Actualidad

La generación sin miedo

Les tocó a los chilenos dirimir una lucha entre extremos. No sólo ideológicos, sino también generacionales. La amplia victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta de las presidenciales, después de haber perdido por poco en la primera frente a José Antonio Kast, supone una vuelta de tuerca. En apariencia, más hacia el centro que hacia la izquierda pura y dura mientras el país se deshace con la reforma constitucional en marcha de los últimos jirones de la dictadura de Pinochet. ¿Deben celebrar el resultado los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba? Boric comulga más con la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, que con otros gobiernos de la región que presumen ser progresistas y defienden dictaduras. Le debe su apoyo en el momento decisivo a la expresidenta chilena, así como a otro expresidente, Ricardo Lagos, y a los partidos tradicionales que encarrilaron la transición democrática desde 1990. Los criticaba, pero, como diputado desde 2014, Boric sabe que resultarán vitales para obtener respaldo a sus proyectos en un Congreso fragmentado (leer más)

Política

Amor sin fronteras

Rusia despliega tropas en su frontera con Ucrania. Aviones militares de China sobrevuelan el espacio aéreo de Taiwán con el fin de anexarla a la fuerza y mostrar músculo en el mar de China Meridional. Turquía regatea sin pudor el precio de tecnología militar rusa en abierta contradicción con su membresía en la OTAN y con la caída de su moneda, la lira. Irán, liberado del acuerdo nuclear debido a los pataleos del gobierno de Donald Trump, negocia con ventaja su eventual retorno a los carriles de 2015. ¿Hechos aislados o pulseada entre la supuesta debilidad de unos y la no menos supuesta pujanza de los otros? El tono de la confrontación de potencias “no occidentales” con Occidente, observa Josep Piqué, exministro de Asuntos Exteriores de España, en el portal Política Exterior, refleja el desafío a la hegemonía adquirida por Estados Unidos tras su victoria en la Guerra Fría. No se trata de una nueva versión de la disputa que dividió en dos al mundo durante décadas, sino de una proxy war (guerra por delegación) (leer más)

Catalejo

¿Ves siempre el mismo número?

Desde hace unos años me pasa lo mismo. Cada vez que miro el reloj son las 21:12 o las 12:21. El número capicúa, al derecho o al revés, me persigue, inclusive cuando alzo la vista para ver la altura de una calle o cuando pispeo un precio en una tienda (en dólares o en euros, aclaro). No soy apostador, así que paso de jugarle al 21 (la mujer) o al 12 (el soldado), según la tradición de la quiniela argentina. Cada vez que lo intenté, siempre con ayuda, terminó saliendo una letra en lugar de un número. Les pasa a muchos con otro número espejo: el 11:11. ¿Por qué se topan siempre con el mismo número? El síntoma se llama apofenia. ¿Es grave? Para nada. Tiene nombre de enfermedad, pero se trata de un fenómeno o, acaso, de una casualidad. El apocalipsis tenía fecha a plazo fijo: el 21 de diciembre de 2012, último día del decimotercer baktún (ciclo de 144.000 días en la cuenta larga del calendario maya). Hubo un error de cálculo del (leer más)

Sociedad

La peste con otro nombre

Lo había advertido en enero de 2021 el Centro de Análisis y Prospectiva de la Guardia Civil de España: cada vez habrá más pandemias y alguna podría ser “devastadora”. La peste cambia de nombre, no de fisonomía. Que se llame variante Delta u Ómicron, de modo de no confundir las letras que correspondían, Nu con new (nuevo, en inglés) por su parecido fonético y Xi con el apellido del presidente de China, Xi Jinping, usual en su país, no modifica nada. El alfabeto griego sirve para no estigmatizar al presunto país de origen. En este caso, Sudáfrica. Una forma de evitar afrentas como la de Donald Trump con su latiguillo sobre el “virus de China”. Cuando surge una nueva variante, el mundo vive una suerte de déjà vu. Un mundo signado por la desigualdad que, frente al peligro, cierra fronteras como si tratara de tapiar un campo. La peste con otro nombre, sin ánimo de «ofender a cualquier grupo cultural, social, nacional, regional, profesional o étnico», revela los límites de la Organización Mundial de la (leer más)