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Política

La guerra después de la guerra

Nadie respondió cómo se hace para repeler a un grupo terrorista que, como partido político, forma parte de un gobierno democrático Desde Afganistán e Irak, sin ir más lejos, las guerras no terminan después las guerras. Continúan en forma indefinida durante las treguas, sujetas de alfileres por los cuales la comunidad internacional, representada en las Naciones Unidas, se ufana de haber logrado el cese el fuego y, con él, de haber evitado mayores desgracias. En casi cinco semanas de hostilidades murieron varios civiles en el Líbano e Israel, así como soldados de ese país y milicianos de Hezbollah. Si el saldo significa un éxito, como la persecución del régimen talibán sin haber cazado a Osama ben Laden o la caída de Saddam Hussein sin haber hallado las armas de destrucción masiva, la Doctrina Bush está en déficit. O en peligro. La Doctrina Bush, más allá de la reacción unilateral de Israel contra Hezbollah y, por extensión, del mensaje de advertencia a Siria e Irán, no respeta grises: están con nosotros o están contra nosotros. En (leer más)

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Política

El viejo y el mal

En la resistencia contra una eventual invasión norteamericana, halló el régimen una forma de mantenerse sin su líder En algún momento iba a ocurrir. La duda no iba a ser qué, ni quién, ni cuándo, ni cómo, ni por qué, ni para qué. La duda iba a ser dónde. ¿Dónde está Fidel Castro? Una duda provocó, también, el deshielo de la Guerra Fría tras la caída del Muro de Berlín: ¿dónde está la izquierda? La duda era planteada en inglés: what’s left? Tenía dos acepciones: ¿qué es izquierda?, por un lado; ¿qué queda?, por el otro. En síntesis, ¿qué queda de la izquierda? Esa duda, trasladada a Cuba, halla su propia traducción: ¿qué queda de Fidel Castro, más allá de su suerte, después de Fidel Castro? Queda la duda, precisamente. Sobre todo, después de 47 años de asociación libre entre un hombre que no tiene repuesto, Castro, y un hecho que tampoco tiene repuesto, la revolución. Castro y la revolución trascendieron la isla con mayor ímpetu que los balseros que, una vez consumado el derrocamiento (leer más)

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Castillos de arena

Los ejércitos no combaten contra ejércitos, sino contra fuerzas militares que, a veces, son más poderosas que ellos mismos En la biblioteca de su casa de campo de las afueras de Londres, Tony Blair se sentó en la alfombra y, en mangas de camisa, desplegó entre sus piernas un mapa de Medio Oriente. Estaba por emprender un viaje a la región más conflictiva del planeta. A su lado, Bill Clinton procuraba orientarlo sobre el derrotero y, en cada sitio en el que detenía el índice de su mano hábil, la izquierda, sobre las personas que debía ver. Testigo de ello, Fernando Henrique Cardoso, aún presidente de Brasil, concibió la idea de que su par de los Estados Unidos, comprometido como nadie en el proceso de paz durante sus ocho años de gestión, fuera el secretario general de las Naciones Unidas después de Kofi Annan. En eso quedó la idea: en nada. George W. Bush, el día y la noche con su antecesor en la visión de Medio Oriente, no iba a apoyarla. Era descabellada, en (leer más)