
Dios salva a la reina
Como siempre, a la Argentina la asiste el derecho en las Malvinas, no la simpatía de los isleños Puestos a hacer memoria, los británicos recuerdan con tanto recelo la Guerra de las Malvinas como “la mano de Dios”. La reacción de Margaret Thatcher ante los afanes bélicos de Leopoldo Fortunato Galtieri no tiene punto de comparación con el timo del primer gol de Maradona en la Copa del Mundo de 1986, en México, pero, en la memoria colectiva, ambas circunstancias reflejan la peor imagen de los argentinos. En esa imagen distorsionada, e interesada, no caben la belleza y la destreza desplegadas por Maradona en el segundo gol del mismo partido, injustamente opacadas por la viveza del primero. Son las dos caras de una misma moneda: cómo nos ven y cómo queremos que nos vean. En el Foreign Office, las Malvinas, así como la Argentina, están tan lejos de ser una prioridad. Cada año, el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas insta a ambas partes a debatir la soberanía de las islas. Gran Bretaña hace (leer más)