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Política

Las dos caras de la Luna

Sin reparar en las afinidades políticas, Lula impulsó el biocombustible y Chávez insistió en apuntalar el anillo energético En Santiago de Chile, mientras Ricardo Lagos aún ejercía la presidencia, Néstor Kirchner farfulló: “Es el anillo energético”. Eramos dos personas con él, de pie en medio de una multitud de comensales. No entendimos la frase. “Es el anillo energético”, repitió, y no dijo nada más durante unos segundos. Había ido a amigarse con su par chileno por la falta de provisión de gas argentino, pero, en principio, ya tenía en mente tender con Hugo Chávez el proyectado gasoducto desde Venezuela hasta la Argentina, Uruguay y, si cuadraba, la Antártida. Evo Morales aún era candidato presidencial; Luiz Inacio Lula da Silva aún no proclamaba la producción de biocombustible. En poco más de dos años, el anillo energético pasó a ser pasión de multitudes. O, en realidad, de esas multitudes que, mientras Kirchner farfullaba su nombre, no perdonaban pescados ni mariscos. En ese lapso, Chávez, Morales y él trazaron un mapa regional que no coincide con la división (leer más)

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Cómo atarse los cordones con una sola mano

Cada vez hay menos diferencia entre los gobiernos de ambas tendencias, vectores de la vida política durante dos siglos En la Revolución Francesa no había zapatos para ambos pies. Aún no se fabricaban. El zapato derecho era igual al izquierdo. Sin diferencias entre sí. Los pies terminaban domándolos: pasaba a ser uno el derecho y el otro el izquierdo. Con la política ocurrió algo parecido. En la asamblea nacional constituyente de Francia se sentaron a la derecha los partidarios de la monarquía absoluta y a la izquierda los detractores del orden establecido. Hasta entonces no había corrientes de opinión identificadas de ese modo. Tenían, como los zapatos, el molde derecho y debían calzarlo en el pie izquierdo. No existían las hormas, supongo. Dos siglos después, con un zapato para cada pie, la derecha y la izquierda sobreviven más en la forma que en el contenido. En Europa, cuna de ambas vertientes, varios motes sustituyeron los modelos primitivos. En Gran Bretaña, Francia, y Alemania, entre otros países, no pocos candidatos de un polo enriquecen sus programas (leer más)

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Toco y me voy

Por unos días, la región quedó presa de una falsa opción entre la impotencia de uno y la competencia del otro En vísperas de la gira de George W. Bush por la región, Tabaré Vázquez y Luiz Inacio Lula da Silva se reunieron en la estancia presidencial de Anchorena, en las afueras de Colonia. Firmaron convenios de cooperación; sonrieron para la foto. Luego echaron migas a la prensa con los reclamos del gobierno uruguayo, compartidos con el paraguayo, por las asimetrías del Mercosur. Es decir, por la poca atención que los socios grandes prestan a los socios chicos. Nada nuevo bajo el sol. Ambos expusieron su parecer y, con ello, procuraron demostrar que habían afianzado el bloque. ¿De qué habían hablado? De la inminente visita de Bush a sus respectivos países. Si no, la reunión en sí, con el despliegue y el gasto que implica, no hubiera sido más que una formalidad. Con la demorada visita, Lula quiso pagarle a Tabaré Vázquez una deuda de ausencias. En la XVI Cumbre Iberoamericana, realizada en noviembre de (leer más)

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Cuatro presidentes y un funeral

En el país de las dos vigilias, el pasado volvió a aflorar, y a dividir, por la deuda del general con la historia Pinochet no era el dictador, sino el general. El general a secas. Del dictador no se hablaba en Chile. Había adquirido el mote fuera. Lo cual, a oídos de un chileno sorprendido en el exterior con la asociación libre entre su país y el caballero, como supo llamarlo Tony Blair, no resultaba grato ni simpático. Resultaba paradójico que el espejo de la modernización de la economía de América latina reflejara una imagen tan distorsionada y que coincidiera, a su vez, con gravísimas violaciones de los derechos humanos, primero, y con sospechas de corrupción, después. El general no era Chile, pero Chile era del general. En 1999, mientras estaba detenido en las afueras de Londres, parecía omnipresente. Parecía, aclaro, porque, por creyente que fuere, carecía de mérito para atribuirse un don de Dios. Su rostro, severo, fisgoneaba desde los balcones, las paredes, los diarios y las revistas. Fisgoneaba desde todos los rincones, seguro, (leer más)

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Lo cortés no quita lo evidente

La reelección de Chávez coronó una tendencia traducida en insatisfacción, más que en populismo Lejos de la euforia de unos y de la depresión de otros en Venezuela, el secretario de Estado de Asuntos Exteriores de España, Bernardino León, y el secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental de los Estados Unidos, Thomas Shannon, procuraron establecer en Madrid las bases de una encrucijada: cómo lidiar con el tigre suelto en América latina. Misión, en apariencia, menos compleja para José Luis Rodríguez Zapatero que para George W. Bush. Era viernes; faltaban horas, apenas, para el gesto conciliador hacia los Estados Unidos del presidente provisional de Cuba, Raúl Castro, y para la reelección de Hugo Chávez. Faltaban horas, apenas, para vislumbrar otro escenario. Con los mismos actores, excepto Fidel Castro. Con los mismos actores, pero, a la vez, con algunos cambios. Chávez iba a ganar un nuevo mandato en elecciones limpias, como Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador. Todos ellos, al igual que Luiz Inacio Lula da Silva (leer más)

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La guerra de secesión

En Venezuela, México y Bolivia, las elecciones dejaron al desnudo una realidad: en cada una de ellas conviven dos países CARACAS.– La tierra no resistió. El puente que unía el aeropuerto con la capital se derrumbó. Un viaje de menos de una hora insume desde enero más de tres. A paso de hombre, por una geografía escarpada, dominada por la pobreza. Como el puente roto, reflejo de la sociedad venezolana, Hugo Chávez halló por decantación, después de casi ocho años de gestión, el descontento de una parte de la población. La mitad, tal vez, no necesariamente reflejada en los votos. Esa parte de la población, huérfana de partidos por los desaciertos de la Acción Democrática (AD) y el Copei mientras se alternaban en el Palacio de Miraflores, encontró un candidato: Manuel Rosales. Un candidato de circunstancia. O, acaso, un opositor a secas. Un opositor a secas era también Evo Morales. No vaciló en bloquear las rutas de los sucesivos gobiernos desde el período incompleto de Gonzalo Sánchez de Lozada. Tanto insistió, como Chávez después de (leer más)

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Siempre fuimos compañeros

El arribo del nuevo embajador norteamericano en la Argentina coincidió con un giro conciliador en el discurso de Kirchner En vísperas de la guerra contra Irak, George W. Bush creó un club de reacios a cooperar y, por ello, debió hacerse cargo de los platos rotos. A diferencia de él, en 1991, su padre había armado una coalición compacta antes de ordenar el envío de tropas. Apeló al poder blanco (soft power), estrategia de seducción que, según el léxico de Joseph Nye, profesor distinguido de la Universidad de Harvard, viene a ser el reverso del poder duro (hard power), basado en el poderío económico y militar o, en última instancia, en el uso de la fuerza. Apeló, entonces, al poder blando en beneficio del poder duro. Los gobiernos (el argentino, entre ellos) evaluaron el rédito de su eventual participación en la guerra. Decidieron sobre ese supuesto, no en respuesta a una cruzada excluyente: están con nosotros o están contra nosotros. Con su discurso, más allá del impacto emocional de la voladura de las Torres Gemelas, (leer más)

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Hágase tu voluntad

El factor religioso cobró vigor en las crisis internacionales, así como en los conflictos internos de algunos países Más que hiriente u ocurrente, Hugo Chávez quiso ser estridente. No en vano, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, atribuyó un nuevo mote a George W. Bush. Diablo lo llamó. Y dijo que olía a azufre en ese sitio, en donde había estado un día antes. ¿Qué mensaje encubría esa agresión, capaz de desatar carcajadas en delegaciones diplomáticas aparentemente no familiarizadas con su léxico de barricada? Encubría una venganza: no te perdonaré que hayas estado detrás del golpe cívico-militar por el cual quedé fuera de juego durante un par de días en abril de 2002. Y encubría, también, una advertencia: tu país puede paralizarse si mi amigo Mahmoud Ahmadinejad y yo dejamos de proveerte petróleo. Entre la venganza y la advertencia, la agresión encubría, a su vez, un mensaje más profundo: en el país cuya moneda lleva el lema In God We Trust (Confiamos en Dios) desde 1864 y cuyos políticos contemporáneos, sea Bush, sea (leer más)

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Cómo ser opositor y no morir en el intento

El dilema afecta a América latina, sobre todo por la impronta de Chávez y por el correlato de las elecciones en México BERLÍN.– Poco sabía Gabriela Büssemaker, alcaldesa de Ettlingen, Estado de Baden-Württemberg, del origen remoto de sus visitantes: la Argentina. Sólo acudían a su memoria, mientras departía con diputados por Compromiso para el Cambio, Recrear, la UCR, el ARI y los partidos Demócrata de Mendoza y Renovador de Salta, los reclamos de alemanes furiosos por no haber cobrado los dividendos de los bonos de la deuda pública que habían adquirido antes de la crisis. Ese tema y la curiosidad por la cercanía entre Néstor Kirchner y Hugo Chávez, así como el conflicto con Uruguay por las plantas de celulosa, fueron recurrentes en las reuniones con dirigentes del Partido Liberal Democrático (FDP). Después de la crisis, la Argentina dejó de ser una sucursal de Europa, plasmada, cual síntesis, en la vida y la arquitectura de Buenos Aires. Antes, la pregunta era: ¿cómo nos ven? Ahora, la pregunta es: ¿nos ven? En Alemania, concentrada en su (leer más)

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La teoría de los radicales libres

En medio de la crisis por el secuestro de un soldado, Israel quedó aún más involucrado en la interna palestina En discusión estaba el Documento de los Presos. Cuatro semanas antes del secuestro del soldado israelí Guilad Shalid, el presidente Mahmoud Abbas y el primer ministro Ismail Haniyeh, enfrentados entre sí, debatían desde sus respectivas trincheras la demorada creación de un Estado palestino que tuviera las fronteras previas a la guerra de 1967. Si Hamas aceptaba esa premisa, reconocía en forma implícita al Estado de Israel. En forma implícita e indirecta, y sin convicción alguna, el nuevo poder palestino iba a afirmar aquello que siempre negó: la existencia del otro. El otro, empero, acechaba con tanques, tropas y blindados en la Franja de Gaza, desalojada en agosto de 2005 como primera fase del plan unilateral de desconexión, o de devolución de territorios, que inauguró Ariel Sharon y abrazó su sucesor, Ehud Olmert. Era la señal más clara de que no iba a dejar a su merced al soldado Shalib ni iba a dejar impunes las (leer más)

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Livin’ con el corazón en la boca

En vísperas de la nueva ley, las redadas contra fugitivos y pandilleros latinoamericanos crearon pavor entre los ilegales Cada vez que tuvo ocasión, George W. Bush recordó con espíritu cosmopolita que en Midland, Texas, iba a la escuela pública con inmigrantes mexicanos. Entendía el fenómeno circular: eran más cuando crecía la producción y menos cuando crecía el desempleo. Entendía, también, que no se iban de su tierra por gusto, sino por necesidad. En esos años, así como cuando regenteó su pequeña y fallida compañía petrolera, compartió con ellos algo más que vivencias: les dio trabajo. Después, como administrador los Rangers, equipo de béisbol con el cual amasó su fortuna, bromeaba con los jugadores latinoamericanos en spanglish. Por esa rara mezcla de español e inglés, usual en el borde (border, frontera) con México y en ciudades con muchos latinoamericanos, las guerras no deparan pérdidas, ni bajas, ni heridos, sino casualidades (casualties, desgracias), los velatorios no despiertan mensajes de pesar, sino de simpatía (sympathy, compasión o pésame), y las calles son eco de expresiones desconcertantes, como vacunar (leer más)

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La excepción a la regla

Más allá de izquierdas y derechas, los latinoamericanos buscan respuestas urgentes a problemas comunes Antes de que amaneciera el milenio, el mundo estaba partido por la mitad. El Muro de Berlín separaba al comunismo soviético del capitalismo norteamericano. Los aislaba. Era uno o el otro, incluso después de la reunificación de Alemania, más allá de las adaptaciones libres de cada modelo según las idiosincrasias de los pueblos y de los gobiernos. No había más para escoger mientras Europa ensayaba con híbridos en busca de un sello propio. En busca, en realidad, de la tercera vía, mentada, o patentada, por el director de la London School of Economics and Political Science, Anthony Giddens. Con ella convenció a Tony Blair de que fundara la internacional de centro izquierda que congregó en 2003 a un sindicalista duro como Luiz Inacio Lula da Silva, un intelectual socialista como Ricardo Lagos y un peronista práctico como Néstor Kirchner. Rara mezcla a pesar de la vecindad y de las coincidencias. Cinco años antes, mientras Francis Fukuyama insistía en clausurar la historia, (leer más)

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Sur, paredón y después

En la globalización, los capitales, los bienes y las mercancías tienen más libertad de movimiento que las personas En su primer viaje al exterior como presidente de los Estados Unidos, George W. Bush comenzó a recorrer el sendero sinuoso de una gestión marcada por una prioridad: la lucha contra el terrorismo. Ese día, el 16 de febrero de 2001, aún invicto de atentados mientras visitaba a su par de México, Vicente Fox, en su rancho de San Cristóbal, Guanajuato, confesó con el pulgar hacia abajo que, como su padre, detestaba el brócoli, a pesar de las plantaciones del anfitrión de ese vegetal y de coliflor, y ordenó con el pulgar hacia arriba el primer ataque militar de su mandato. Contra Irak, premonitorio del eje del mal. En la agenda de Fox, mimado en el exterior por haber terminado un año antes con la rutina de siete décadas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Los Pinos, figuraba un punto crucial: resolver la situación irregular de millones de mexicanos radicados sin permiso en los Estados Unidos y (leer más)

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Se dobla, pero no se rompe

Más allá del acercamiento de Vázquez a Bush, los otros países no renunciaron al bloque por sus acuerdos con los EE.UU. En rigor, Hugo Chávez nunca perdonará a George W. Bush. Sobre todo, desde que denunció que había estado detrás del efímero golpe de Estado de abril de 2002, razón del silencio norteamericano frente a la condena de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y que, en realidad, había pretendido deshacerse de él. Liquidarlo. Frente a ello, el primer embajador de los Estados Unidos en Caracas de la era bolivariana, John Maisto, propuso una fórmula conciliadora: reparen en sus manos, no en su boca; es decir, no juzguen sus palabras, sino sus acciones. Era la única forma de evitar que la confrontación pasara a mayores. El entonces secretario de Estado, Colin Powell, no creía en ello: entendía que la democracia perdía su esencia cuando un líder elegido por el pueblo usaba métodos cercanos a la autocracia. De ahí, su renuencia a aplicar la fórmula de Maisto y su rechazo a admitir la resaca de (leer más)

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Suicidio en defensa propia

Problemas entre los hermanos «mayores» y los «menores» Por apenas un mes de diferencia, Luiz Inacio Lula da Silva no coincidió con Néstor Kirchner en una visita a China. Viajaron en mayo y en junio de 2004, respectivamente. En mayo de ese año viajó a China, también, el presidente de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos. Si Jorge Batlle, aún presidente de Uruguay, hubiera ido, el anfitrión, Ju Hintao, habría tenido una postal completa del Mercosur. Debió armar un rompecabezas, empero. O atender por separado a cada uno de ellos, socios de un club, a veces prenda de hermandad, a veces factor de desunión, con más predicamento en el vecindario que fuera de él. ¿Era una locura que viajaran los cuatro juntos (Batlle incluido) o que, al menos, Brasil y la Argentina, orgullosos en apariencia de una remozada alianza estratégica signada por la presunta afinidad ideológica entre Lula y Kirchner, aterrizaran en el mismo avión en el país que, con su apertura comercial y sus compras de materias primas, iba a ser vital para la recuperación económica (leer más)