
La metamorfosis mexicana
Era cuestión de limpiar la estantería. Barack Obama promovía “una relación entre iguales”. En vísperas de recibirlo en México, el presidente Enrique Peña Nieto aceptó con gusto esa iniciativa. Su país, aupado por la estabilidad política y económica, está más cerca que otras veces de emparejar los tantos con los Estados Unidos, más allá de la difícil transición doméstica. Ese es, en realidad, el gran reto del remozado Partido Revolucionario Institucional (PRI) después de haber estado en cuarentena durante 12 años. En los últimos seis, la guerra contra el narcotráfico y entre narcotraficantes, con su secuela de violencia y corrupción, llevó a México a lidiar con el bochornoso mote de Estado fallido. ¿Podía resolver esta delicada situación el PRI solo? De la necesidad surgió el Pacto por México. Es un acuerdo con el saliente Partido Acción Nacional (PAN) y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) basado en casi un centenar de propuestas para hilvanar una reforma política, fiscal y económica. La agenda incluye el destino del coloso estatal del petróleo, Pemex. El compromiso (leer más)