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Mucho Estado, poco bienestar

La clase media global tiene la extraña sensación de pagar más impuestos a cambio de pocos o cada vez menos servicios. En Europa continental, la gente protesta en las calles por esa razón, más allá de que demande intervención estatal en la reactivación de la economía y la creación de empleo. En Gran Bretaña están irritados por los recortes del gasto público, lo cual significa que el Estado no administra bien sus ingresos. En América latina, la bonanza de los últimos años ha impreso mayor rigor con los contribuyentes. En los Estados Unidos, demócratas y republicanos hacen equilibrio al borde del llamado “abismo fiscal”. El Estado, atado a los humores de los mercados, no resuelve por sí solo la mayor encrucijada de estos tiempos: aquel que no tiene empleo corre el riesgo de sufrir depresión, ansiedad y sus derivados; aquel que lo tiene, pero se siente mal pagado, estresado, subestimado e inseguro, puede estar igual o peor que el otro, según un estudio de la Universidad de Melbourne, Australia, volcado en la revista Occupational and (leer más)

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Pan para hoy, dudas para mañana

El crecimiento de América Latina y el Caribe en la última década se tradujo en un descenso significativo de la marginalidad y en una virtual expansión de la clase media. Lo consignó el Banco Mundial en un informe reciente: la proporción de individuos que vive en la pobreza, alrededor de un 30 por ciento de la población, es casi igual a la de individuos de clase media. Esto, a su vez, se ve reflejado en el desempleo: en América del Sur, una de cada 20 personas no tiene trabajo; en Europa, más allá de casos críticos como España y Grecia, una de cada 10 atraviesa ese trance. ¿Es oportuno entonces brindar por el éxito de la región? Aún no. La expansión del continente se acelerará este año en coincidencia la recesión en Europa y los Estados Unidos. No será por inversiones, sino por el comercio de materias primas y el aumento del consumo. ¿Es una fórmula sostenible? Esa es la cuestión. La devaluación del bolívar en Venezuela, tras dos años de tipo de cambio fijo, (leer más)

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El precio de la violencia

Cada día son asesinadas 98 personas con armas de fuego en Brasil. Eso significa que alguien muere por esa causa cada nueve minutos y medio. El espeluznante promedio, divulgado por el Ministerio de Salud brasileño sobre la base de un estudio de la oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y los crímenes (Undoc), coloca al coloso de América del Sur al tope en los índices de violencia entre las diez mayores economías del mundo. Si bien la ley establece controles en la venta de armas y prohíbe portarlas en la vía pública, hay 15 millones de unidades en poder de ciudadanos comunes y organizaciones delictivas. Cuando un desquiciado liquida a mansalva a inocentes en un colegio de los Estados Unidos, como ha ocurrido en Newtown con 20 niños y ocho adultos, incluido el autor, todo el mundo se replantea el derecho de portar armas con fines defensivos, deportivos o de supervivencia que garantiza la Segunda Enmienda de la Constitución de ese país. Nadie repara en que esos episodios suelen ser aún peores en (leer más)

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Brasil sobrevive al éxito

Sin anteojeras ideológicas ni recelos vecinales, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha lanzado un millonario plan de concesiones para construir carreteras y mejorar ferrocarriles y aeropuertos en los próximos años. La audaz iniciativa, frente a una marcada caída del crecimiento en medio de la crisis global, recibió la bendición del sector privado y de la opinión pública, harta de lidiar con infraestructura propia del tercer mundo, y la reprobación de los empleados públicos y de la base del gubernamental Partido de los Trabajadores (PT), al cual pertenece ella misma. En otros países de América latina, el Estado ha vuelto a monopolizar ese tipo de obras. Rousseff, como su antecesor, no comulga con los denostados Chicago boys de décadas pretéritas ni con las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero tampoco se siente atada al discurso político anclado en los años setenta, ahora remozado por otros líderes regionales, por el cual es bueno aquello que sea público y es malo aquello que sea privado. Se trata de una ex guerrillera que, como su par de (leer más)

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Blues del dólar argentino

Mientras era presidente de la Argentina, el difunto Néstor Kirchner se definía a sí mismo como “keynesiano y ortodoxo”. Su viuda y sucesora, Cristina Fernández de Kirchner, no reparó en ello cuando ordenó el despliegue de inspectores de impuestos con perros y redadas contra operadores cambiarios para prohibir la compra de divisas extranjeras para atesoramiento. Los argentinos tienen más dólares físicos guardados que los estadounidenses. En un santiamén, con inflación en alza, crecimiento en baja y futuro en duda por la crisis global, el gobierno dispuso que la gente debía “pensar en pesos” en lugar de ahorrar o adquirir otras monedas. Las severas restricciones, en un país cuyas propiedades y otros bienes siguen valuados en dólares, no impidieron que se fortaleciera el mercado paralelo de esa moneda, antes negro, ahora blue, con una brecha ascendente y preocupante respecto de las cotizaciones oficiales. Lo dejó escrito John Maynard Keynes, cuyo legado revivió en todo el mundo tras el estallido de 2008: «Cada vez que el franco pierde valor, el ministro de Finanzas [de Francia] está convencido (leer más)

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Mucho trabajo, poco empleo

En Europa no se habla de otra cosa que no sea el desempleo. Es alarmante. En los Estados Unidos, a pesar de transitar un año decisivo de elecciones presidenciales, difícilmente mejore ese índice. El déficit se extiende a Medio Oriente y África del Norte y Subsahariana, traducido en descontento social. Sólo América latina parece zafar de la tendencia negativa: este año, gracias a la bonanza acumulada en los anteriores y algunos indicios de estabilidad, aumentará un 0,5 por ciento la ocupación urbana, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina (Cepal). ¿Es el mundo al revés? Más o menos. Curiosamente, aquellos que antes reclamaban reformas estructurales en la región extienden ahora una receta similar en el Atlántico Norte. En todo el mundo, el desempleo afectará a 202 millones de personas en 2012 y a 207 millones en 2013, según la OIT. En un año, de confirmarse esos agoreros pronósticos, una legión de cinco millones de personas (algo así como la población entera de Costa Rica (leer más)

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Es la economía, estúpido

En líneas generales, los demócratas pretenden beneficiar a la clase media con reducciones de impuestos, estimular la economía con inversión estatal y fomentar la creación de empleo con subsidios a las compañías. En líneas generales, también, los republicanos pretenden achicar el tamaño del Estado, podar los impuestos y revertir las reformas de las leyes financiera y de salud. Como siempre, cada cual atiende su clientela. La de Barack Obama tiene más claro por dónde van los tiros; la de Mitt Romney, ungido candidato por el calendario más que por los votos en las primarias, debe conciliar entre las banderas tradicionales del conservadurismo y la presión del impetuoso Tea Party. Desde el traspié de los demócratas en las elecciones de medio término de 2010, la mayoría republicana de la Cámara de Representantes ha intentado hacer permanentes los recortes de impuestos impulsados por el ex presidente George W. Bush y, en plan de paliar la crisis, agregar deducciones para las compañías pequeñas. Obama propuso tender carreteras, ferrocarriles y aeropuertos por 50.000 millones de dólares y crear un (leer más)

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La expropiación es una fiesta

Desde la nacionalización del petróleo mexicano durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, en los años treinta, cada presidente latinoamericano que toma una medida de esa naturaleza sobre los recursos naturales parece reivindicar el orgullo popular en respuesta al despojo de la era colonial. Los argentinos estallaron en júbilo por la expropiación del 51 por ciento de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) a la compañía española Repsol, aprobada por abrumadora mayoría en el Congreso, así como los bolivianos sintieron que les volvía el alma al cuerpo por la decisión de Evo Morales de estatizar la Transportadora de Electricidad (TDE), propiedad de Red Eléctrica Española (REE). La presidenta argentina, Cristina Kirchner, cuyo difundo marido contribuyó en los noventa a la privatización de YPF como gobernador de la provincia petrolera de Santa Cruz, barnizó el trámite con el tono épico con el cual hubiera alcanzado un anhelo un poco más distante y complejo: la recuperación de las islas Malvinas, usurpadas por Gran Bretaña en 1833. En este caso, procurando demostrar que Repsol no cumplió con sus compromisos de inversión (leer más)

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¿Quién paga los platos rotos?

La mayoría de los europeos objeta las políticas de austeridad y ajuste presupuestario Pasada la medianoche del sábado 4, el rey Juan Carlos de España seguía en vela. Estaba en Mar del Plata, donde se celebraba la XX Cumbre Iberoamericana. Debía firmar a esas horas el primero de los dos decretos por los cuales se declaraba por primera vez el estado de alarma en su país, ahora prorrogado por el Congreso de los Diputados. La huelga de los controladores aéreos, en respuesta a la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de privatizar la gestión de los aeropuertos de Madrid y Barcelona, derivó en la excepción que, en vísperas de Navidad, pasó a ser una regla: los huelguistas adquieren condición de militares y los militares, al mando de las torres de control, deben comunicarles “la nueva situación”. Era la primera vez en dos décadas que un presidente del gobierno español no asistía a un foro iberoamericano. El faltazo de Zapatero reflejaba la magnitud de la crisis, explicaba someramente por el rey Juan Carlos al presidente de (leer más)

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Tentaciones peligrosas

Ni Brasil, buque insignia de la región, ha podido desterrar el flagelo de la corrupción Poco antes de ganar las presidenciales de Brasil, Dilma Rousseff sorteó un escándalo mayúsculo. Erenice Guerra, su mano derecha y sucesora en el cargo de jefa de ministros del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, se vio obligada a renunciar bajo la sospecha de haber participado de una firma de cabildeo que manejaban sus parientes y que habría ayudado a compañías privadas a obtener contratos y préstamos bancarios estatales para proyectos de obras públicas. Parte del dinero recaudado iba a ser volcado en campañas políticas. El presunto tráfico de influencias a punto estuvo de manchar la reputación de la ahora presidenta electa. En estos ocho años, Brasil alcanzó el octavo lugar entre las economías más poderosas del planeta y, a su vez, adquirió un rol influyente en el concierto internacional. Lula actuó en sintonía con el legado de Fernando Henrique Cardoso, más allá de las discrepancias entre ambos. Con la renuncia de Guerra, el primer gobierno en la historia (leer más)

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Todo trae problemas

La eurozona no halla la salida frente a una crisis de proporciones Entre crisis nuevas y coletazos de las anteriores, pocos políticos se inspiran en vislumbrar un mundo mejor. El primer gobierno de coalición británico en 65 años, encabezado por el conservador David Cameron y secundado por el liberal demócrata Nick Clegg, cree que estruja corazones con la decisión de rebajarse un cinco por ciento los salarios. Quiere mostrar firmeza en la lucha contra el déficit fiscal. Es poco desprendido. Arranca tantos suspiros como los tijeretazos al gasto público anunciados por los gobiernos socialistas de Grecia, España y Portugal con el fin de restaurar la confianza. En el tránsito del Estado de bienestar al Estado de malestar, cualquier solución trae problemas. Mucha gente ha bajado los brazos. Coincide con la mayoría de los políticos en que es imposible vislumbrar un mundo mejor. Es chocante: en el momento de mayor acceso colectivo a la tecnología somos cada vez más ansiosos, inseguros, solitarios, desconfiados hasta de nuestros amigos y proclives a la depresión. Las relaciones sociales se (leer más)

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Vendo islas, excelente ubicación

Poca gracia causó en Grecia la idea de dos diputados alemanes Con el mezquino afán de dar un consejo y ahorrarse un préstamo, los diputados alemanes Josef Schlarmann y Frank Schäffler, de la coalición de centroderecha de la canciller Angela Merkel, echan a rodar una propuesta que suponen eficaz: que Grecia, acosada por una deuda superior a su producto bruto interno, ponga en venta algunas de sus 6000 islas, esparcidas en los mares Egeo y Jónico; sólo 227 están habitadas. ¿Es una genialidad o un disparate? Las autoridades griegas procuran zafar del brete con un “programa plurianual de políticas económicas” acordado con la Unión Europea y el Fondo Monetario. La tendrían más fácil si, en sintonía con los diputados alemanes, admiten algo tan caro a ellos como la tragedia: “¡Vendan sus islas, griegos quebrados! –proclama el periódico sensacionalista alemán Bild–. Y la Acrópolis también”. Con ese tono, rayano en la grosería, difícilmente la cuna de una de las civilizaciones más trascendentes de la antigüedad se desprenda a tontas y a locas de las joyas de (leer más)

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La redistribución de la pobreza

Desde hace un año, Suiza insiste en enviar a Haití parte del dinero del clan Duvalier En el Palacio Presidencial de Haití, estrujado como un papel tras el terremoto del 12 de enero, el mandatario René Preval, en jeans y camisa, es puro ojo para su teléfono móvil. Lee en un mensaje de texto que puede ser repatriada parte de la fortuna del clan Duvalier, depositada en bancos de Suiza. No es una novedad, pero ayuda: el gobierno de ese país insiste desde febrero de 2009 en devolver esos fondos “de origen criminal” al pueblo haitiano; lo convalida la Corte Suprema. Enhorabuena. Son 5,7 millones de dólares. Es parte del capital con el cual ha procurado asegurarse un exilio confortable Jean-Claude Duvalier, alias Baby Doc, hijo del difunto François Duvalier, alias Papa Doc. Más que necesidad, en 1986 hay urgencia en Haití y el exterior en deshacerse de la dictadura instaurada en 1957 por Papa Doc y continuada tras su muerte, en 1971, por Baby Doc, presidente vitalicio desde los 19 años. Tanta es la (leer más)

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Una tragedia griega

El desempleo, la inestabilidad y la inseguridad causan más pavor que el terrorismo Los primeros brotes de la hecatombe económica mundial coincidieron en diciembre con revueltas en Grecia por la muerte de un adolescente a manos de la policía. Ante la ceguera del Estado, la sordera de los políticos y la mudez de la sociedad, los estudiantes secundarios y universitarios declararon una guerra, durante varios días, contra el gatillo fácil. Declararon una guerra contra la impunidad y la ausencia de futuro, en realidad. De conseguir empleo, muchos ganarán poco. Ese signo de ingratitud se ve agravado por la recesión: en todo el mundo, 50 millones de personas habrán perdido sus empleos a fin de año, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La mayoría pertenece a la clase media. Lejos de las protestas contra la globalización, como en Seattle, Davos y otras ciudades, o contra la exclusión de los hijos de los inmigrantes, como en los arrabales de París, los futuros seiscientoseuristas griegos, símiles de los mileuristas españoles, se alzaron contra un Estado incapaz de (leer más)

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Si hay miseria, que no se note

Cada 21 de febrero, Robert Mugabe se celebra a sí mismo. Es su cumpleaños. Y no escatima gastos. Esta vez, a sus 85 años, el dictador vitalicio de Zimbabwe se agasajará con 4000 porciones de caviar, 3000 patos, 8000 langostas, 100 kilos de mariscos, 500 de queso, 16.000 huevos, 3000 pasteles de vainilla y chocolate, 8000 cajas de bombones (preferentemente, Ferrero Rocher), 2000 botellas de champaña (no cualquiera: Moët & Chandon y Bollinger) y 500 de whisky (tampoco cualquiera: Johnny Walker y Chivas). Los invitados, libres del aprieto de hacerle obsequios de dudosa utilidad, depositarán entre 45.000 y 55.000 dólares norteamericanos en una cuenta bancaria abierta para la ocasión. Si depositaran esas sumas en la moneda nacional de Zimbabwe, Mugabe no recuperaría ni la inversión en velitas. El dólar zimbabwense adelgazó 12 ceros en un vano intento de domar la hiperinflación, estimada en porcentajes jamás imaginados por el Indec. Un dólar norteamericano equivale a 30.000 zimbabwenses. El régimen, clavado como un puñal desde la independencia del Reino Unido en 1980, llegó a imprimir billetes de (leer más)