Tres poderes en un puño

Bukele logró la reelección, impedida por la Constitución de El Salvador, con la consigna de desmantelar la democracia gracias al éxito de la guerra contra las pandillas




Bukele puso a parir a la democracia liberal
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¿Quién le quita a Nayib Bukele la legitimidad de su victoria a pesar de haber puesto a parir a la democracia liberal? Poco parecen importar los derechos humanos y las libertades civiles. El salvador de El Salvador, llamado a sí mismo “el dictador más cool del mundo mundial” o, últimamente, “el rey filósofo”, recibió felicitaciones. Inclusive del gobierno de Estados Unidos sin esperar el escrutiniio, más allá de su reclamo sobre las garantías judiciales para los detenidos. La política de mano dura de Bukele, exhibida en videos de TikTok como una saga de Netflix, llevó a la cárcel a 76.000 personas en condiciones deplorables, la mayoría sin sentencia.

Su compañero de fórmula, el vicepresidente Félix Ulloa, no tuvo empacho en confesar en una entrevista con The New York Times que no están desmantelando la democracia, sino eliminándola y sustituyéndola por algo nuevo. Lo nuevo no es nuevo a la sombra de alumnos avanzados como Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua. Derechas e izquierdas aplican el mismo manual del autócrata. Espejo de la dictadura castrista con el dominio de los tres poderes del Estado, aunque celebren elecciones. Que también las hay en Cuba, pero bajo la órbita de un partido único.  

Bukele, de 42 años, se jacta con su pelo engominado, su barba prolija y su look milennial de gobernar con un partido único en un sistema ciento por ciento democrático. O en el sistema que llama democrático. La oposición quedó pulverizada, espetó. No mintió. La conservadora Alianza Republicana Nacionalista (Arena) gobernó sin éxito el país de 1999 a 2009. Entre ese año y 2019 fue el turno del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), al cual representó Bukele como alcalde de Nuevo Cuscatlán entre 2012 y 2015 y de San Salvador entre 2015 y 2018. Le impidieron ser candidato a presidente. Arrasó como independiente en las elecciones de 2019.

La tasa anual de homicidios por cada 100 000 habitantes se redujo de 53,1 % en 2018 a 2,4 % en 2023, según la Policía Nacional Civil

Los defensores de los derechos humanos y los periodistas, bajo el asedio de la autocensura y el exilio, cuestionan el régimen de excepción, renovado cada mes por la Asamblea Legislativa. El partido de Bukele, Nuevas Ideas, tiene la mayoría absoluta desde 2021. Esa herramienta le permite controlar los resortes del Estado desde el 27 de marzo de 2022. Día aciago, el más sangriento desde la guerra civil, de 1979 a 1992. Hubo más de 60 crímenes. Las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, entre otras organizaciones terroristas involucradas en el narcotráfico, el crimen organizado y las extorsiones de comerciantes y empresarios, dispararon a mansalva contra todo aquel que circulara por la calle.

La Asamblea Legislativa aprobó entonces el estado de excepción aún en vigor. Limita la libertad de asociación y suspende el derecho de las personas a ser informadas sobre la razón de su arresto, así como a la asistencia de un abogado. También amplía de 72 horas a 15 días el plazo de detención administrativa y permite a las fuerzas policiales y militares, desplegadas en forma conjunta, intervenir la correspondencia y los teléfonos de quienes consideran sospechosos. El cuerpo reformó después el Código Penal con penas más duras para los cabecillas y los miembros de las pandillas.

La tasa anual de homicidios por cada 100 000 habitantes se redujo de 53,1 % en 2018 a 2,4 % en 2023, según la Policía Nacional Civil. Pasó a ser la segunda más baja en el continente después de Canadá. En 2023 contabilizó 195 homicidios hasta el 30 de noviembre contra los 598 del mismo período del año anterior. El éxito en la guerra contra las pandillas, hábilmente difundido en las redes sociales, creó una legión de adeptos de Bukele tanto en El Salvador como en el exterior. Con los tres poderes en un puño, echó mano de su popularidad para habilitarse para un segundo mandato de cinco años por medio de una resolución de 2021 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema refrendada por el Tribunal Supremo Electoral.

Debía pedir una licencia de seis meses antes de concluir su mandato. Obtuvo el permiso de la Asamblea Legislativa, que ya había destituido a los jueces y fiscales díscolos con la excusa de que eran de mayores de 60 años o tenían más de 30 años de servicio. Dejó en su lugar a Claudia Juana Rodríguez de Guevara. Aprovechó para hacer campaña con el vicepresidente Ulloa, nuevamente su ladero. Nadie se enteró. Nadie se hubiera enterado, en verdad, de la reelección de un presidente de El Salvador, el Pulgarcito de América Central, de no haber sido por un fenómeno que deja más dudas que certezas. El fenómeno Bukele. Conclusión: la gente vota por sus necesidades inmediatas. En este caso, por la seguridad.

Jorge Elías

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