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Política

Voy, lo mato y vengo

En Irak, los ejércitos privados cambiaron radicalmente el concepto de la guerra En septiembre de 2007, las autoridades iraquíes responsabilizaron a la compañía Blackwater, especializada en contraterrorismo y combates urbanos, de la muerte de 11 civiles en Bagdad. Como si fuera novedosa la participación de ejércitos privados en la guerra, un comité de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos convocó de urgencia a sus miembros. Uno de ellos presentó un informe inquietante: Blackwater, cuyos contratos con el gobierno norteamericano superaban los 1000 millones de dólares, había estado involucrada desde 2005 en 195 tiroteos en Irak. Sus empleados sólo podían abrir fuego en defensa propia. Eso adujeron los abogados frente a los cargos presentados por la policía iraquí. Citado a declarar en el Capitolio, el dueño de Blackwater, Erik Prince, antiguo militar de elite y generoso contribuyente del Partido Republicano, recordó que 30 de sus hombres habían muerto en Irak por haber protegido a diplomáticos norteamericanos. Con un sentido pésame y una indemnización a los deudos terminó el incidente. Blackwater, según observa el investigador (leer más)

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Tienes un e-mail

Los correos de las FARC complican a Chávez, pero Uribe prefiere conciliar con él Alguna vez, las FARC tuvieron un submarino. Lo confiscó el gobierno de Colombia. Apuros financieros, sin embargo, nunca padecieron. Uno de sus cabecillas, Mono Jojoy, administra la fortuna del narcotraficante Jorge Asprilla Perea, condenado en 2007 a 30 años de prisión en los Estados Unidos. De Hugo Chávez recibieron armas y efectivo por valor de 300 millones de dólares. A Muammar Khadafy le pidieron 100 millones de dólares para comprar cohetes tierra-aire. Pudieron presentar como fiadores a ETA, el IRA, Hezbollah y la mafia rusa o, en su defecto, a Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega y Evo Morales. Con ellos iban a reunirse en Caracas. Estas revelaciones, o confirmaciones, surgieron de las computadoras portátiles que llevaba consigo el segundo jefe de las FARC, Raúl Reyes, abatido por el ejército colombiano en suelo ecuatoriano. Las divulgó a cuentagotas el director de la policía colombiana, general Oscar Naranjo. De ser ciertas, ¿cómo pudo Álvaro Uribe amigarse con Chávez y Correa, por más que, (leer más)

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Sin lugar para los débiles

La crisis a tres bandas por la muerte de Raúl Reyes robusteció a los presidentes Entonces, como el capataz de una obra en construcción (¿o de teatro?), Hugo Chávez exclamó: “Señor ministro de Defensa: muévame 10 batallones hacia la frontera con Colombia. ¡De inmediato!”. Eufórico, el compañero Fidel se precipitó en el andamio: “Se escuchan con fuerza en el sur de nuestro continente las trompetas de la guerra”. El albañil del “chavismo a la ecuatoriana”, Rafael Correa, aceptó las razones de Álvaro Uribe, primero, y rebatió sus disculpas, después. Colocó el último ladrillo el camarada Daniel Ortega con la ruptura de las relaciones diplomáticas de Nicaragua con Colombia. Era una disputa bilateral por la muerte de Raúl Reyes y otros alias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), abatidos en suelo ecuatoriano. Ortega no quiso ser indiferente con Correa. Menos aún Chávez, compinche de ambos: halló la oportunidad de resarcirse del áspero final de su papel de mediador para la liberación de secuestrados por las FARC, dispuesto por Uribe. Lo hizo con un pomposo (leer más)

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Setenta veces siete

Kosovo independiente es una buena carta electoral para Putin Cuando terminó la guerra de Kosovo, los soldados rusos arribaron a la provincia serbia antes que los tanques de la alianza atlántica (OTAN). Era lógico: los militares norteamericanos y europeos no habían puesto un pie en el terreno durante la represalia aérea contra el régimen de Slobodan Milosevic. Era lógico y era, también, una demostración de poder. Los bombardeos duraron 78 días. Entre el 24 de marzo y el 9 de junio de 1999 hubo 5000 víctimas de un solo lado, el serbio, y ninguna del otro. Con la ayuda de Boris Yeltsin, entonces presidente de Rusia, Milosevic sorteó la regla Galtieri: no cayó de inmediato por la derrota, sino un año y medio después. En ese lapso, los serbios no recibieron de su gobierno una admisión sobre el desenlace de la guerra. Sólo supieron que Kosovo, ocupada por 16.000 efectivos de la fuerza multinacional de paz (KFOR), adquiría el estatus de protectorado. En él, el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), considerado terrorista, narcotraficante y (leer más)