El desempleado del mes
Los escandalosos gastos de los diputados británicos forzaron la renuncia del speaker Divertido no es lo contrario de serio; divertido es lo contrario de aburrido, y nada más. ¿Qué se perdió el escritor británico G. K. Chesterton, autor de este ingenioso enunciado, por haber vivido en la bisagra de los siglos XIX y XX en lugar de ser contemporáneo del primer ministro Gordon Brown y del líder de la oposición conservadora, David Cameron? La oportunidad de presenciar la primera separación de un speaker o presidente de la Cámara de los Comunes en más de 300 años. Le hubiera resultado un hecho divertido y serio a la vez: divertido por la vulgaridad de haber cobrado reintegros hasta por los taxis usados por su esposa y serio por sus implicancias políticas. La renuncia de Michael Martin, máxima autoridad del Parlamento de Westminster, no se debió sólo a los gastos que cargó a su nombre en el erario público, sino, también, a su falta de liderazgo y su proverbial incompetencia para reformar el sistema de reembolso de los (leer más)