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Política

Cuba no retrocede ni avanza

Por vigésimo año consecutivo, la Asamblea General de las Naciones Unidas expresó en 2011 su “rechazo abrumador” al bloqueo económico y comercial que los Estados Unidos mantienen contra Cuba desde 1962. Medio siglo después de la aplicación de esa medida, ordenada por John F. Kennedy al calor de la Guerra Fría, hasta los más feroces detractores del régimen comunista sostienen que es tan ineficaz como “injusta e inhumana”. Tanto, que se ha convertido en la gran excusa de los hermanos Castro para imponer el principio de no intromisión y, de ese modo, prevenirse de las críticas por la falta de respeto a las libertades y los derechos humanos en la isla. El aislamiento de Cuba a causa del bloqueo es, según el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, «un anacronismo que nos mantiene anclados en una era superada hace ya varias décadas». Lo expuso con esas palabras en la VI Cumbre de las Américas frente a Barack Obama y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, renuentes a la presencia en ese ámbito de autoridades (leer más)

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Política

La isla de la fantasía

La influencia de los gobiernos de los Estados Unidos, Venezuela, Brasil y España será decisiva en la inminente transición En vísperas de la parada militar del 2 de diciembre en la plaza de la Revolución, la gran incógnita no era la presencia de Fidel Castro. Ya no. Que estuviera poco iba a cambiar la situación. Desde el 31 de julio había delegado el mando en su hermano Raúl. Excepto esporádicas apariciones con el diario oficial Granma de la fecha correspondiente sólo para demostrar que seguía vivo, todo se centraba en el secreto mejor guardado de la isla: su estado de salud, librado a la decisión del destino de mantener el pulgar erguido o inclinarlo hacia abajo. Faltaba después de 47 años. Faltaba y, con su ausencia, abonaba la intriga sobre el desenlace. El desenlace de Cuba, más que el suyo. Febriles comenzaron a ser los contactos reservados con los gobiernos de Hugo Chávez, por un lado, y de George W. Bush, por el otro. Febriles y, en ocasiones, precipitados. Sobre la mesa, aún dominada por (leer más)

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El viejo y el mal

En la resistencia contra una eventual invasión norteamericana, halló el régimen una forma de mantenerse sin su líder En algún momento iba a ocurrir. La duda no iba a ser qué, ni quién, ni cuándo, ni cómo, ni por qué, ni para qué. La duda iba a ser dónde. ¿Dónde está Fidel Castro? Una duda provocó, también, el deshielo de la Guerra Fría tras la caída del Muro de Berlín: ¿dónde está la izquierda? La duda era planteada en inglés: what’s left? Tenía dos acepciones: ¿qué es izquierda?, por un lado; ¿qué queda?, por el otro. En síntesis, ¿qué queda de la izquierda? Esa duda, trasladada a Cuba, halla su propia traducción: ¿qué queda de Fidel Castro, más allá de su suerte, después de Fidel Castro? Queda la duda, precisamente. Sobre todo, después de 47 años de asociación libre entre un hombre que no tiene repuesto, Castro, y un hecho que tampoco tiene repuesto, la revolución. Castro y la revolución trascendieron la isla con mayor ímpetu que los balseros que, una vez consumado el derrocamiento (leer más)

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Ojalá que la luna pueda salir sin ti

El dictador cubano es, paradójicamente, la traba de una transición democrática y, a la vez, el único capaz de encararla Sombras, nada más, nublaron sus pupilas. Y, más pa’llá que pa’cá, habrá soñado con serpientes. Sus rodillas, después de una vida de verba trágica, flaquearon por primera vez en público. Cayó Fidel Castro y, con él, subió el riesgo Cuba. O, acaso, el riesgo de una transición hacia esa estupidez que, fuera de la isla, llaman democracia. Y que, curiosamente, sólo depende de él, no de su muerte, en el limbo o en la luna durante unos minutos, el 23 de junio, por un súbito desvanecimiento. No pudo con el solazo. Con un golpe de calor, no de Estado. Pero, una vez desempañados los rostros ceñudos que sombreaban sus barbas, reparó en el legado de la sangre. En Raúl Castro. Con las ventajas y las desventajas de ser su hermano. De 70 años, cuatro menos que él. Y convidó a creerle cuando dijo futuro, precipitándose a crear una suerte de monarquía revolucionaria que sobreviva a (leer más)