta por Gibrán Jalil Gibrán en el cuento Ayer, hoy y mañana? Es, al menos, como (leer más)

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Economía

Algunos somos más iguales que otros

Vista desde España, la región no ha superado la distorsión entre el crecimiento de la economía y los altos índices de pobreza MADRID.– Neo significa nuevo. Neo, en la piel de Keanu Reeves, es el pirata informático que, en la profecía de la saga Matrix, resulta ser el Elegido para salvar a la humanidad de la prisión creada y mantenida por las máquinas. Neo, asociado con el liberalismo o el conservadurismo, espanta como el ajo a los vampiros y las novias. No espantan el liberalismo ni el conservadurismo por sí mismos; espantan el neoliberalismo, versión latinoamericana, y el neoconservadurismo, versión norteamericana. Uno, por el saldo desolador de las privatizaciones en el continente más incontinente del mundo; el otro, por la agresiva política exterior de George W. Bush. Neo a secas no significa nada. Neo, el muchacho inseguro de Matrix, no confía en el destino ni en el Oráculo, sino en Morfeo, su esmerado tutor, y en Trinity, dispuesta a sacrificarse por él. Si Neo fuera América latina, con sus insensatos índices de desigualdad, pobreza, corrupción, (leer más)

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Política

Cortados por la misma tijera

Putin recreó el ambiente de la Guerra Fría con su velada crítica a cualquier intento de intromisión de los EE.UU. en Irán En el ojo de la tempestad desatada por la guerra contra Irak, las amenazas de Irán y la decisión de Turquía de ir contra los guerrilleros del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) en el Kurdistán iraquí, Vladimir Putin trazó una raya con la cual, en realidad, quiso poner a raya a George W. Bush.  Su velada defensa del presunto derecho de Mahmoud Ahmadinejad de avanzar en sus ambiciones nucleares confirmó aquello que sabían la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy: que Irán tiene carta franca de Rusia y China para seguir con sus planes. Putin recreó el ambiente de la Guerra Fría en la cumbre de los países del mar Caspio, realizada en Teherán con el dueño de casa y sus pares de Azerbeiyán, Kazajstán y Turkmenistán. Logró su cometido: desarmó a Bush y debilitó a las Naciones Unidas. Era su turno en la partida bipolar, un diálogo (leer más)

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Política

Tu verdad, mi verdad, la verdad incómoda

Una crisis diplomática se abrió entre los EE.UU. y Turquía por una suma de factores que incluyen el holocausto armenio En defensa de la verdad, el filósofo, político y economista británico John Stuart Mill planteó en 1859, en su tratado Sobre la libertad, que una opinión debía ser debatida a fondo, “frecuentemente y sin temor”, de modo de evitar que se marchitara como “un dogma muerto”. La verdad, concebida como la idea por Platón y como la forma por Aristóteles, descorre el velo de la apariencia. El concepto varió desde la filosofía antigua hasta la contemporánea, pero la verdad no dejó de ser lo que es. Lo inmutable, aquello que no cambia más allá de la discusión y de la interpretación. El holocausto judío existió. El holocausto armenio, como supo llamarlo Winston Churchill, también existió. Dicen que Hitler reparó en él por la rapidez con la que creía que el mundo olvidaba las grandes masacres. Reparó en él para emprender la impiadosa y abominable faena de purificación social en la cual incluyó rusos, eslavos, polacos, (leer más)