
Sálvese quien pueda
¿Un iceberg?, exclamó el comandante Lightoller, segundo oficial del Titanic. Los icebergs no llegan a estas latitudes. Le digo que sí, insistió Boxall, el cuarto oficial. Golpeamos algo, admitió Lightoller. ¿Un iceberg?, exclamó de nuevo. Tenemos agua en la cubierta F, señor, corroboró Boxall. Domingo, 11.45 PM. Muerte súbita, agonía lenta. Dos horas y media tardó en cerrarse el último aro de agua. El griterío resbalaba en la cubierta, fría y húmeda como la noche. Todos los pasajeros tenían salvavidas. ¿Las mujeres y los niños, primero? Los botes no alcanzaban; en algunos iban sólo hombres. Un millonario ofreció una fortuna a cambio de un lugar en uno de los botes. Aceptó el trato una pasajera de tercera clase. No llegó a ver un céntimo. Murió ahogada con otros 814 pasajeros y 688 miembros de la tripulación. Horror. Eran 2.208 antes de arribar a Nueva York, el destino que jamás iban a alcanzar. Apenas 705 fueron rescatados por el transatlántico Carpathia. Martes, 8.30 PM. El Carpathia arribó a Nueva York. Es mi deber informarles que ayer, (leer más)