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Barak tiene un plan; Arafat, tampoco

La visita de un líder de la derecha israelí a un sitio sagrado de Jerusalén causó la crisis y demostró cuán frágil es la paz Shimon Peres, premio Nobel de la Paz al igual que Yitzhak Rabin y Yasser Arafat, reparó hace un tiempo en las instrucciones que daba un entrenador de natación a un grupo de chicos que competía en el mar de Galilea: «Si llegan a la mitad y se sienten cansados, no den la vuelta. Gastarán la misma energía en ir a la meta que en regresar a la costa». Es, más o menos, lo que sucede con el proceso de paz de Medio Oriente: Arafat y Ehud Barak han llegado a la mitad, pero, apedreados por otra intifada (agitación), vacilan entre llegar a la meta, braceando y pataleando al mismo tiempo, o regresar a la costa. Nadan contra la corriente, en realidad, sorteando las olas encrespadas de sus respectivas oposiciones domésticas. Que, tratándose de un mar compartido, son tan ajenas como propias. En ello reside la característica principal del conflicto. Arafat (leer más)

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Retroceder, nunca; rendirse, jamás

Cunde el síndrome Fujimori: de mañas y de artimañas procura valerse el dictador serbio con tal de seguir en el poder Perdido por perdido, Slobodan Milosevic no sabe, o no puede, perder. Por más que, ciego en su nacionalismo, en su orgullo y en su demagogia, sea un perdedor nato. En especial, frente a la NATO, siglas en inglés, y en el espejo, de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), después de que ardió Kosovo, en marzo de 1999, al fuego de pasiones sordas, de democracias en coma y de economías rengas que derivaron en espantosas limpiezas étnicas y, como correlato de ellas, en penosas caravanas de refugiados (por los misiles más que por la represión serbia) y en daños colaterales (tan absurdos como la voladura de la embajada china en Belgrado). En los Balcanes, en donde despuntó el siglo XX con su primera guerra mundial, empezó, y terminó, la carrera política de Milosevic. Quebró en 1987, mientras era un burócrata en ascenso de la Liga Comunista de Belgrado, la prohibición de hablar (leer más)

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Cuestión de vida o muerte

China aplica la pena de muerte mientras, al estilo argentino, el principal asesor de Fujimori compra a opositores Ficción: el alcalde de un pueblo de China, acosado por el dilema de la quiebra de una empresa pública, descubre en la cruzada que emprende en aras de salvarla que los dirigentes más conspicuos del partido, sus mejores amigos, su hermano y su mujer están involucrados en un escándalo de corrupción. Fricción: el régimen gubernamental de China, acosado por una purga fenomenal que compromete a casi 200 funcionarios, policías y militares de rango diverso, quiso dar un ejemplo de rigor con la ejecución de Cheng Kejie, ex vicepresidente de la Asamblea Nacional Popular, por haber aceptado sobornos. Rodó, de ese modo, la cabeza de más alta jerarquía desde 1949. Realidad: la visita a China de Fernando de la Rúa, acosado por la certeza de los argentinos de que funcionarios de su gobierno habrían chantajeado a senadores ajenos y propios con tal de obtener el rédito político de la aprobación de una ley tan espinosa para el justicialismo (leer más)

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O sí, o no, ONU, o ni

Clinton, bajo el mismo techo con amigos y enemigos, abogó por reinventar la organización de la que su país es deudor Rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita. Es el caso, a medias, de los Estados Unidos: son los que más tienen y, a la vez, los que menos necesitan. Que tengan, sin embargo, no significa que sean excesivamente generosos. O que dilapiden fortunas en causas ajenas al interés nacional. No adeudarían, por ejemplo, algo así como 1700 millones de dólares a las Naciones Unidas (ONU). La partida está trabada en el Congreso, dominado desde 1995 por la oposición republicana. Excusa por demás democrática de la cual se ha valido Bill Clinton para aplazar una y otra vez la deuda. Estirarla, en realidad. O para soslayar a la ONU, en nombre del interés nacional, después de sus fracasos en Bosnia-Herzegovina, en Ruanda y en Sierra Leona, entre otros. Excusas, asimismo, para pedir una rebaja: los Estados Unidos son el socio que paga la cuota más alta. En teoría mientras sigan (leer más)

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La delgada línea roja

¿A qué apunta la ayuda de Clinton? ¿A erradicar los cultivos ilegales o a propiciar una intervención norteamericana? CARTAGENA DE INDIAS, Colombia.– Guerra del Sur la llaman. A ella irá a parar el grueso de los 1300 millones de dólares que aprobó con dudas el Congreso de los Estados Unidos, temeroso de otro Vietnam, y que redondeó con certezas Bill Clinton. In situ, el miércoles en Colombia, de modo de despejar dudas y de contagiar certezas en aras de erradicar los cultivos de coca y de amapola esparcidos en el territorio del tamaño de Suiza que el gobierno de Andrés Pastrana cedió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con la vana intención de entablar un diálogo de paz en medio de la guerra. Guerra sin fin, digamos. En la cual el desorden de los factores no altera el producto: secuestros, chantajes, persecuciones, mutilaciones, muertes. Y sume en la pobreza a la mitad del país, doblegada por el drama de los desplazados y de los desempleados. De los desamparados, en realidad. Gente que deja (leer más)

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Día de la independencia

El desafío para ambos candidatos es que los Estados Unidos nunca han tenido más prosperidad económica ni menos amenazas externas Al Gore confiesa: “Dicen que soy demasiado serio”. ¿Le suena? George W. Bush, a su vez, confiesa: “Heredamos un buen apellido, no los votos”. No le suena, seguramente. Pues, le suene o no, ambos están librando una batalla contra sí mismos. Contra sus propios temperamentos y contra sus propias historias. Contra sus limitaciones por no ser pioneros. En divanes separados, quizás escuchen: “Elimine la imagen de ese padre dominante, reniegue de su herencia y gane poder por medio de sus méritos”. Fácil, asentirían, pero cómo. Es un dilema. Sobre todo, en un país cuyo presidente, el más desprolijo de la historia, obtuvo, paradójicamente, las mejores notas de la historia después de haber librado una batalla contra sí mismo en la cual supo conjurar con virtudes públicas sus vicios privados. Pesado legado de Bill Clinton, por más que los Estados Unidos nunca hayan tenido más bonanza económica ni menos amenazas externas, que afecta tanto a Gore, (leer más)

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Casémonos vía México, Chile o Paraguay

La gira de Fox por el Cono Sur coincidió con el desafuero de Pinochet y con elecciones en el único país del Mercosur que no visitó ASUNCIÓN.– No sólo por la boca muere el pez. También muere por el puño. O por la letra: “En la vida militar se vive quizá con mayor claridad formal que en otra parte en la permanente dinámica de mandar y obedecer. En la organización militar quien no sepa mandar, no sirve. Y quien no sepa obedecer, tampoco sirve. Por lo demás, y aunque resulta un tanto drástico decirlo así, en la vida la persona que resulta más inútil es aquella que no sabe mandar ni obedecer”. ¿Napoleón? Frío. ¿Maquiavelo? Frío. ¿Bolívar? Más frío aún. Es una perla del pensamiento vivo de Pinochet. De su libro Política, politiquería y demagogia, editado en 1983. Párrafo, frío a secas, trascripto en el veredicto de la Corte de Apelaciones de Santiago por el cual, después de 10 años de impunidad como correlato de 17 de dictadura, ha sido despojado de sus fueros de (leer más)

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La vida no vale nada

La ETA, amenazante después de haber levantado la tregua, ha cometido casi 800 crímenes en poco más de tres décadas Justo el día en que el IRA hacía las paces con Irlanda del Norte, ETA reanudaba la guerra contra España. Ya no en el enclave vasco, sino, en forma potencial, en toda la península. Rompió de ese modo, el 3 de diciembre de 1999, la abstinencia unilateral de violencia que había declamado el 16 de septiembre de 1998. Tres meses después de haber asesinado en Rentería, Guipúzcoa, al concejal conservador Manuel Zamarreño. Muerte número 769 desde su primera víctima, el comisario de policía José Pardines, en 1968. La tregua duró casi 18 meses. Lapso en el cual, por primera vez en poco más de tres décadas de cócteles molotov, coches bomba y tiros en la nuca, no hubo crímenes. ¿Era una tregua, en realidad? Era una trampa. Como en el truco, ETA mintió sin mostrar los naipes con tal de hacer vacilar al gobierno de José María Aznar. Simuló afanes de paz tan falsos como (leer más)

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Somos mucho más que dos

Tanto Barak como Arafat quieren promover la apertura de posiciones cerradas en un conflicto que lleva más de 52 años Desde el apretón de manos entre Yitzhak Rabin y Yasser Arafat en la Casa Blanca, el 13 de septiembre de 1993, Bill Clinton cree con firmeza que la paz en el Medio Oriente depende, más que todo, de la buena voluntad de sus líderes. Capaces de lidiar con sus rivales domésticos como él con la oposición republicana del Congreso. Mayoritaria desde 1994. Y razona: si yo puedo, ellos también pueden. ¿Es tan simple? Seguro, según la lógica occidental. Poco afín, en verdad, con la realidad de Israel y de los países árabes. Que, en tren de resolver conflictos, usan otra vara. Menos democrática, a los ojos de este lado del mundo, y más efectiva, a los ojos de ellos mismos. A Dios rogando y con el mazo dando, en definitiva. En su nombre, al cual minorías israelíes y árabes han implorado por el fracaso de las negociaciones en Camp David, pueden hacer justicia y, asimismo, (leer más)

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Sorpresas te reserva la vida

Con sus botas negras, Vicente Fox pasa de ranchero, ejecutivo y empresario a presidente de un país en proceso de cambio CIUDAD DE MÉXICO.–            En medio de la campaña electoral, el Partido Acción Nacional (PAN) hizo cortorcircuito con la agrupación Amigos de Fox. Por una sencilla razón: tenía más adherentes la agrupación que afiliados el partido. ¡Chispas! Era intolerable que Vicente Fox, el candidato, fuera una marca registrada, cual producto de una estructura paralela, y que se valiera de las estrategias del  marketing, no de los métodos tradicionales, con tal de sumar voluntades. Voluntades foxistas, no necesariamente panistas. Lo nuevo asustaba. Sobre todo, por la posibilidad de que Fox, en caso de perder las elecciones presidenciales del 2 de julio, se quedara con buena parte del PAN, desvirtuando las raíces conservadoras con las cuales nació en 1939 como oposición del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pelea diferente, en aquel entonces, contra el presidente Lázaro Cárdenas, padre de la nacionalización de los ferrocarriles; padre, a su vez, de Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del Partido de la Revolución Democrática (leer más)

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México insurgente

CIUDAD DE MÉXICO.– Afirmaba en 1909 el diario El Imparcial: «Una revolución en México es imposible». Lo suscribía un empresario norteamericano vinculado con la industria del acero: «En todos los rincones de la república reina una paz envidiable». Y lo confirmaba, cual pronóstico meteorológico, el poeta español Julio Sesto: «Ninguna nube negra hay en el horizonte». Fallaron. A caballo venía marchando un hacendado poderoso e inquieto, Francisco I. Madero, que amenazaba con una protesta masiva contra el régimen del general Porfirio Díaz, vitalicio en el poder durante más de tres décadas, si había indicios de fraude en las elecciones de 1910. Era la mecha que iba encender la revolución. Revolución que, después de ensayos vanos, quedó plasmada en la identidad mexicana, con calles y con paseos que invocan su nombre. Y que, a su vez, fraguó las dos versiones previas del Partido Revolucionario Institucional (PRI): el Partido Nacional Revolucionario y el Partido de la Revolución Mexicana. Señala el historiador Enrique Krauze que Vicente Fox, el candidato opositor que pretende poner hoy una lápida sobre los (leer más)

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En el nombre del hijo

EN una honda depresión cayó el dictador sirio Hafez al Assad cuando murió su hijo favorito, Basel. Fue, en cierto modo, el comienzo de su propia muerte. De la muerte de una ilusión: que el mayor de sus cachorros se afilara las garras como un león. Como él, en realidad. Pero la ilusión descarriló en un accidente de tránsito, cerca del aeropuerto de Damasco. Convocó entonces, en 1994, a otro hijo, Bashar, estudiante de oftalmología en Londres, más identificado con las melodías de Phil Collins que con las trompetas del Palacio del Pueblo. Es más difícil asumir la muerte ajena que la propia. Sobre todo, si altera los planes de los deudos. Assad murió dos veces, en verdad, pero, aunque ya no esté, continúa rigiendo los destinos de Siria: el parlamento reformó a imagen y semejanza de Bashar la letra constitucional de modo de que, a los 34 años,  pueda asumir el poder, vedado antes hasta los 40. Se hizo la voluntad de Assad, en definitiva, acechado en vida, y post mórtem, por su hermano (leer más)

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Desaforados

Finalmente, la Organización de los Estados Americanos (OEA) demostró que podría pagar parte de sus deudas, originadas por mora de los países miembros, si se abstiene de mandar observadores a los procesos electorales. Es más barato confiar en la palabra de los ganadores, como Fujimori, que gastar dinero y tiempo, o viceversa, en levantar campamento por sospechas de fraude, dejando todo a la buena de Dios, para convalidar, después, las trampas advertidas entre bambalinas. O los observadores observaron mal, o los observados observaron mejor. Es un dilema. Quizás otro habría sido el desenlace en el Perú si los Estados Unidos no hubieran metido sus narices. La amenaza unilateral de sanciones, rechazada por la mayoría en la OEA, sólo despertó nacionalismos. O reparos. Esos que dictan, tanto en México como en Venezuela en vísperas de sus elecciones, que cada uno debe resolver sus asuntos en casa. Sin participación extranjera. Menos aún de los primos del Norte, imperialistas durante las dictaduras, intervencionistas desde Kosovo. Y, sin embargo, admirados por todos. Vaya contradicción. ¿Que podría haber hecho la (leer más)

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Durmiendo con el enemigo

Supongamos que un vecino del edificio golpea a la mujer frente a los hijos. Nos consta por el escándalo, en su departamento, y por el carácter de él. Agresivo, generalmente. ¿Qué podemos hacer? Ignorarlo, llamar a la policía o, armados de valor, tocar el timbre. Si vamos solos, quizá todo siga igual y nos ganemos, de puro comedidos, un enemigo que usa el mismo ascensor que nosotros. Si vamos acompañados (por los miembros del consorcio, digamos), quizás el hombre acepte razones y empiece a respetar las normas más elementales de la convivencia. Todo sea con tal de que ella, la mujer, no resulte herida. O más herida aún. Supongamos ahora que el vecino es Fujimori, que el edificio es América latina y que la mujer es la democracia. La mujer puede ser bonita o no tanto, pero no deja de ser mujer. A secas. Así como la democracia, fuerte o no tanto, no deja de ser democracia. A secas, también. En este caso, la mujer, o la democracia, es víctima de los arrebatos de un (leer más)

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Políticamente incorrecto

ASUNCIÓN.– Fue Peter Romero, cabeza de América latina en el Departamento de Estado, quien definió con mayor crudeza, y certeza, el dilema del Paraguay: comparó al Estado con un buque y al gobierno con un capitán. Y dijo, sin rodeos, que el mejor capitán no puede con el peor buque. Ergo, el mejor gobierno no puede con el peor Estado. Estado que acusó otro golpe, por más que no haya acertado en el mentón, en medio del acoso al que se ve sometido el gobierno de Luis González Macchi por un fantasma como Lino Oviedo que, desde las sombras, mueve a su antojo los hilos del país. Al extremo de llevarlo al borde del caos, como sucedió ahora, entre gallos y medianoche, con un cañonazo perdido que provocó más daños colaterales que un misil teledirigido. No dio en cualquier edificio, sino en el Congreso. Símbolo de un sistema. Del mejor que supimos conseguir. Vapuleado en el Paraguay con rumores frecuentes de golpes y otras desgracias. El gobierno, de hecho, sabía que algo iba a pasar. (leer más)