La guerra después de la guerra
Nadie respondió cómo se hace para repeler a un grupo terrorista que, como partido político, forma parte de un gobierno democrático Desde Afganistán e Irak, sin ir más lejos, las guerras no terminan después las guerras. Continúan en forma indefinida durante las treguas, sujetas de alfileres por los cuales la comunidad internacional, representada en las Naciones Unidas, se ufana de haber logrado el cese el fuego y, con él, de haber evitado mayores desgracias. En casi cinco semanas de hostilidades murieron varios civiles en el Líbano e Israel, así como soldados de ese país y milicianos de Hezbollah. Si el saldo significa un éxito, como la persecución del régimen talibán sin haber cazado a Osama ben Laden o la caída de Saddam Hussein sin haber hallado las armas de destrucción masiva, la Doctrina Bush está en déficit. O en peligro. La Doctrina Bush, más allá de la reacción unilateral de Israel contra Hezbollah y, por extensión, del mensaje de advertencia a Siria e Irán, no respeta grises: están con nosotros o están contra nosotros. En (leer más)