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Política

Cortados por la misma tijera

Putin recreó el ambiente de la Guerra Fría con su velada crítica a cualquier intento de intromisión de los EE.UU. en Irán En el ojo de la tempestad desatada por la guerra contra Irak, las amenazas de Irán y la decisión de Turquía de ir contra los guerrilleros del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) en el Kurdistán iraquí, Vladimir Putin trazó una raya con la cual, en realidad, quiso poner a raya a George W. Bush.  Su velada defensa del presunto derecho de Mahmoud Ahmadinejad de avanzar en sus ambiciones nucleares confirmó aquello que sabían la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy: que Irán tiene carta franca de Rusia y China para seguir con sus planes. Putin recreó el ambiente de la Guerra Fría en la cumbre de los países del mar Caspio, realizada en Teherán con el dueño de casa y sus pares de Azerbeiyán, Kazajstán y Turkmenistán. Logró su cometido: desarmó a Bush y debilitó a las Naciones Unidas. Era su turno en la partida bipolar, un diálogo (leer más)

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Política

Tu verdad, mi verdad, la verdad incómoda

Una crisis diplomática se abrió entre los EE.UU. y Turquía por una suma de factores que incluyen el holocausto armenio En defensa de la verdad, el filósofo, político y economista británico John Stuart Mill planteó en 1859, en su tratado Sobre la libertad, que una opinión debía ser debatida a fondo, “frecuentemente y sin temor”, de modo de evitar que se marchitara como “un dogma muerto”. La verdad, concebida como la idea por Platón y como la forma por Aristóteles, descorre el velo de la apariencia. El concepto varió desde la filosofía antigua hasta la contemporánea, pero la verdad no dejó de ser lo que es. Lo inmutable, aquello que no cambia más allá de la discusión y de la interpretación. El holocausto judío existió. El holocausto armenio, como supo llamarlo Winston Churchill, también existió. Dicen que Hitler reparó en él por la rapidez con la que creía que el mundo olvidaba las grandes masacres. Reparó en él para emprender la impiadosa y abominable faena de purificación social en la cual incluyó rusos, eslavos, polacos, (leer más)

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Matar a un elefante

De nada valdrá la intervención de la ONU en Myanmar, ex Birmania, si China no cambia de actitud frente al régimen Promediaba la década del veinte. Eric Arthur Blair era un oficial de subdivisión de la policía de Moulmein, allá lejos, en la baja Birmania, antigua colonia británica. Tronó el teléfono, temprano. Tanteó el auricular: “¡Un elefante está devastando la feria!”, reconoció en el grito la voz de un subinspector birmano. Los elefantes eran empleados para desplazar troncos de teca. Siempre existía el riesgo de que alguno se descarriara y provocara destrozos. Algo usual para un nativo, no para un blanco como él. Montó en el caballo con su Winchester 44, rifle demasiado pequeño para vérselas con un animal tan grande. Iba decidido, no obstante ello, a imponer la ley y restablecer el orden. La mañana era húmeda y sofocante, como toda mañana de la estación de lluvias. En el camino, interrumpido por birmanos alterados, Blair se enteraba de las fechorías cometidas por el elefante: había hecho añicos una choza de bambú, había matado a (leer más)