Sociedad

La rebelión de las banlieues

Hay heridas que no cicatrizan. En Francia, los hijos y los nietos de los inmigrantes se sienten ciudadanos de segunda. Viven en los suburbios de las grandes ciudades, llamados banlieues, donde “tienen dos veces más probabilidades de ser inmigrantes que el promedio nacional y tres veces más probabilidades de estar desempleados», describe Iona Lefebvre en un artículo publicado por el Institut Montaigne. Esos barrios de bajos ingresos reciben menos financiación estatal que cualquier otro del país. De uno de ellos era Nahel, el muchacho de origen argelino abatido por la policía. Su muerte desató la ira colectiva. La rebelión de las banlieues, extendida a casi todo el país,tiene un antecedente. El de 2005. Hubo otros, pero ese año dos jóvenes de 15 y 17 años de esos barrios murieron electrocutados mientras escapaban de la policía. Eran sospechosos de un robo que no cometieron. ¿Qué hizo Nahel, de 17 años? Eludió un control de tránsito. El policía que le disparó a quemarropa en el tórax, acusado de homicidio, está detenido. Ambos hechos ocurrieron en la periferia (leer más)

Política

Macron, segunda temporada

La victoria de Emmanuel Macron sobre Marine Le Pen tiene varias aristas y un solo significado: la preservación de la democracia y del europeísmo. Francia es el único país nuclear de la Unión Europea, ocupa una banca permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y, a diferencia de Alemania, dispone de independencia energética. Esas tres características le permiten a Macron plantarse de igual a igual frente a Vladimir Putin, más allá del fracaso en impedir la invasión rusa a Ucrania. Desde la Revolución Francesa de 1789, el país de Macron marca tendencias que no siempre impactan en sus vecinos, pero, en caso de haber ganado Le Pen, podrían haber paralizado el proceso de integración de la Unión Europea. En un quinquenio signado por las revueltas de los chalecos amarillos, cual síntoma de disconformidad con su gestión, Macron recibió un testigo. El de la excanciller alemana Angela Merkel para tomar las riendas de la Unión Europea. El resultado de la segunda vuelta de las presidenciales contra Le Pen pudo ser más exiguo que en (leer más)

Política

Los nuevos indignados

Un año después, los chalecos amarillos siguen movilizándose cada sábado en Francia. Las protestas contra el aumento del precio del combustible pasaron a ser contra las políticas del presidente Emmanuel Macron. Le torcieron el brazo. De menor a mayor, como ocurrió en otras latitudes, una crisis destapó la olla de otra. La de la gobernabilidad en un planeta que gira a varias velocidades al mismo tiempo en función del cabreo de las sociedades. No sólo por razones económicas, sino también en demanda de libertades y de reformas o en contra de la corrupción, del fraude y de la desigualdad. Los nuevos indignados brotan como hongos. La fisura social y política dista de aquella que comenzó en 2008. El gobierno británico vaticinaba un año antes de la crisis hipotecaria de los Estados Unidos una mayor “tensión e inestabilidad tanto en las sociedades como entre ellas”. Eso iba a dar “lugar a expresiones de malestar, como el desorden, la violencia, la criminalidad, el terrorismo y la insurgencia”. Acertó. En 2011 estalló la frustrada Primavera Árabe y aparecieron (leer más)

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El nuevo tablero de Europa

Las elecciones del Parlamento Europeo, celebradas entre el 23 y el 26 de mayo, no se han traducido en un avance sin precedente de la ultraderecha, como algunos vaticinaban. Dieron como resultado una Eurocámara más fragmentada de lo habitual en la que, por primera vez, los conservadores y los socialdemócratas no suman una mayoría absoluta. Parte de la derecha euroescéptica intenta atraer a su órbita al Partido Popular Europeo (PPE) mientras socialdemócratas, liberales y verdes consideran su propia propuesta para presidir la Comisión Europea. El plan de la ultraderecha era regalarle a Europa un Caballo de Troya, de modo de asaltarla y, una vez dentro, dinamitarla El torbellino desatado por la dimisión de la primera ministra británica, Theresa May, a raíz de su insolvencia para concretar el Brexit, llevó a muchos a pensar dos veces el voto en las elecciones. El plan de la ultraderecha era regalarle a Europa un Caballo de Troya, de modo de asaltarla y, una vez dentro, dinamitarla. No prosperó. Excepto la Liga de Matteo Salvini en Italia, con su prédica (leer más)

Política

Europa: recalculando

El torbellino desatado por la dimisión de la primera ministra británica, Theresa May, a raíz de su insolvencia para concretar el Brexit, llevó a muchos a recalcular el voto en las elecciones del Parlamento Europeo. El plan de la ultraderecha era regalarle a Europa un Caballo de Troya, de modo de asaltarla y, una vez dentro, dinamitarla. No prosperó. Excepto la Liga de Matteo Salvini en Italia, con su prédica contra los inmigrantes y las minorías, pocos pudieron cantar victoria. Incluida Marie Le Pen, más allá del triunfo por la mínima en la Francia de los chalecos amarillos frente al partido del presidente Emmanuel Macron. Los conservadores y los socialdemócratas perdieron por primera vez la mayoría absoluta, no el control de la Unión Europea. Un experimento histórico, creado después de dos guerras mundiales para desalentar los nacionalismos, que se ve abrumado por tiranteces internas y externas. Las reflejadas en la eurofobia de Donald Trump y de Vladimir Putin. En estos comicios, celebrados en los 28 Estados, los ejes fueron la inmigración y el ambiente. Retos (leer más)

Sociedad

El cambio climático golpea el bolsillo

Detrás de los destrozos provocados por el movimiento de los chalecos amarillos en Francia, a raíz del incremento de los impuestos sobre los combustibles y de su consecuencia inmediata, la pérdida del poder adquisitivo, subyacía una estrategia de Emmanuel Macron vinculada con el cambio climático. Pretendía potenciar alternativas para rebajar las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero, en paulatino y preocupante aumento. En 2018, las emisiones crecieron alrededor del 2,7 por ciento. Un récord en la historia de la humanidad que, más allá del resultado económico, hipoteca tanto el presente como el futuro. Macron gastó la bala de plata con el intento de desalentar el consumo de combustibles fósiles por medio del aumento de los impuestos. La ira de la calle contra la llamada tasa al carbono llevó todo a foja cero mientras la COP24 (la cumbre del clima para aplicar las reglas del Acuerdo de París de 2015) debatía en la ciudad polaca de Katowice cómo instrumentar políticas ambientales viables. Sólo en ese país, Polonia, mueren 50.000 personas (leer más)