El nuevo realismo, versión Trump

La política arancelaria sienta las bases de una relación distante y competitiva con amigos y rivales al extremo del enfrentamiento




Trump: tiro porque me toca | Official White House Photo
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Lo llaman nuevo realismo. Se trata de una forma elegante de explicar la política exterior de Estados Unidos. Algo así como un reconocimiento de las esferas de influencia sin incurrir en el intervencionismo del pasado con el fin de evitar conflictos con grandes potencias, como China, más allá del zarandeo mutuo de porcentajes y sanciones. La guerra comercial transita ahora por otra vía: Donald Trump amenazó con imponerles aranceles desproporcionados a las importaciones de 14 países. Entre ellos, aliados como Japón, Corea del Sur, Tailandia y Bangladesh. ¿Cómo lo comunica? Por carta. A la antigua.

Por esa razón, el secretario de Estado, Marco Rubio, canceló sus visitas a Tokio y Seúl. Una señal de las renovadas tensiones. En respuesta, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, sometido a acusaciones sin fundamento de persecución de blancos en su país cuando estuvo en el Salón Oval con la ingrata compañía de su compatriota Elon Musk, luego separado del gobierno norteamericano, sostuvo que el arancel del 30% que Trump pretendía imponerle lejos estaba de ser acertado. El presidente en ejercicio de Tailandia, Phumtham Wechayachai, también señaló que había una contradicción entre sus números y los de Trump.

Sin más fundamento que una postura antinorteamericana, Trump amenazó a los miembros del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, entre otros) y a todo aquel que comulgue con su prédica con aplicarles un 10% de aranceles adicionales. Todo porque Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, dijo en el cierre de la cumbre que se realizó en Río de Janeiro: «No queremos un emperador».

Trump se sintió aludido, describió como una “caza de brujas” el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, y, látigo en mano, elevó las tarifas para Brasil al 50%. Una intromisión rayana en la extorsión. Bolsonaro es acusado de haber planificado el intento de impedir la investidura de Lula en enero de 2023 con los destrozos de las sedes de la Presidencia, el Congreso y el Tribunal Supremo en Brasilia. Una réplica, acaso, del mismo proceder de los muchachos trumpistas con el asalto al Capitolio, dos años antes, para evitar la certificación de la victoria electoral de Joe Biden.

«Había tendencias en curso, pero Trump, entre su primer mandato y los primeros meses del segundo, ha perturbado lo que quedaba del orden mundial en el que nos encontrábamos»

En Europa cunde la preocupación por la enorme dependencia de Estados Unidos. La expuso el presidente de Francia, Emmanuel Macron. En comarcas más cercanas, como México y Canadá, la mayoría ve con malos ojos el trato y los modales de Trump, según un meduloso sondeo del Pew Research Center. Lo consideran “la mayor amenaza” para sus países. Si bien el nuevo realismo aplicado en las guerras comerciales se traduce puertas adentro en una reestructuración del comercio en beneficio de Estados Unidos, la mirada externa se enfoca en un exceso de proteccionismo que, a la larga, sería perjudicial para todos.

La erosión de la credibilidad no figura en el manual del realismo tradicional, utilizado innumerables veces para explicar enfoques políticos desde los tiempos del historiador ateniense Tucídides, padre de la historiografía científica. En su primer mandato, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, de la Asociación Transpacífico (TPP), del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), del acuerdo nuclear con Irán, de la Unesco y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. También tomó medidas unilaterales contra la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la pandemia del Covid-19. En el segundo acentuó aún más el nuevo realismo.

Como explica el analista español Andrés Ortega: “Había tendencias en curso, pero Trump, entre su primer mandato y los primeros meses del segundo, ha perturbado lo que quedaba del orden mundial en el que nos encontrábamos sin contribuir a la creación de otro nuevo, razonable y previsible. La pelota está sobre la red y, como en la película de Woody Allen Match Point (2005), no se sabe de qué lado caerá. Hay muchas posibilidades de que lo haga del lado del caos”. Quizás el caos sea, precisamente, la esencia del nuevo realismo a golpes de aranceles y otros rapapolvos contra amigos y adversarios, sean nativos o extranjeros.

Jorge Elías



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